Rimo, Romi y el quesoRimo y Romi eran dos ratoncitos a los que les encantaba el queso. Les gustaba tanto el queso que eran capaces de cualquier cosa por conseguirlo. Allí vivía una ancianita a la que también le encantaba el queso. - ¡Qué hambre! ¡Vayamos a comer un poco de queso de la ancianita! -decían los ratoncitos.
Así que los dos ratoncitos asomaban la cabeza por el agujerito y, si la ancianita estaba dormida, salían corriendo hacia la cocina para comer queso. Siempre había queso y pan en la cocina, pero aquel día no había nada. Al día siguiente, los ratoncitos volvieron a la cocina a buscar queso, pero, una vez más, no encontraron nada. - ¡Qué raro! ¡La ancianita siempre tiene un montón de queso y, de repente, no hay nada! -pensaron.
Nosotros siempre nos hemos comido su queso. ¿Por qué no intentamos traerle un poco de queso a ella para que coma un poco? -dijo Rimo. ERimo, Romi y el quesose mismo día los dos ratoncillos salieron de casa y tuvieron que andar horas y horas hasta encontrar un gran queso para llevarlo a casa de la ancianita. Por suerte, encontraron una carretilla con ruedas que les sirvió para transportar ese gran queso y, por fin, lo llevaron hasta la casa.
La ancianita no podía creerlo y comió aquel queso muy feliz. Desde entonces los ratoncitos se encargan de cuidar a la ancianita y nunca, nunca, nunca más faltó el queso en aquella casa .
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Rimo, Romi y el quesoRimo y Romi eran dos ratoncitos a los que les encantaba el queso. Les gustaba tanto el queso que eran capaces de cualquier cosa por conseguirlo. Allí vivía una ancianita a la que también le encantaba el queso. - ¡Qué hambre! ¡Vayamos a comer un poco de queso de la ancianita! -decían los ratoncitos.
Así que los dos ratoncitos asomaban la cabeza por el agujerito y, si la ancianita estaba dormida, salían corriendo hacia la cocina para comer queso. Siempre había queso y pan en la cocina, pero aquel día no había nada. Al día siguiente, los ratoncitos volvieron a la cocina a buscar queso, pero, una vez más, no encontraron nada. - ¡Qué raro! ¡La ancianita siempre tiene un montón de queso y, de repente, no hay nada! -pensaron.
Nosotros siempre nos hemos comido su queso. ¿Por qué no intentamos traerle un poco de queso a ella para que coma un poco? -dijo Rimo. ERimo, Romi y el quesose mismo día los dos ratoncillos salieron de casa y tuvieron que andar horas y horas hasta encontrar un gran queso para llevarlo a casa de la ancianita. Por suerte, encontraron una carretilla con ruedas que les sirvió para transportar ese gran queso y, por fin, lo llevaron hasta la casa.
La ancianita no podía creerlo y comió aquel queso muy feliz. Desde entonces los ratoncitos se encargan de cuidar a la ancianita y nunca, nunca, nunca más faltó el queso en aquella casa .
Explicación paso a paso:
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