En el siguiente cuarto se encuentran con un acertijo: en una tabla hay siete botellas; una poción les permitirá avanzar al cuarto siguiente, mientras que otra los dejará regresar al cuarto anterior. Hermione desentraña el acertijo utilizando la lógica y descubre cuáles son las pociones para cada cosa. Sin embargo, de la poción que permite avanzar solo queda un sorbo, por lo que Harry lo toma y Hermione regresa para buscar a Dumbledore. Harry atraviesa las llamas que rodean la siguiente puerta, protegido por la poción, e, inesperadamente, del otro lado no se encuentra con Snape, sino con el Profesor Quirrel.
Quirrel atrapa inmediatamente a Harry con cuerdas mágicas y le explica que es él quien estuvo tratando de matarlo a lo largo del año. No solo hechizó su escoba para que lo derribara durante el partido de Quidditch, sino que también dejó entrar al troll en Halloween, y ha tratado de robar la Piedra Filosofal desde que Dumbledore la trajo a Hogwarts. Harry queda paralizado por esta revelación, particularmente porque significa que todo ese tiempo estuvo culpando a Snape por las acciones de Quirrel. Harry también comprende que Quirrel estuvo ayudando a Voldemort desde el principio y se culpa por no haberse dado cuenta de ello.
Quirrel está frente al espejo de Oesed: este es el desafío final que lo separa de la Piedra Filosofal. Quirrel observa el espejo y se ve sosteniendo la Piedra, pero no puede comprender cómo obtenerla realmente. Repentinamente, Harry siente una voz incorpórea que le dice a Quirrel que debe utilizar al niño para obtener la piedra. Quirrel entonces suelta a Harry y lo coloca frente al espejo, obligándolo a usarlo. Determinado a evitar que Voldemort obtenga la piedra, Harry miente y dice que se ve a sí mismo ganando la copa de las casas. En verdad, se ve sosteniendo la Piedra Filosofal y colocándola en su bolsillo. Acto seguido, siente un peso repentino y se da cuenta de que el espejo le ha entregado la Piedra, tal como se lo muestra.
La voz vuelve a hablar y ordena a Quirrel que lo deje cara a cara con Harry. Quirrel entonces desarma su turbante y muestra a Harry que el rostro de Voldemort emerge en su nuca. Demasiado débil para poseer un cuerpo propio, Voldemort ha estado utilizando el cuerpo de Quirrel para sobrevivir. Voldemort le dice a Harry que sabe que tiene la Piedra en su bolsillo, y que debería dársela antes de que lo maten. Como este se niega, Voldemort le ordena a Quirrel que agarre al muchacho y lo asesine. Quirrel intenta sujetarlo, pero sus manos se queman cada vez que entra en contacto con la piel de Harry. Al darse cuenta de esto, Harry presiona con sus manos el rostro de Quirrel y siente cómo este se quema con su tacto. Mientras los dos luchan en medio de los gritos de Voldemort, el dolor que Harry siente en su cicatriz se hace tan intenso que termina por desmayarse.
Harry se despiera en el hospital y Dumbledore está a su lado. Este le asegura que la Piedra Filosofal está a salvo de Voldemort. Cuando Dumbledore llegó a la escena del calabozo, Voldemort huyó y abandonó a Quirrel, quien murió en ese momento. Nicolas Flamel y Dumbledore decidieron entonces destruir la Piedra para asegurarse de que nunca será usada por un mago oscuro. Luego, Dumbledore le explica a Harry que la piel de Quirrel se quemaba al entrar en contacto con la del niño puesto que Harry está protegido por el amor de su madre, algo que Voldemort no pudo tener en cuenta. También le explica que él fue capaz de encontrar la Piedra en el espejo de Oesed porque era el único que no quería usar la piedra por razones egoístas.
Harry rinde todos sus exámenes finales con éxito, a pesar de estar constantemente distraído por el asunto de Voldemort y la Piedra Filosofal. Su cicatriz arde con frecuencia, y sueña recurrentemente con una figura encapuchada chorreando sangre. Una vez que rinden el último examen, Ron y Hermione tratan de ayudar a Harry a relajarse confiando en que la Piedra está bien protegida. Sin embargo, Harry no puede quitarse de encima la sensación de que se está olvidando algo importante. Repentinamente, una noción lo golpea: si Hagrid es el único que sabe cómo neutralizar a Fluffy, el extraño regalo del huevo de dragón no puede haber sido una simple coincidencia.
Los tres niños se apresuran entonces hacia la cabaña del gigante para preguntarle a quién exactamente le ha ganado el huevo de dragón. Lo que es más importante, los tres niños descubren que Hagrid se había emborrachado y hablado de más con un extraño encapuchado, a quien ha llegado a decirle que Fluffy se duerme cuando oye música. Los tres niños ahora saben que Snape tiene la llave para llegar hasta la Piedra Filosofal, e inmediatamente vuelven al castillo para advertirle a Dumbledore. En su camino, los tres se cruzan con la Profesora Mcgonagall, quien les informa que Dumbledore ha dejado el castillo por el día. McGonagall desestima las advertencias de los niños sobre Snape y el robo de la Piedra Filosofal y los envía a disfrutar del buen clima fuera del castillo.
A pesar de que ningún profesor va a hacerles caso, Harry se niega a aceptar que Snape pueda obtener la Piedra Filosofal sin una pelea. Decide entonces que le correponde a él robarla esa misma noche. Incluso si lo expulsan por romper las reglas, no puede sentarse a mirar cómo Snape entrega la piedra a Voldemort para que este regrese a su forma humana y recupere su antiguo poder. Contagiados por esta pasión, Hermione y Ron juran ayudarlo en su empresa.
Esa noche, los tres niños se topan con Neville cuando están abandonando la sala común de Gryffindor. Neville no los deja pasar puesto que no quiere seguir perdiendo puntos, ni desea que sus amigos se metan en problemas. Por eso, Hermione usa una maldición paralizante en él. Cuando llegan al corredor prohibido del tercer piso, Harry toca la flauta que Hagrid le ha regalado para Navidad y logra dormir a Fluffy. Los tres niños entonces saltan por la puerta trampa y aterrizan sobre un nuevo obstáculo: una enredadera llamada Lazo del Diablo que comienza a estrangularlos. Hermione recuerda sus clases de herbología y usa fuego mágico para espantar a la planta con su luz y salvar a Harry y a Ron, que estaban comenzando a sofocarse.
El siguiente desafío que se les presenta es obtener la llave para abrir una puerta, entre las miles de llaves aladas que vuelan por toda la sala. Los niños usan las escobas voladoras que hay en la sala y Harry, excepcionalmente talentoso para ello, encuentra la llave correspondiente y logra cazarla. En la sala siguiente los niños se encuentran con un enorme tablero de ajedrez. Los tres deben tomar posiciones de fichas y ganar la partida para destrabar la puerta. Ron los dirige con éxito, aunque debe sacrificarse en una jugada arriesgada para que Harry pueda hacer jaque mate. Como consecuencia, Ron es golpeado por una pieza enemiga y queda inconsciente a un lado del tablero, por lo que Harry y Hermione continúan solos.
En el siguiente cuarto se encuentran con un acertijo: en una tabla hay siete botellas; una poción les permitirá avanzar al cuarto siguiente, mientras que otra los dejará regresar al cuarto anterior. Hermione desentraña el acertijo utilizando la lógica y descubre cuáles son las pociones para cada cosa. Sin embargo, de la poción que permite avanzar solo queda un sorbo, por lo que Harry lo toma y Hermione regresa para buscar a Dumbledore. Harry atraviesa las llamas que rodean la siguiente puerta, protegido por la poción, e, inesperadamente, del otro lado no se encuentra con Snape, sino con el Profesor Quirrel.
Quirrel atrapa inmediatamente a Harry con cuerdas mágicas y le explica que es él quien estuvo tratando de matarlo a lo largo del año. No solo hechizó su escoba para que lo derribara durante el partido de Quidditch, sino que también dejó entrar al troll en Halloween, y ha tratado de robar la Piedra Filosofal desde que Dumbledore la trajo a Hogwarts. Harry queda paralizado por esta revelación, particularmente porque significa que todo ese tiempo estuvo culpando a Snape por las acciones de Quirrel. Harry también comprende que Quirrel estuvo ayudando a Voldemort desde el principio y se culpa por no haberse dado cuenta de ello.
Respuesta:
En el siguiente cuarto se encuentran con un acertijo: en una tabla hay siete botellas; una poción les permitirá avanzar al cuarto siguiente, mientras que otra los dejará regresar al cuarto anterior. Hermione desentraña el acertijo utilizando la lógica y descubre cuáles son las pociones para cada cosa. Sin embargo, de la poción que permite avanzar solo queda un sorbo, por lo que Harry lo toma y Hermione regresa para buscar a Dumbledore. Harry atraviesa las llamas que rodean la siguiente puerta, protegido por la poción, e, inesperadamente, del otro lado no se encuentra con Snape, sino con el Profesor Quirrel.
Quirrel atrapa inmediatamente a Harry con cuerdas mágicas y le explica que es él quien estuvo tratando de matarlo a lo largo del año. No solo hechizó su escoba para que lo derribara durante el partido de Quidditch, sino que también dejó entrar al troll en Halloween, y ha tratado de robar la Piedra Filosofal desde que Dumbledore la trajo a Hogwarts. Harry queda paralizado por esta revelación, particularmente porque significa que todo ese tiempo estuvo culpando a Snape por las acciones de Quirrel. Harry también comprende que Quirrel estuvo ayudando a Voldemort desde el principio y se culpa por no haberse dado cuenta de ello.
Quirrel está frente al espejo de Oesed: este es el desafío final que lo separa de la Piedra Filosofal. Quirrel observa el espejo y se ve sosteniendo la Piedra, pero no puede comprender cómo obtenerla realmente. Repentinamente, Harry siente una voz incorpórea que le dice a Quirrel que debe utilizar al niño para obtener la piedra. Quirrel entonces suelta a Harry y lo coloca frente al espejo, obligándolo a usarlo. Determinado a evitar que Voldemort obtenga la piedra, Harry miente y dice que se ve a sí mismo ganando la copa de las casas. En verdad, se ve sosteniendo la Piedra Filosofal y colocándola en su bolsillo. Acto seguido, siente un peso repentino y se da cuenta de que el espejo le ha entregado la Piedra, tal como se lo muestra.
La voz vuelve a hablar y ordena a Quirrel que lo deje cara a cara con Harry. Quirrel entonces desarma su turbante y muestra a Harry que el rostro de Voldemort emerge en su nuca. Demasiado débil para poseer un cuerpo propio, Voldemort ha estado utilizando el cuerpo de Quirrel para sobrevivir. Voldemort le dice a Harry que sabe que tiene la Piedra en su bolsillo, y que debería dársela antes de que lo maten. Como este se niega, Voldemort le ordena a Quirrel que agarre al muchacho y lo asesine. Quirrel intenta sujetarlo, pero sus manos se queman cada vez que entra en contacto con la piel de Harry. Al darse cuenta de esto, Harry presiona con sus manos el rostro de Quirrel y siente cómo este se quema con su tacto. Mientras los dos luchan en medio de los gritos de Voldemort, el dolor que Harry siente en su cicatriz se hace tan intenso que termina por desmayarse.
Harry se despiera en el hospital y Dumbledore está a su lado. Este le asegura que la Piedra Filosofal está a salvo de Voldemort. Cuando Dumbledore llegó a la escena del calabozo, Voldemort huyó y abandonó a Quirrel, quien murió en ese momento. Nicolas Flamel y Dumbledore decidieron entonces destruir la Piedra para asegurarse de que nunca será usada por un mago oscuro. Luego, Dumbledore le explica a Harry que la piel de Quirrel se quemaba al entrar en contacto con la del niño puesto que Harry está protegido por el amor de su madre, algo que Voldemort no pudo tener en cuenta. También le explica que él fue capaz de encontrar la Piedra en el espejo de Oesed porque era el único que no quería usar la piedra por razones egoístas.
Respuesta:
Harry rinde todos sus exámenes finales con éxito, a pesar de estar constantemente distraído por el asunto de Voldemort y la Piedra Filosofal. Su cicatriz arde con frecuencia, y sueña recurrentemente con una figura encapuchada chorreando sangre. Una vez que rinden el último examen, Ron y Hermione tratan de ayudar a Harry a relajarse confiando en que la Piedra está bien protegida. Sin embargo, Harry no puede quitarse de encima la sensación de que se está olvidando algo importante. Repentinamente, una noción lo golpea: si Hagrid es el único que sabe cómo neutralizar a Fluffy, el extraño regalo del huevo de dragón no puede haber sido una simple coincidencia.
Los tres niños se apresuran entonces hacia la cabaña del gigante para preguntarle a quién exactamente le ha ganado el huevo de dragón. Lo que es más importante, los tres niños descubren que Hagrid se había emborrachado y hablado de más con un extraño encapuchado, a quien ha llegado a decirle que Fluffy se duerme cuando oye música. Los tres niños ahora saben que Snape tiene la llave para llegar hasta la Piedra Filosofal, e inmediatamente vuelven al castillo para advertirle a Dumbledore. En su camino, los tres se cruzan con la Profesora Mcgonagall, quien les informa que Dumbledore ha dejado el castillo por el día. McGonagall desestima las advertencias de los niños sobre Snape y el robo de la Piedra Filosofal y los envía a disfrutar del buen clima fuera del castillo.
A pesar de que ningún profesor va a hacerles caso, Harry se niega a aceptar que Snape pueda obtener la Piedra Filosofal sin una pelea. Decide entonces que le correponde a él robarla esa misma noche. Incluso si lo expulsan por romper las reglas, no puede sentarse a mirar cómo Snape entrega la piedra a Voldemort para que este regrese a su forma humana y recupere su antiguo poder. Contagiados por esta pasión, Hermione y Ron juran ayudarlo en su empresa.
Esa noche, los tres niños se topan con Neville cuando están abandonando la sala común de Gryffindor. Neville no los deja pasar puesto que no quiere seguir perdiendo puntos, ni desea que sus amigos se metan en problemas. Por eso, Hermione usa una maldición paralizante en él. Cuando llegan al corredor prohibido del tercer piso, Harry toca la flauta que Hagrid le ha regalado para Navidad y logra dormir a Fluffy. Los tres niños entonces saltan por la puerta trampa y aterrizan sobre un nuevo obstáculo: una enredadera llamada Lazo del Diablo que comienza a estrangularlos. Hermione recuerda sus clases de herbología y usa fuego mágico para espantar a la planta con su luz y salvar a Harry y a Ron, que estaban comenzando a sofocarse.
El siguiente desafío que se les presenta es obtener la llave para abrir una puerta, entre las miles de llaves aladas que vuelan por toda la sala. Los niños usan las escobas voladoras que hay en la sala y Harry, excepcionalmente talentoso para ello, encuentra la llave correspondiente y logra cazarla. En la sala siguiente los niños se encuentran con un enorme tablero de ajedrez. Los tres deben tomar posiciones de fichas y ganar la partida para destrabar la puerta. Ron los dirige con éxito, aunque debe sacrificarse en una jugada arriesgada para que Harry pueda hacer jaque mate. Como consecuencia, Ron es golpeado por una pieza enemiga y queda inconsciente a un lado del tablero, por lo que Harry y Hermione continúan solos.
En el siguiente cuarto se encuentran con un acertijo: en una tabla hay siete botellas; una poción les permitirá avanzar al cuarto siguiente, mientras que otra los dejará regresar al cuarto anterior. Hermione desentraña el acertijo utilizando la lógica y descubre cuáles son las pociones para cada cosa. Sin embargo, de la poción que permite avanzar solo queda un sorbo, por lo que Harry lo toma y Hermione regresa para buscar a Dumbledore. Harry atraviesa las llamas que rodean la siguiente puerta, protegido por la poción, e, inesperadamente, del otro lado no se encuentra con Snape, sino con el Profesor Quirrel.
Quirrel atrapa inmediatamente a Harry con cuerdas mágicas y le explica que es él quien estuvo tratando de matarlo a lo largo del año. No solo hechizó su escoba para que lo derribara durante el partido de Quidditch, sino que también dejó entrar al troll en Halloween, y ha tratado de robar la Piedra Filosofal desde que Dumbledore la trajo a Hogwarts. Harry queda paralizado por esta revelación, particularmente porque significa que todo ese tiempo estuvo culpando a Snape por las acciones de Quirrel. Harry también comprende que Quirrel estuvo ayudando a Voldemort desde el principio y se culpa por no haberse dado cuenta de ello.