Ya pasaron 4 días desde que me fui. El tren hacía París avanza con rapidez, la misma rapidez con la que se esfumaron los años de felicidad a lado de Jesús en aquella humilde casa azul ubicada en la esquina de la calle Esperanza, la calle que siempre albergo mis mas profundos sueños. Veo venir a Jesús sobre la calle Esperanza, el joven que tanto me gustaba y me había hecho suspirar durante toda mi adolescencia, se dirigía hacia mi, las piernas me temblaban y sentía que me derretía, para ese momento él ya estaba en frente de mi preguntándome ¿Quieres una Coca-cola?, desde ese momento él y yo nos volvimos inseparables, mejor dicho, lo éramos hasta hace 4 días. Sigo mi destino y la siguiente parada es París, el más grande y profundo de mis sueños después de haber vivido con Jesús.
Ya pasaron 4 días desde que me fui. El tren hacía París avanza con rapidez, la misma rapidez con la que se esfumaron los años de felicidad a lado de Jesús en aquella humilde casa azul ubicada en la esquina de la calle Esperanza, la calle que siempre albergo mis mas profundos sueños. Veo venir a Jesús sobre la calle Esperanza, el joven que tanto me gustaba y me había hecho suspirar durante toda mi adolescencia, se dirigía hacia mi, las piernas me temblaban y sentía que me derretía, para ese momento él ya estaba en frente de mi preguntándome ¿Quieres una Coca-cola?, desde ese momento él y yo nos volvimos inseparables, mejor dicho, lo éramos hasta hace 4 días. Sigo mi destino y la siguiente parada es París, el más grande y profundo de mis sueños después de haber vivido con Jesús.