Aladino era un jovencito humilde, bueno y colaborador. Vivía en Arabia con su madre, pues su padre había fallecido cuando era muy pequeño. Pero a Aladino le gustaba recordarlo. «Tu padre se llamaba Mustafá -le decía su madre, un hombre trabajador y honesto, pero guardaba celosamente un extraño secreto».
Una mañana, cuando acudió al mercado a hacer compras, un misterioso sujeto lo detuvo en su camino, diciéndole que sabía de su padre. “¿Conoció usted a papá?”, le preguntó con inusitada curiosidad.
El hombre le contestó: “Mustafá era mi primo, yo soy tu tío”, y lo acompañó a casa colmándolo de regalos. A su madre le pareció algo sospechoso porque Mustafá nunca le habló de tal pariente, pero al ver que se mostraba generoso con Aladino, accedió a que saliesen a dar un paseo por el bosque. Caminaron hasta llegar a la entrada de una cueva desolada. “Tienes que entrar le ordenó el sujeto porque allí hay una lámpara mágica que nos hará muy ricos”. Pero Aladino se rehusó, forcejearon y el hombre lo hizo ingresar a la fuerza, tapiando la entrada con una enorme roca
Aladino era un jovencito humilde, bueno y colaborador. Vivía en Arabia con su madre, pues su padre había fallecido cuando era muy pequeño. Pero a Aladino le gustaba recordarlo. «Tu padre se llamaba Mustafá -le decía su madre, un hombre trabajador y honesto, pero guardaba celosamente un extraño secreto».
Una mañana, cuando acudió al mercado a hacer compras, un misterioso sujeto lo detuvo en su camino, diciéndole que sabía de su padre. “¿Conoció usted a papá?”, le preguntó con inusitada curiosidad.
El hombre le contestó: “Mustafá era mi primo, yo soy tu tío”, y lo acompañó a casa colmándolo de regalos. A su madre le pareció algo sospechoso porque Mustafá nunca le habló de tal pariente, pero al ver que se mostraba generoso con Aladino, accedió a que saliesen a dar un paseo por el bosque. Caminaron hasta llegar a la entrada de una cueva desolada. “Tienes que entrar le ordenó el sujeto porque allí hay una lámpara mágica que nos hará muy ricos”. Pero Aladino se rehusó, forcejearon y el hombre lo hizo ingresar a la fuerza, tapiando la entrada con una enorme roca