Si bien es cierto que en el último siglo se han hecho enormes avances científicos, nuestro conocimiento de la naturaleza dista mucho de ser completo. La comunidad científica no solo no ha encontrado el Santo Grial de la física –el que unifica lo muy grande (relatividad general) con lo muy pequeño (mecánica cuántica)–, sino que sigue sin saber de qué está compuesta la inmensa mayoría del universo. La teoría del todo que se está intentando elaborar sigue siendo escurridiza. Y también hay otros rompecabezas que aún están sin resolver, como, por ejemplo, el proceso por el que la conciencia surge de la simple materia.
¿Podrá la ciencia hallar todas las respuestas? El cerebro humano es fruto de una evolución ciega y no guiada. Se diseñó para resolver problemas prácticos relacionados con nuestra supervivencia y reproducción, no para desentrañar el tejido del universo. Esta revelación ha llevado a algunos filósofos a asumir una curiosa forma de pesimismo, argumentando que, inevitablemente, hay cosas que jamás entenderemos, por lo que algún día la ciencia humana llegará a un límite infranqueable, si es que no lo ha alcanzado ya.
Es posible que algunas preguntas estén abocadas a ser lo que el lingüista y filósofo Noam Chomsky denominó “misterios”. Si uno cree que los seres humanos somos los únicos que poseemos facultades cognitivas ilimitadas –que nos diferencian del resto de los animales–, es que no ha llegado a asimilar del todo la idea darwiniana de que el Homo sapiens forma parte del mundo natural.
Ahora bien, ¿se sostiene realmente este argumento? Debe tenerse en cuenta que el cerebro humano tampoco evolucionó para descubrir sus propios orígenes. Y, sin embargo, de alguna manera eso es precisamente lo que hemos hecho. Puede que a los pesimistas se les esté escapando algo.
Explicación:
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mia5267
pregunta todo lo que escribiste es todo lo de la foto
Respuesta:
Si bien es cierto que en el último siglo se han hecho enormes avances científicos, nuestro conocimiento de la naturaleza dista mucho de ser completo. La comunidad científica no solo no ha encontrado el Santo Grial de la física –el que unifica lo muy grande (relatividad general) con lo muy pequeño (mecánica cuántica)–, sino que sigue sin saber de qué está compuesta la inmensa mayoría del universo. La teoría del todo que se está intentando elaborar sigue siendo escurridiza. Y también hay otros rompecabezas que aún están sin resolver, como, por ejemplo, el proceso por el que la conciencia surge de la simple materia.
¿Podrá la ciencia hallar todas las respuestas? El cerebro humano es fruto de una evolución ciega y no guiada. Se diseñó para resolver problemas prácticos relacionados con nuestra supervivencia y reproducción, no para desentrañar el tejido del universo. Esta revelación ha llevado a algunos filósofos a asumir una curiosa forma de pesimismo, argumentando que, inevitablemente, hay cosas que jamás entenderemos, por lo que algún día la ciencia humana llegará a un límite infranqueable, si es que no lo ha alcanzado ya.
Es posible que algunas preguntas estén abocadas a ser lo que el lingüista y filósofo Noam Chomsky denominó “misterios”. Si uno cree que los seres humanos somos los únicos que poseemos facultades cognitivas ilimitadas –que nos diferencian del resto de los animales–, es que no ha llegado a asimilar del todo la idea darwiniana de que el Homo sapiens forma parte del mundo natural.
Ahora bien, ¿se sostiene realmente este argumento? Debe tenerse en cuenta que el cerebro humano tampoco evolucionó para descubrir sus propios orígenes. Y, sin embargo, de alguna manera eso es precisamente lo que hemos hecho. Puede que a los pesimistas se les esté escapando algo.
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