Cantar III. En él ha cargado su autor el inmenso dramatismo de que hace gala el poema. Los infantes de Carrión, cobardes y desagradecidos, no saben igualar en valentía al Cid y a sus mesnadas. Están acostumbrados más a las intrigas cortesanas que al manejo de las armas. Tanto en la escena del león como en la lucha que sostiene el Cid contra el rey de Marruecos, dan sobradas muestras de ineptitud y cobardía. Se apresuran, pues, a pedir al Cid que les deje volver a sus tierras junto con sus esposas. Todo el desprecio y alevosía lo vierten durante el camino de vuelta contra sus esposas; en el robledal de Corpes las golpean despiadadamente y las abandonan a una muerte segura. Gracias a otro miembro del séquito del Cid, Félez Muñoz, logran ser rescatadas y devueltas a Valencia.
El Cid pide justicia al rey Alfonso. Se celebra un juicio de desagravio en las cortes de Toledo, convocadas al efecto por el monarca. El Cid reclama cuantos presentes hizo a sus yernos, que son declarados como felones; luego se exige una reparación del honor. Mientras tanto, vencidos los de Carrión, caminan mensajeros de Aragón y Navarra para solicitar en matrimonio a las damas ultrajadas. El juglar termina su poema manifestándonos la alegría del héroe por estos matrimonios, dignos de sus hijas. En los últimos versos estalla la expresión jubilosa: ‘Ved qua londra crece al que en buen ora nació // cuando señoras son pues fijas de Navarra e de Aragón'".
Verified answer
Respuesta:
Cantar III. En él ha cargado su autor el inmenso dramatismo de que hace gala el poema. Los infantes de Carrión, cobardes y desagradecidos, no saben igualar en valentía al Cid y a sus mesnadas. Están acostumbrados más a las intrigas cortesanas que al manejo de las armas. Tanto en la escena del león como en la lucha que sostiene el Cid contra el rey de Marruecos, dan sobradas muestras de ineptitud y cobardía. Se apresuran, pues, a pedir al Cid que les deje volver a sus tierras junto con sus esposas. Todo el desprecio y alevosía lo vierten durante el camino de vuelta contra sus esposas; en el robledal de Corpes las golpean despiadadamente y las abandonan a una muerte segura. Gracias a otro miembro del séquito del Cid, Félez Muñoz, logran ser rescatadas y devueltas a Valencia.
El Cid pide justicia al rey Alfonso. Se celebra un juicio de desagravio en las cortes de Toledo, convocadas al efecto por el monarca. El Cid reclama cuantos presentes hizo a sus yernos, que son declarados como felones; luego se exige una reparación del honor. Mientras tanto, vencidos los de Carrión, caminan mensajeros de Aragón y Navarra para solicitar en matrimonio a las damas ultrajadas. El juglar termina su poema manifestándonos la alegría del héroe por estos matrimonios, dignos de sus hijas. En los últimos versos estalla la expresión jubilosa: ‘Ved qua londra crece al que en buen ora nació // cuando señoras son pues fijas de Navarra e de Aragón'".