. ¿Qué tipos de gobiernos se consagran en América post independencia? AYUDA PLIS
Jennarechel
RÉGIMEN POLÍTICO Y FORMAS JURÍDICAS EN LA REGIÓN
La pregunta es quién ejerce el poder y en beneficio de quién. 10
El régimen político denota al conjunto de instituciones que regulan la lucha y el ejercicio del poder, así como de los valores que orientan las estructuras de gobierno y la organización del sistema político.11
En América Latina la estructuración del régimen político pude rastrearse en los albores de las luchas de independencia. Recordemos que en la región hispana, las elites tradicionales, herederas en su mayoría del imperialismo colonialista y del criollismo independentista que condujeron la independencia perseguían dos grandes objetivos; por un lado, encarar los problemas heredados y, por otro, crear las estructuras de gobierno cuyo poder no pudiera ser desafiado por medios legales.12 Sin embargo, a la larga, ambos objetivos resultarían incompatibles porque esas estructuras eran una especie de seguro contra reformas necesarias, pero que se harían, con el tiempo, indeseables para os donos do poder político, religioso, social, cultural y económico en la región.13
Pero -y a pesar de su inestabilidad y del interminable desfile de caudillos y de constituyentes- la política del siglo XIX latinoamericano no fue tan caótica como parece. Había reglas no escritas e instituciones de hecho que normaban la conducta pública. De tal modo que en la práctica, mientras existe un derecho oficial, válido y vigente que define el orden social, paralelamente se genera un derecho no oficial válido, vigente y que opera de forma preminente en ese orden social.14 Precisamente, serán esas instituciones no oficiales, no escritas -el caudillismo, y no la ley-, las que garantizaron el orden basado en la lealtad personal para mantener unida a la sociedad.
Originario de aquella matriz, el sistema de la política y el constitucionalismo latinoamericano han estado cruzados por una historia intermitente de esfuerzos fallidos para superar el lastre del pasado, razón por la cual, la América hispana ha demostrado una insistencia casi laberíntica en las soluciones constitucionales a problemas políticos y económicos insolubles. Fórmulas constitucionales que se tornan más legibles cuando comprendemos su característica central, la cual ha sido, por lo general, que comúnmente ha servido para no cambiar nada y sólo perpetuar y/o reforzar el status quo,15 estabilizando la primacía de las relaciones mecánicas o estratificadas (clientelares, de sumisión), cuyos conglomerados se subordinan a un superior (pater, caudillo, presidente), el cual lucha por sacar las mayores ventajas de esa sumisión.
La pregunta es quién ejerce el poder y en beneficio de quién. 10
El régimen político denota al conjunto de instituciones que regulan la lucha y el ejercicio del poder, así como de los valores que orientan las estructuras de gobierno y la organización del sistema político.11
En América Latina la estructuración del régimen político pude rastrearse en los albores de las luchas de independencia. Recordemos que en la región hispana, las elites tradicionales, herederas en su mayoría del imperialismo colonialista y del criollismo independentista que condujeron la independencia perseguían dos grandes objetivos; por un lado, encarar los problemas heredados y, por otro, crear las estructuras de gobierno cuyo poder no pudiera ser desafiado por medios legales.12 Sin embargo, a la larga, ambos objetivos resultarían incompatibles porque esas estructuras eran una especie de seguro contra reformas necesarias, pero que se harían, con el tiempo, indeseables para os donos do poder político, religioso, social, cultural y económico en la región.13
Pero -y a pesar de su inestabilidad y del interminable desfile de caudillos y de constituyentes- la política del siglo XIX latinoamericano no fue tan caótica como parece. Había reglas no escritas e instituciones de hecho que normaban la conducta pública. De tal modo que en la práctica, mientras existe un derecho oficial, válido y vigente que define el orden social, paralelamente se genera un derecho no oficial válido, vigente y que opera de forma preminente en ese orden social.14 Precisamente, serán esas instituciones no oficiales, no escritas -el caudillismo, y no la ley-, las que garantizaron el orden basado en la lealtad personal para mantener unida a la sociedad.
Originario de aquella matriz, el sistema de la política y el constitucionalismo latinoamericano han estado cruzados por una historia intermitente de esfuerzos fallidos para superar el lastre del pasado, razón por la cual, la América hispana ha demostrado una insistencia casi laberíntica en las soluciones constitucionales a problemas políticos y económicos insolubles. Fórmulas constitucionales que se tornan más legibles cuando comprendemos su característica central, la cual ha sido, por lo general, que comúnmente ha servido para no cambiar nada y sólo perpetuar y/o reforzar el status quo,15 estabilizando la primacía de las relaciones mecánicas o estratificadas (clientelares, de sumisión), cuyos conglomerados se subordinan a un superior (pater, caudillo, presidente), el cual lucha por sacar las mayores ventajas de esa sumisión.