Crecería 2,8% en 2016, frente a 3% en 2015, debido a la continuación del ajuste asociado a los bajos precios del petróleo y su impacto adverso sobre el ingreso nacional y la demanda interna.
La economía mundial y la colombiana vuelven a enfrentar grandes retos en 2016 ante los persistentes precios bajos de las materias primas, el mediocre crecimiento económico de los países desarrollados, la desaceleración de los emergentes y la incertidumbre sobre el proceso de normalización de la política monetaria en EE. UU., a la vez que Europa y Japón se aprestan a otorgar más estímulo de este tipo.
En particular, vemos un riesgo no despreciable de un desplome adicional de los precios del petróleo o de un error de cálculo de las autoridades chinas que acentúe la desaceleración de esa economía, lo cual podría conducir a un escenario de recesión global.
Esperamos que la economía colombiana crezca 2,8% en 2016, frente a 3% en 2015, principalmente debido a la continuación del ajuste asociado a los bajos precios del petróleo y su impacto adverso sobre el ingreso nacional y la demanda interna.
Otros factores que influirán en el bajo crecimiento económico serán: i) la persistencia de los efectos de la devaluación sobre la inversión y los adicionales recortes de inversión de capital de las empresas del sector minero-energético; ii) un menor crecimiento del gasto público debido a que los ingresos petroleros serán aún menores que en 2015, y a la baja ejecución asociada al primer año de gobierno de las nuevas administraciones regionales y locales; iii) una mayor desaceleración del gasto de los hogares debido al aumento de la inflación y al deterioro del mercado laboral; iv) unas tasas de interés más altas debido a los esfuerzos del Banco de la República por contener las presiones inflacionarias y por reducir el déficit de las cuentas externas; v) la incertidumbre asociada a la presentación de una nueva reforma tributaria y sus posibles efectos sobre la actividad económica en caso de que se aumente la tarifa del IVA, y vi) la debilidad de la demanda externa y la volatilidad de los mercados financieros internacionales, pero especialmente enfocada en los países emergentes.
Sin embargo, hay algunos elementos que compensarán parcialmente la mayor desaceleración de la economía: i) el primer impacto, aunque modesto, de los proyectos de infraestructura de cuarta generación (4G); ii) la implementación simultánea de los nuevos programas gubernamentales de estímulo a la construcción de vivienda; iii) la reapertura de la refinería de Cartagena, que contribuirá notablemente a mejorar el crecimiento del PIB industrial, y iv) un impulso moderado asociado al segundo Plan de Impulso a la Productividad y el Empleo, del Gobierno.
Recientemente ha aumentado el riesgo de un racionamiento de energía eléctrica a nivel nacional ante la eventual prolongación del fenómeno de El Niño y los problemas financieros de las generadoras térmicas. Esto constituye un nuevo sesgo bajista a nuestra proyección de crecimiento para el próximo año.
El manejo de las cuentas fiscales estará especialmente en la mira de los mercados financieros y de las agencias calificadoras, pues los ingresos del Gobierno se verán mucho más afectados que en 2015, tanto por el menor crecimiento de la economía como por un mayor impacto rezagado de los menores precios del petróleo en 2015 comparados con los de 2014.
Para cumplir con el déficit fiscal que permite la Regla Fiscal se requerirán mayores esfuerzos en recortes de gasto público y en generación de ingresos tributarios. No obstante, es una buena noticia que el Gobierno se haya comprometido a cumplir en 2016 con el nivel de déficit fiscal que se consignó en el marco fiscal de mediano plazo (3,6% del PIB), incluso si la Regla Fiscal permitiera un espacio adicional. En efecto, el Gobierno anunció nuevos recortes presupuestales a finales de diciembre y la presentación de una nueva reforma tributaria en marzo de 2016, que alcanzaría a cubrir algunos faltantes de ingresos fiscales, incluso a partir del segundo semestre. Desde hace más de un año habíamos advertido sobre la urgencia de hacer una reforma tributaria no más allá de 2016, aunque dependiendo de su alcance, podría faltar otra en 2018.
Crecería 2,8% en 2016, frente a 3% en 2015, debido a la continuación del ajuste asociado a los bajos precios del petróleo y su impacto adverso sobre el ingreso nacional y la demanda interna.
La economía mundial y la colombiana vuelven a enfrentar grandes retos en 2016 ante los persistentes precios bajos de las materias primas, el mediocre crecimiento económico de los países desarrollados, la desaceleración de los emergentes y la incertidumbre sobre el proceso de normalización de la política monetaria en EE. UU., a la vez que Europa y Japón se aprestan a otorgar más estímulo de este tipo.
En particular, vemos un riesgo no despreciable de un desplome adicional de los precios del petróleo o de un error de cálculo de las autoridades chinas que acentúe la desaceleración de esa economía, lo cual podría conducir a un escenario de recesión global.
Esperamos que la economía colombiana crezca 2,8% en 2016, frente a 3% en 2015, principalmente debido a la continuación del ajuste asociado a los bajos precios del petróleo y su impacto adverso sobre el ingreso nacional y la demanda interna.
Otros factores que influirán en el bajo crecimiento económico serán: i) la persistencia de los efectos de la devaluación sobre la inversión y los adicionales recortes de inversión de capital de las empresas del sector minero-energético; ii) un menor crecimiento del gasto público debido a que los ingresos petroleros serán aún menores que en 2015, y a la baja ejecución asociada al primer año de gobierno de las nuevas administraciones regionales y locales; iii) una mayor desaceleración del gasto de los hogares debido al aumento de la inflación y al deterioro del mercado laboral; iv) unas tasas de interés más altas debido a los esfuerzos del Banco de la República por contener las presiones inflacionarias y por reducir el déficit de las cuentas externas; v) la incertidumbre asociada a la presentación de una nueva reforma tributaria y sus posibles efectos sobre la actividad económica en caso de que se aumente la tarifa del IVA, y vi) la debilidad de la demanda externa y la volatilidad de los mercados financieros internacionales, pero especialmente enfocada en los países emergentes.
Sin embargo, hay algunos elementos que compensarán parcialmente la mayor desaceleración de la economía: i) el primer impacto, aunque modesto, de los proyectos de infraestructura de cuarta generación (4G); ii) la implementación simultánea de los nuevos programas gubernamentales de estímulo a la construcción de vivienda; iii) la reapertura de la refinería de Cartagena, que contribuirá notablemente a mejorar el crecimiento del PIB industrial, y iv) un impulso moderado asociado al segundo Plan de Impulso a la Productividad y el Empleo, del Gobierno.
Recientemente ha aumentado el riesgo de un racionamiento de energía eléctrica a nivel nacional ante la eventual prolongación del fenómeno de El Niño y los problemas financieros de las generadoras térmicas. Esto constituye un nuevo sesgo bajista a nuestra proyección de crecimiento para el próximo año.
El manejo de las cuentas fiscales estará especialmente en la mira de los mercados financieros y de las agencias calificadoras, pues los ingresos del Gobierno se verán mucho más afectados que en 2015, tanto por el menor crecimiento de la economía como por un mayor impacto rezagado de los menores precios del petróleo en 2015 comparados con los de 2014.
Para cumplir con el déficit fiscal que permite la Regla Fiscal se requerirán mayores esfuerzos en recortes de gasto público y en generación de ingresos tributarios. No obstante, es una buena noticia que el Gobierno se haya comprometido a cumplir en 2016 con el nivel de déficit fiscal que se consignó en el marco fiscal de mediano plazo (3,6% del PIB), incluso si la Regla Fiscal permitiera un espacio adicional. En efecto, el Gobierno anunció nuevos recortes presupuestales a finales de diciembre y la presentación de una nueva reforma tributaria en marzo de 2016, que alcanzaría a cubrir algunos faltantes de ingresos fiscales, incluso a partir del segundo semestre. Desde hace más de un año habíamos advertido sobre la urgencia de hacer una reforma tributaria no más allá de 2016, aunque dependiendo de su alcance, podría faltar otra en 2018.