Su ciclo de vida es holometábolo; es decir, se suceden cuatro fases morfológicas: el huevo, la larva o cresa, pupa, y el adulto o imago. Algunas especies completan este ciclo en unos pocos días; otras, en uno o dos meses. Pero en general la vida promedio de una mosca es de 15-25 días. Sin embargo, no todas las moscas ponen huevos. Algunas especies son ovovivíparas;[5] los huevos eclosionan en el interior de la madre, de manera que las crías salen al exterior ya en forma de larvas.
Viven cerca de la materia orgánica en descomposición (basura) y en sitios en los que haya materia fecal de animales. Los animales atraen a las moscas a las pocas horas de haber muerto. La mayoría de las moscas son diurnas.
Biólogos de la Universidad de Friburgo (Alemania) han explicado los mecanismos que controlan estos pasos, mostrando por qué se forman venas en puntos particulares del ala de una mosca de la fruta. La proteína Pentagone propaga una señal en particular en el ala que le dice a las células cómo comportarse.
«Las proteínas Dpp y Pentagone, que son cruciales para esta etapa del desarrollo del organismo de la Drosophila melanogaster, también están presentes en una forma similar en los seres humanos», dice el biólogo Giorgos Pyrowolakis, en la nota de prensa de la universidad. «Los principios fundamentales dilucidados en este estudio están también activos en los seres humanos, en los que puede que controlen cosas como que las células formen los dedos.»
Pyrowolakis y un equipo que incluye a Jennifer Gawlik, Mark Norman, Alexander Springhorn y Robin Vuilleumier, publican sus hallazgos en la revista eLife. En el futuro, los resultados podrían contribuir a nuestra comprensión del origen de los trastornos del desarrollo.
La proteína Dpp se encuentra en diversas concentraciones en el campo celular. Las células situadas en el centro de la futura ala producen Dpp. La proteína se extiende al resto de las células del tejido, perdiendo concentración en el proceso. En términos matemáticos, este fenómeno se conoce como gradiente de concentración.
Una célula activa genes diferentes dependiendo de dónde se encuentra en el gradiente. Cada célula se desarrolla según lo especificado por los genes activados en ella, y las venas se desarrollan cuando se han alcanzado ciertos umbrales. Por lo tanto, el gradiente determina la distancia entre las venas del ala de la mosca de la fruta.
Las células situadas más lejos de la fuente de Dpp producen Pentagone. Sin esta proteína, no habría ningún gradiente de concentración en la red celular y Dpp se habría quedado en el punto de su producción. Si el gen para Pentagone se desconecta en las moscas de la fruta, las alas de los insectos son más pequeñas y la vena externa no aparece. «Pentagone hace que Dpp mantenga su difusión», explica Pyrowolakis, «extendiendo así el rango de distribución de la proteína.»
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Su ciclo de vida es holometábolo; es decir, se suceden cuatro fases morfológicas: el huevo, la larva o cresa, pupa, y el adulto o imago. Algunas especies completan este ciclo en unos pocos días; otras, en uno o dos meses. Pero en general la vida promedio de una mosca es de 15-25 días. Sin embargo, no todas las moscas ponen huevos. Algunas especies son ovovivíparas;[5] los huevos eclosionan en el interior de la madre, de manera que las crías salen al exterior ya en forma de larvas.
Viven cerca de la materia orgánica en descomposición (basura) y en sitios en los que haya materia fecal de animales. Los animales atraen a las moscas a las pocas horas de haber muerto. La mayoría de las moscas son diurnas.
Biólogos de la Universidad de Friburgo (Alemania) han explicado los mecanismos que controlan estos pasos, mostrando por qué se forman venas en puntos particulares del ala de una mosca de la fruta. La proteína Pentagone propaga una señal en particular en el ala que le dice a las células cómo comportarse.
«Las proteínas Dpp y Pentagone, que son cruciales para esta etapa del desarrollo del organismo de la Drosophila melanogaster, también están presentes en una forma similar en los seres humanos», dice el biólogo Giorgos Pyrowolakis, en la nota de prensa de la universidad. «Los principios fundamentales dilucidados en este estudio están también activos en los seres humanos, en los que puede que controlen cosas como que las células formen los dedos.»
Pyrowolakis y un equipo que incluye a Jennifer Gawlik, Mark Norman, Alexander Springhorn y Robin Vuilleumier, publican sus hallazgos en la revista eLife. En el futuro, los resultados podrían contribuir a nuestra comprensión del origen de los trastornos del desarrollo.
La proteína Dpp se encuentra en diversas concentraciones en el campo celular. Las células situadas en el centro de la futura ala producen Dpp. La proteína se extiende al resto de las células del tejido, perdiendo concentración en el proceso. En términos matemáticos, este fenómeno se conoce como gradiente de concentración.
Una célula activa genes diferentes dependiendo de dónde se encuentra en el gradiente. Cada célula se desarrolla según lo especificado por los genes activados en ella, y las venas se desarrollan cuando se han alcanzado ciertos umbrales. Por lo tanto, el gradiente determina la distancia entre las venas del ala de la mosca de la fruta.
Las células situadas más lejos de la fuente de Dpp producen Pentagone. Sin esta proteína, no habría ningún gradiente de concentración en la red celular y Dpp se habría quedado en el punto de su producción. Si el gen para Pentagone se desconecta en las moscas de la fruta, las alas de los insectos son más pequeñas y la vena externa no aparece. «Pentagone hace que Dpp mantenga su difusión», explica Pyrowolakis, «extendiendo así el rango de distribución de la proteína.»