Con 11 millones de habitantes, Haití es una nación que no encuentra sosiego. La atraviesa una corrupción rampante, la inequidad, la pobreza extrema y las calamidades que le han dejado múltiples catástrofes naturales. Esta mezcla ha provocado múltiples levantamientos populares, como el que recientemente sume a Haití en una nueva crisis y una ola de inseguridad y secuestros.
En 1804, una revuelta de esclavos liderada por el general Toussaint Louverture convirtió a Haití en la primera nación independiente de toda América Latina y el Caribe, y la primera en el mundo en abolir la esclavitud. Siguieron cerca de 100 años de inestabilidad política y el pago de una onerosa indemnización a Francia.
La primera mitad del siglo XX estuvo marcada por la ocupación militar de Estados Unidos, entre 1915 y 1934, y una masacre instigada por el presidente dominicano Rafael Trujillo en la frontera común de Haití y República Dominicana, que se cobró la vida de 20.000 a 30.000 haitianos.
La violencia no se detuvo, y de 1957 a 1986, padre e hijo Duvalier -François, el padre, apodado 'Papa Doc' y su hijo Jean-Claude, 'Baby Doc'- sembraron el terror y desangraron el erario público. Se estima que sus grupos paramilitares, entre ellos los tristemente célebres 'Tonton Macoute' secuestraron, torturaron, mataron y desaparecieron a 60 mil personas de la oposición.
Harta de la opresión y las élites haitianas, en 1986 una insurrección popular derrocó a Jean Claude Duvalier, quien se exilió en Francia. Pero su partida no solucionó los problemas estructurales del país.
La fallida democracia que arrancó en Haití en la década de 1990
El poder en Haití estuvo por unos años en manos de militares que propinaron una serie de golpes de Estado, hasta que en 1990 fue elegido por primera vez un presidente democráticamente: Jean-Bertrand Aristide.
Aristide comenzó a gobernar el 7 de febrero de 1991, con tan mala suerte que fue depuesto en un nuevo golpe militar siete meses después. Mientras se exilió en Venezuela y después en Washington, los militares, de nuevo en el poder, llevaron a cabo cientos de detenciones, torturas, ejecuciones extrajudiciales de los ciudadanos partidarios de Aristide. Así lo denunció la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 1993.
Un año después, en 1994, con el apoyo de 20.000 soldados estadounidenses, Aristide fue devuelto al poder, desde donde concedió a los Estados Unidos futuras privatizaciones en empresas de telecomunicaciones y aplicó medidas neoliberales exigidas por instituciones financieras internacionales.
En 1995, Aristide le traspasó el poder a René Préval, el segundo presidente haitiano elegido democráticamente en doscientos años. Préval gobernó 5 años sin mayores sobresaltos y con un marcado enfoque de economía neoliberal. En 2000 le retornó la presidencia a su colega Aristide, quien padeció un nuevo hartazgo del pueblo. Y es que las cosas no andaban bien. La inestabilidad política, la corrupción, el crimen y la miseria siguieron profundizándose al punto que en 2004 una revuelta popular lo forzaron a un nuevo exilio.
La ONU envió ese mismo año una misión de paz -MINUSTAH- para apaciguar y estabilizar los caldeados ánimos del país caribeño. MINUSTAH estuvo los siguientes 13 años allí, envuelta en controversias que han generado el recelo de los haitianos frente a la ONU.
El terremoto de 2010 que hundió al país en la desesperanza
Azotada durante años por huracanes y tormentas tropicales, el 12 de enero de 2010, Haití sufrió un terremoto devastador que dejó al menos 220.000 personas muertas, otras 350.000 quedaron heridas y se registró un millón y medio de damnificados. El devastador sismo agravó la aguda y penosa crisis social. El país quedó parcialmente en ruinas, con cientos de miles de viviendas, edificios gubernamentales e iglesias destruidas.
Para colmo, desechos de una estación de la ONU contaminaron de cólera el Artibonite, el principal río de la Isla La Española, generando una epidemia que cobró la vida de 10.000 personas y enfermó a más de 600.000. Después de años de negar su responsabilidad, la ONU pidió perdón en 2016, pero poco ha hecho en materia de reparación financiera. Desde entonces, Haití intenta reconstruirse sin éxito.
En noviembre de 2010, once meses después del terremoto, se llevaron a cabo elecciones en las que ascendió el músico y político Michel Martelly. Su promesa de campaña fue la de reconstruir un país sumido en la desesperanza y en el que cientos de miles de familias vivían hacinadas en frágiles refugios sin servicios de saneamiento básico. Pero la presidencia de Martelly sostuvo un pulso constante con el parlamento y su gobierno no alcanzó las metas propuestas .
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Con 11 millones de habitantes, Haití es una nación que no encuentra sosiego. La atraviesa una corrupción rampante, la inequidad, la pobreza extrema y las calamidades que le han dejado múltiples catástrofes naturales. Esta mezcla ha provocado múltiples levantamientos populares, como el que recientemente sume a Haití en una nueva crisis y una ola de inseguridad y secuestros.
En 1804, una revuelta de esclavos liderada por el general Toussaint Louverture convirtió a Haití en la primera nación independiente de toda América Latina y el Caribe, y la primera en el mundo en abolir la esclavitud. Siguieron cerca de 100 años de inestabilidad política y el pago de una onerosa indemnización a Francia.
La primera mitad del siglo XX estuvo marcada por la ocupación militar de Estados Unidos, entre 1915 y 1934, y una masacre instigada por el presidente dominicano Rafael Trujillo en la frontera común de Haití y República Dominicana, que se cobró la vida de 20.000 a 30.000 haitianos.
La violencia no se detuvo, y de 1957 a 1986, padre e hijo Duvalier -François, el padre, apodado 'Papa Doc' y su hijo Jean-Claude, 'Baby Doc'- sembraron el terror y desangraron el erario público. Se estima que sus grupos paramilitares, entre ellos los tristemente célebres 'Tonton Macoute' secuestraron, torturaron, mataron y desaparecieron a 60 mil personas de la oposición.
Harta de la opresión y las élites haitianas, en 1986 una insurrección popular derrocó a Jean Claude Duvalier, quien se exilió en Francia. Pero su partida no solucionó los problemas estructurales del país.
La fallida democracia que arrancó en Haití en la década de 1990
El poder en Haití estuvo por unos años en manos de militares que propinaron una serie de golpes de Estado, hasta que en 1990 fue elegido por primera vez un presidente democráticamente: Jean-Bertrand Aristide.
Aristide comenzó a gobernar el 7 de febrero de 1991, con tan mala suerte que fue depuesto en un nuevo golpe militar siete meses después. Mientras se exilió en Venezuela y después en Washington, los militares, de nuevo en el poder, llevaron a cabo cientos de detenciones, torturas, ejecuciones extrajudiciales de los ciudadanos partidarios de Aristide. Así lo denunció la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 1993.
Un año después, en 1994, con el apoyo de 20.000 soldados estadounidenses, Aristide fue devuelto al poder, desde donde concedió a los Estados Unidos futuras privatizaciones en empresas de telecomunicaciones y aplicó medidas neoliberales exigidas por instituciones financieras internacionales.
En 1995, Aristide le traspasó el poder a René Préval, el segundo presidente haitiano elegido democráticamente en doscientos años. Préval gobernó 5 años sin mayores sobresaltos y con un marcado enfoque de economía neoliberal. En 2000 le retornó la presidencia a su colega Aristide, quien padeció un nuevo hartazgo del pueblo. Y es que las cosas no andaban bien. La inestabilidad política, la corrupción, el crimen y la miseria siguieron profundizándose al punto que en 2004 una revuelta popular lo forzaron a un nuevo exilio.
La ONU envió ese mismo año una misión de paz -MINUSTAH- para apaciguar y estabilizar los caldeados ánimos del país caribeño. MINUSTAH estuvo los siguientes 13 años allí, envuelta en controversias que han generado el recelo de los haitianos frente a la ONU.
El terremoto de 2010 que hundió al país en la desesperanza
Azotada durante años por huracanes y tormentas tropicales, el 12 de enero de 2010, Haití sufrió un terremoto devastador que dejó al menos 220.000 personas muertas, otras 350.000 quedaron heridas y se registró un millón y medio de damnificados. El devastador sismo agravó la aguda y penosa crisis social. El país quedó parcialmente en ruinas, con cientos de miles de viviendas, edificios gubernamentales e iglesias destruidas.
Para colmo, desechos de una estación de la ONU contaminaron de cólera el Artibonite, el principal río de la Isla La Española, generando una epidemia que cobró la vida de 10.000 personas y enfermó a más de 600.000. Después de años de negar su responsabilidad, la ONU pidió perdón en 2016, pero poco ha hecho en materia de reparación financiera. Desde entonces, Haití intenta reconstruirse sin éxito.
En noviembre de 2010, once meses después del terremoto, se llevaron a cabo elecciones en las que ascendió el músico y político Michel Martelly. Su promesa de campaña fue la de reconstruir un país sumido en la desesperanza y en el que cientos de miles de familias vivían hacinadas en frágiles refugios sin servicios de saneamiento básico. Pero la presidencia de Martelly sostuvo un pulso constante con el parlamento y su gobierno no alcanzó las metas propuestas .
Explicación:
espero te alcanse para las dos hojas xd