América. Ese podría ser otro título. ¿Cómo descubrir un continente ya poblado? El nuevo mundo no lo era tanto. Lo habitaban de norte a sur. Desde las tierras más septentrionales a las más meridionales. Del desierto helado de los inuit de Alaska y los ojibway de Canadá al hogar de los patagones y los onas de Tierra del Fuego. Una miríada de pueblos había hecho suya América en tiempos inmemoriales. Podemos enzarzarnos en una discusión bizantina sobre si Colón fue un descubridor o un conquistador, pero una cosa está clara: él no fue el primero.
Casi cinco siglos antes llegaron los vikingos.
Vikingos. Pocas palabras despiertan tantas resonancias épicas. Pocas, también, han sido más desvirtuadas. De entrada, olvidaos de los cascos con cuernos, el arquetipo asociado a la no menos arquetípica barbarie y belicosidad con que nos imaginamos a estos escandinavos. No se sabe con exactitud quién fue el creador de este icono, pero la idea causó furor desde que el sueco Johan August Malmström (1829-1901) los dibujó así en una edición de La saga de Frithiof . Numerosos artistas siguieron su ejemplo, como el británico Monro S. Orr.
Vicky el Vikingo , una de las series de dibujos animados más populares de los años setenta, grabó a fuego en millones de mentes infantiles los cascos con cuernos. Descartado ahora ese símbolo, ¿hemos de descartar también su barbarie y belicosidad? El miedo que despertaban sus incursiones se impusieron sobre el resto de sus logros como navegantes y exploradores. “A furore normannorum libera nos, Domine”, decía una letanía medieval. “Libéranos, señor, de la furia de los hombres del norte”. La serie Vikings , del guionista Michael Hirst, lo refleja muy bien.
Normannorum, los hombres del norte, los normandos. Así los llamaban. O nordmanni, metiendo en el mismo saco a noruegos, daneses y suecos. Las crónicas en Inglaterra o Francia de los siglos VIII al XII, cuando vivieron su edad de oro, los califican de “paganos, enemigos y aborrecidos bárbaros”. En contra de otro tópico, no eran vikingos todos los integrantes de los pueblos nórdicos de Europa. Javier Peláez explica en un ensayo magnífico, 500 años de frío (Crítica), que vikingos sólo eran “aquellos que se hacían a la mar en expediciones de conquista o de comercio”.
reportaje sobre vikingos para una serie del canal HyV
Dannevirke, en Nueva Zelanda (Michal Klajban / Own work)
Lo mismo opina Rudolf Simek en Los vikingos (Acento). Esa denominación, asegura, sólo se refiere a “una pequeña parte de la población escandinava: el guerrero que navegaba por el mar”. La rigurosa teleserie Vikings explica que alternaban el comercio con la piratería. Aunque son indiscutibles sus destrucciones y rapiñas, no es menos cierto que descubrieron nuevas tierras, incluida América. De su peso en el pasado da cuenta el hecho de que todavía están mucho más presentes de lo que podríamos creer en nuestra cultura, y no sólo en Escandinavia…
Tavistock, en el condado inglés de Devon, conmemora periódicamente su saqueo por los vikingos. Y Dannevirke (Creación danesa), fundada en el siglo XIX en Nueva Zelanda, celebra festivales en homenaje a los antepasados escandinavos de los padres de la ciudad. Hasta Rusia hunde sus raíces en este pasado. La propia palabra Rusia procede de los nórdicos que fueron al Este, los varegos o rus. Guerreros, marinos y aventureros indómitos, eso eran. Por tierra y siguiendo el curso de los ríos Dnieper y Volga llegaron hasta Kiev y mucho más allá, hasta Bizancio. Y por mar…
vikingos
‘Leif Erickson descubre América’, de Christian Khrog (National Gallery of Norway)
Por mar alcanzaron la península del Labrador y la isla de Terranova, en el noroeste de Canadá. Fueron los primeros en arribar a esta parte de América hacia el año 1000, aunque hubo que esperar hasta 1492 para que el segundo intento de colonización fuera el definitivo. Sólo a raíz de la llegada de Colón y sus tres carabelas se derivaron “consecuencias decisivas para los dos continentes”, explican los hermanos Antón y Pedro Casariego Córdoba en la edición conjunta de La saga de los groenlandeses y La saga de Eirik el Rojo (Siruela).
Las repercusiones de la odisea colombina no pueden hacernos olvidar que otros completaron en primer lugar la travesía transoceánica. Antes de pisar tierras americanas, aterrorizaron las islas británicas y Francia. Recorrieron las costas gallegas y portuguesas, saquearon Sevilla, atravesaron el estrecho de Gibraltar y llegaron a Sicilia, entre otras muchas ciudades. Crearon asentamientos en las islas Shetland, Feroe, Orcadas y Hébridas. Y se establecieron en Islandia, su base para dar el salto a Groenlandia. Y allí su recuerdo se perdió durante siglos.
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Respuesta: Cristóbal Colón es conocido como el hombre que "descubrió" América el 12 de octubre de 1492.
América. Ese podría ser otro título. ¿Cómo descubrir un continente ya poblado? El nuevo mundo no lo era tanto. Lo habitaban de norte a sur. Desde las tierras más septentrionales a las más meridionales. Del desierto helado de los inuit de Alaska y los ojibway de Canadá al hogar de los patagones y los onas de Tierra del Fuego. Una miríada de pueblos había hecho suya América en tiempos inmemoriales. Podemos enzarzarnos en una discusión bizantina sobre si Colón fue un descubridor o un conquistador, pero una cosa está clara: él no fue el primero.
Casi cinco siglos antes llegaron los vikingos.
Vikingos. Pocas palabras despiertan tantas resonancias épicas. Pocas, también, han sido más desvirtuadas. De entrada, olvidaos de los cascos con cuernos, el arquetipo asociado a la no menos arquetípica barbarie y belicosidad con que nos imaginamos a estos escandinavos. No se sabe con exactitud quién fue el creador de este icono, pero la idea causó furor desde que el sueco Johan August Malmström (1829-1901) los dibujó así en una edición de La saga de Frithiof . Numerosos artistas siguieron su ejemplo, como el británico Monro S. Orr.
Vicky el Vikingo , una de las series de dibujos animados más populares de los años setenta, grabó a fuego en millones de mentes infantiles los cascos con cuernos. Descartado ahora ese símbolo, ¿hemos de descartar también su barbarie y belicosidad? El miedo que despertaban sus incursiones se impusieron sobre el resto de sus logros como navegantes y exploradores. “A furore normannorum libera nos, Domine”, decía una letanía medieval. “Libéranos, señor, de la furia de los hombres del norte”. La serie Vikings , del guionista Michael Hirst, lo refleja muy bien.
Normannorum, los hombres del norte, los normandos. Así los llamaban. O nordmanni, metiendo en el mismo saco a noruegos, daneses y suecos. Las crónicas en Inglaterra o Francia de los siglos VIII al XII, cuando vivieron su edad de oro, los califican de “paganos, enemigos y aborrecidos bárbaros”. En contra de otro tópico, no eran vikingos todos los integrantes de los pueblos nórdicos de Europa. Javier Peláez explica en un ensayo magnífico, 500 años de frío (Crítica), que vikingos sólo eran “aquellos que se hacían a la mar en expediciones de conquista o de comercio”.
reportaje sobre vikingos para una serie del canal HyV
Dannevirke, en Nueva Zelanda (Michal Klajban / Own work)
Lo mismo opina Rudolf Simek en Los vikingos (Acento). Esa denominación, asegura, sólo se refiere a “una pequeña parte de la población escandinava: el guerrero que navegaba por el mar”. La rigurosa teleserie Vikings explica que alternaban el comercio con la piratería. Aunque son indiscutibles sus destrucciones y rapiñas, no es menos cierto que descubrieron nuevas tierras, incluida América. De su peso en el pasado da cuenta el hecho de que todavía están mucho más presentes de lo que podríamos creer en nuestra cultura, y no sólo en Escandinavia…
Tavistock, en el condado inglés de Devon, conmemora periódicamente su saqueo por los vikingos. Y Dannevirke (Creación danesa), fundada en el siglo XIX en Nueva Zelanda, celebra festivales en homenaje a los antepasados escandinavos de los padres de la ciudad. Hasta Rusia hunde sus raíces en este pasado. La propia palabra Rusia procede de los nórdicos que fueron al Este, los varegos o rus. Guerreros, marinos y aventureros indómitos, eso eran. Por tierra y siguiendo el curso de los ríos Dnieper y Volga llegaron hasta Kiev y mucho más allá, hasta Bizancio. Y por mar…
vikingos
‘Leif Erickson descubre América’, de Christian Khrog (National Gallery of Norway)
Por mar alcanzaron la península del Labrador y la isla de Terranova, en el noroeste de Canadá. Fueron los primeros en arribar a esta parte de América hacia el año 1000, aunque hubo que esperar hasta 1492 para que el segundo intento de colonización fuera el definitivo. Sólo a raíz de la llegada de Colón y sus tres carabelas se derivaron “consecuencias decisivas para los dos continentes”, explican los hermanos Antón y Pedro Casariego Córdoba en la edición conjunta de La saga de los groenlandeses y La saga de Eirik el Rojo (Siruela).
Las repercusiones de la odisea colombina no pueden hacernos olvidar que otros completaron en primer lugar la travesía transoceánica. Antes de pisar tierras americanas, aterrorizaron las islas británicas y Francia. Recorrieron las costas gallegas y portuguesas, saquearon Sevilla, atravesaron el estrecho de Gibraltar y llegaron a Sicilia, entre otras muchas ciudades. Crearon asentamientos en las islas Shetland, Feroe, Orcadas y Hébridas. Y se establecieron en Islandia, su base para dar el salto a Groenlandia. Y allí su recuerdo se perdió durante siglos.