Érase una vez un rico mercader que, antes de hacer un largo viaje, tomó sus precauciones para evitar que le robaran su fortuna. Para asegurarse que todos sus lingotes de oro estaban a buen recaudo, se los confió a quién pensó que era un buen amigo. Y así, tranquilo y confiado, partió de viaje
Érase una vez un rico mercader que, antes de hacer un largo viaje, tomó sus precauciones para evitar que le robaran su fortuna. Para asegurarse que todos sus lingotes de oro estaban a buen recaudo, se los confió a quién pensó que era un buen amigo. Y así, tranquilo y confiado, partió de viaje