En el siglo IX se formó el Estado ruso antiguo, denominado Rusia de Kiev, en cuyo territorio se configuró la nacionalidad antigua rusa única. En el año 988 el cristianismo fue adoptado como religión oficial.
En el s. XII, la Rusia de Kiev se desintegró a causa de las enconadas guerras intestinas y el debilitamiento del poder central, dando lugar a la constitución de la República de Nóvgorod, el principado de Vladímir y Suzdal, el de Galitzia y Volinia y otros.
Las continuas rivalidades y discrepancias entre los príncipes impidieron que se hiciera frente a la agresión a Rusia, emprendida por los conquistadores tártaro-mongoles en la primera mitad del s. XIII. Como resultado, casi durante 250 años Rusia permaneció bajo el dominio tártaro-mongol, que significó innumerables calamidades y víctimas entre la población y perjudicó irreparablemente el desarrollo económico, político y cultural. En 1380, en el campo de Kulikovo un golpe demoledor a los agresores fue asestado por las fuerzas unificadas de las tierras rusas al mando del Gran príncipe moscovita Demetrio del Don. No obstante, hasta la liberación definitiva del yugo tártaro se requirieron 100 años mas.
En los siglos XIV-XVI alrededor de Moscú se fue centralizando el Estado ruso, unificando todas las tierras del Noreste y Noroeste de Rusia y dando lugar a la formación del núcleo de la nación rusa.
A comienzos del s. XVII Rusia rechazo la intervención polaco-lituana y sueca. A mediados del mismo siglo Ucrania se unió a Rusia en un Estado único.
Un empuje al desarrollo político-económico, social y cultural y la modernización del ejercito ruso dieron las reformas de Pedro el Grande, realizadas a fines del s. XVII y el primer cuarto del XVIII. Las brillantes victorias obtenidas por las tropas de Pedro en la Guerra de Norte (1700-1721), permitieron que Rusia saliera al mar Báltico, "abriéndose una ventana a Europa", según una expresión metafórica. En ese periodo se intensificaron la diplomacia y las relaciones internacionales de Rusia.
En los siglos XVI-XIX, luego de anexionarse y asimilarse los territorios del Norte, Volga, Urales, Siberia, Extreme Oriente y la integración voluntaria de varios pueblos no rusos, se formó un Estado multinacional: el Imperio Ruso.
A comienzos del s. XIX los pueblos del Imperio Ruso tuvieron que rechazar la agresión de Napoleón (Guerra Patria de 1812).
Un hito importante en la historia rusa fue la reforma agraria de 1861, que abolió la servidumbre (existente desde el s. XVI) e impulsó el desarrollo acelerado de la economía nacional. En las ultimas décadas del s. XIX se registraba un vertiginoso auge industrial, el desarrollo de la empresa privada, del sistema bancario y el comercio. Al mismo tiempo, se agudizan las contradicciones sociales, aumenta el descontento con la autocracia zarista.
En el siglo IX se formó el Estado ruso antiguo, denominado Rusia de Kiev, en cuyo territorio se configuró la nacionalidad antigua rusa única. En el año 988 el cristianismo fue adoptado como religión oficial.
En el s. XII, la Rusia de Kiev se desintegró a causa de las enconadas guerras intestinas y el debilitamiento del poder central, dando lugar a la constitución de la República de Nóvgorod, el principado de Vladímir y Suzdal, el de Galitzia y Volinia y otros.
Las continuas rivalidades y discrepancias entre los príncipes impidieron que se hiciera frente a la agresión a Rusia, emprendida por los conquistadores tártaro-mongoles en la primera mitad del s. XIII. Como resultado, casi durante 250 años Rusia permaneció bajo el dominio tártaro-mongol, que significó innumerables calamidades y víctimas entre la población y perjudicó irreparablemente el desarrollo económico, político y cultural. En 1380, en el campo de Kulikovo un golpe demoledor a los agresores fue asestado por las fuerzas unificadas de las tierras rusas al mando del Gran príncipe moscovita Demetrio del Don. No obstante, hasta la liberación definitiva del yugo tártaro se requirieron 100 años mas.
En los siglos XIV-XVI alrededor de Moscú se fue centralizando el Estado ruso, unificando todas las tierras del Noreste y Noroeste de Rusia y dando lugar a la formación del núcleo de la nación rusa.
A comienzos del s. XVII Rusia rechazo la intervención polaco-lituana y sueca. A mediados del mismo siglo Ucrania se unió a Rusia en un Estado único.
Un empuje al desarrollo político-económico, social y cultural y la modernización del ejercito ruso dieron las reformas de Pedro el Grande, realizadas a fines del s. XVII y el primer cuarto del XVIII. Las brillantes victorias obtenidas por las tropas de Pedro en la Guerra de Norte (1700-1721), permitieron que Rusia saliera al mar Báltico, "abriéndose una ventana a Europa", según una expresión metafórica. En ese periodo se intensificaron la diplomacia y las relaciones internacionales de Rusia.
En los siglos XVI-XIX, luego de anexionarse y asimilarse los territorios del Norte, Volga, Urales, Siberia, Extreme Oriente y la integración voluntaria de varios pueblos no rusos, se formó un Estado multinacional: el Imperio Ruso.
A comienzos del s. XIX los pueblos del Imperio Ruso tuvieron que rechazar la agresión de Napoleón (Guerra Patria de 1812).
Un hito importante en la historia rusa fue la reforma agraria de 1861, que abolió la servidumbre (existente desde el s. XVI) e impulsó el desarrollo acelerado de la economía nacional. En las ultimas décadas del s. XIX se registraba un vertiginoso auge industrial, el desarrollo de la empresa privada, del sistema bancario y el comercio. Al mismo tiempo, se agudizan las contradicciones sociales, aumenta el descontento con la autocracia zarista.
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