La existencia de la clase media se remonta al siglo XVIII. Esta clase se hace más evidente cuando la separación social es más notoria debido a factores como la autoridad, la abundancia, dinero y trabajo, lo que daba un diferente sentido de vida, religión, educación y cultura para cada parte de la sociedad. Originariamente, los integrantes de esta clase eran la vieja burguesía terrateniente (la gentry, formada por commoners ricos y la baja nobleza), que empezaba a sobresalir por su éxito en la industria, las profesiones liberales y el comercio.
El surgimiento de la gentry fue posible gracias a las revoluciones liberales que ocurrieron en Inglaterra en el siglo XVII. A consecuencia de las mismas, la monarquía inglesa se vio debilitada, y el estamento aristocrático perdió poder a favor de la burguesía, que logró entrar en el Parlamento y, progresivamente, hacerse con una importante parcela de poder. Desde el Parlamento promoverían una serie de reformas económicas y sociales que favorecerían el acceso de la burguesía a las tierras (Cercamientos, ...); la escasa aplicación de los mayorazgos por parte de la aristocracia, siempre dispuesta a vender terrenos, y la inexistencia de «manos muertas» debido a la expulsión de las órdenes religiosas católicas, favorecieron el proceso de acceso a la tierra por parte de la burguesía. Al mismo tiempo, un período de paz relativamente largo permitió un notable desarrollo comercial en Inglaterra, todo lo cual redundó en la aparición de un grupo social cada vez más numeroso formado por gente dedicada al comercio, pequeños terratenientes, clérigos, profesionales liberales como abogados, arquitectos, escritores, ..., quienes, sin ser ricos, tenían un cierto poder adquisitivo que los capacitaba, entre otras cosas, para poder votar en el Parlamento. De entre la burguesía pronto surgirían auténticos magnates que muy comúnmente lograban acceder a la nobleza, sin por ello abandonar sus actividades; esta característica fue propia de Inglaterra, pues en otros países europeos como Francia o España, acceder a la nobleza solía significar que el burgués abandonaba sus anteriores actividades.
El nuevo estrato social fue desarrollándose a lo largo del siglo XVIII, y ampliándose conforme se iniciaba la incipiente industrialización del país, proceso a su vez íntimamente interrelacionado con el surgimiento de la clase media. Efectivamente, los mismos cambios socioeconómicos que permitieron su surgimiento favorecieron la Revolución industrial: el nuevo terrateniente burgués habría adquirido sus tierras para obtener rendimiento de las mismas, por lo que trataría de mejorarlo aplicando nuevas técnicas agrarias (Sistema Norfolk,...); el dueño de un taller pretendería ampliar sus beneficios produciendo más, mejor y más barato, para lo cual recurriría a inventos como la máquina de vapor, ... La nueva clase media inglesa creó rápidamente una cultura colectiva que alababa el esfuerzo personal, el trabajo y la sobriedad; el espíritu puritano y conservador de esta clase chocaba a veces con el de la vieja aristocracia, de costumbres más relajadas. Ambas clases no se mezclaban socialmente salvo en contadas ocasiones.
En el resto de Europa, la clase media comenzaría su desarrollo de la mano de la Revolución industrial, a comienzos del siglo XIX. Aunque reducida al principio, las progresivas mejoras y el progreso económico la fueron ampliando; sin embargo, seguía estando integrada por personas de cierto nivel educativo (médicos, ingenieros, abogados,...), y que desarrollaban oficios no manuales. Hacia 1850, cuando Karl Marx escribía El Capital, era un grupo reducido de no mucha importancia, cuya posible relevancia Marx explora muy poco, centrándose más en el antagonismo entre obreros y capitalistas; para cuando, a finales del siglo XIX, Max Weber escribe su obra, es el principal grupo económico de la Europa desarrollada, y Weber le dedica una gran atención.
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La existencia de la clase media se remonta al siglo XVIII. Esta clase se hace más evidente cuando la separación social es más notoria debido a factores como la autoridad, la abundancia, dinero y trabajo, lo que daba un diferente sentido de vida, religión, educación y cultura para cada parte de la sociedad. Originariamente, los integrantes de esta clase eran la vieja burguesía terrateniente (la gentry, formada por commoners ricos y la baja nobleza), que empezaba a sobresalir por su éxito en la industria, las profesiones liberales y el comercio.
El surgimiento de la gentry fue posible gracias a las revoluciones liberales que ocurrieron en Inglaterra en el siglo XVII. A consecuencia de las mismas, la monarquía inglesa se vio debilitada, y el estamento aristocrático perdió poder a favor de la burguesía, que logró entrar en el Parlamento y, progresivamente, hacerse con una importante parcela de poder. Desde el Parlamento promoverían una serie de reformas económicas y sociales que favorecerían el acceso de la burguesía a las tierras (Cercamientos, ...); la escasa aplicación de los mayorazgos por parte de la aristocracia, siempre dispuesta a vender terrenos, y la inexistencia de «manos muertas» debido a la expulsión de las órdenes religiosas católicas, favorecieron el proceso de acceso a la tierra por parte de la burguesía. Al mismo tiempo, un período de paz relativamente largo permitió un notable desarrollo comercial en Inglaterra, todo lo cual redundó en la aparición de un grupo social cada vez más numeroso formado por gente dedicada al comercio, pequeños terratenientes, clérigos, profesionales liberales como abogados, arquitectos, escritores, ..., quienes, sin ser ricos, tenían un cierto poder adquisitivo que los capacitaba, entre otras cosas, para poder votar en el Parlamento. De entre la burguesía pronto surgirían auténticos magnates que muy comúnmente lograban acceder a la nobleza, sin por ello abandonar sus actividades; esta característica fue propia de Inglaterra, pues en otros países europeos como Francia o España, acceder a la nobleza solía significar que el burgués abandonaba sus anteriores actividades.
El nuevo estrato social fue desarrollándose a lo largo del siglo XVIII, y ampliándose conforme se iniciaba la incipiente industrialización del país, proceso a su vez íntimamente interrelacionado con el surgimiento de la clase media. Efectivamente, los mismos cambios socioeconómicos que permitieron su surgimiento favorecieron la Revolución industrial: el nuevo terrateniente burgués habría adquirido sus tierras para obtener rendimiento de las mismas, por lo que trataría de mejorarlo aplicando nuevas técnicas agrarias (Sistema Norfolk,...); el dueño de un taller pretendería ampliar sus beneficios produciendo más, mejor y más barato, para lo cual recurriría a inventos como la máquina de vapor, ... La nueva clase media inglesa creó rápidamente una cultura colectiva que alababa el esfuerzo personal, el trabajo y la sobriedad; el espíritu puritano y conservador de esta clase chocaba a veces con el de la vieja aristocracia, de costumbres más relajadas. Ambas clases no se mezclaban socialmente salvo en contadas ocasiones.
En el resto de Europa, la clase media comenzaría su desarrollo de la mano de la Revolución industrial, a comienzos del siglo XIX. Aunque reducida al principio, las progresivas mejoras y el progreso económico la fueron ampliando; sin embargo, seguía estando integrada por personas de cierto nivel educativo (médicos, ingenieros, abogados,...), y que desarrollaban oficios no manuales. Hacia 1850, cuando Karl Marx escribía El Capital, era un grupo reducido de no mucha importancia, cuya posible relevancia Marx explora muy poco, centrándose más en el antagonismo entre obreros y capitalistas; para cuando, a finales del siglo XIX, Max Weber escribe su obra, es el principal grupo económico de la Europa desarrollada, y Weber le dedica una gran atención.
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