La humanidad se encuentra en un punto de inflexión, exacerbado por la pandemia COVID-19. Esta experiencia colectiva debe servir para provocar una reflexión global sobre nuestro futuro y conducirnos hacia una sociedad del conocimiento, manteniendo siempre una perspectiva empática sobre las necesidades de todos.
“Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla”. Esta anónima frase, atribuida, entre otros, a Napoleón Bonaparte, nos enseña que para prepararnos para el futuro es indispensable también mirar a nuestro pasado y tener presente las lecciones aprendidas.
La actual crisis sanitaria generada por la pandemia COVID-19, producida por el virus SARS-CoV-2 (Yanes, 2020), no es la primera ni, desafortunadamente, será la última a la que se enfrente la humanidad. Las enfermedades, de hecho, han sido potentes palancas de cambio histórico, al tener capacidad de cambiar una sociedad, sobre todo cuando se combinaron con otros elementos perturbadores. Unos pocos ejemplos bastan para ilustrar estos procesos: la epidemia durante la Guerra del Peloponeso entre Atenas y Esparta en el siglo V a.e.c. (antes de la era común); la peste del siglo XIV e.c. (era común), que cambió la estructura socioeconómica de Europa; o la viruela y otras enfermedades en la expansión europea en América y otros continentes (Diamond, 2005). Para los implicados, tanto estructuras políticas como individuos, el cambio fue dramático y dejó múltiples damnificados, pero también permitirá abrir nuevas oportunidades.
La humanidad se encuentra en un punto de inflexión, exacerbado por la pandemia COVID-19. Esta experiencia colectiva debe servir para provocar una reflexión global sobre nuestro futuro y conducirnos hacia una sociedad del conocimiento, manteniendo siempre una perspectiva empática sobre las necesidades de todos.
“Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla”. Esta anónima frase, atribuida, entre otros, a Napoleón Bonaparte, nos enseña que para prepararnos para el futuro es indispensable también mirar a nuestro pasado y tener presente las lecciones aprendidas.
La actual crisis sanitaria generada por la pandemia COVID-19, producida por el virus SARS-CoV-2 (Yanes, 2020), no es la primera ni, desafortunadamente, será la última a la que se enfrente la humanidad. Las enfermedades, de hecho, han sido potentes palancas de cambio histórico, al tener capacidad de cambiar una sociedad, sobre todo cuando se combinaron con otros elementos perturbadores. Unos pocos ejemplos bastan para ilustrar estos procesos: la epidemia durante la Guerra del Peloponeso entre Atenas y Esparta en el siglo V a.e.c. (antes de la era común); la peste del siglo XIV e.c. (era común), que cambió la estructura socioeconómica de Europa; o la viruela y otras enfermedades en la expansión europea en América y otros continentes (Diamond, 2005). Para los implicados, tanto estructuras políticas como individuos, el cambio fue dramático y dejó múltiples damnificados, pero también permitirá abrir nuevas oportunidades.