El redescubrimiento de los trabajos de Gregor Mendel en el año 1900 y la amplia generalización de sus conclusiones a la que condujeron los trabajos de genetistas como Morgan, Sturtevant y Muller en las primeras décadas del S. XX, trajeron como consecuencia la aceptación prácticamente universal de los principios mendelianos de la herencia biológica. Esta aceptación propició grandes avances en el conocimiento de los procesos genéticos que afectan tanto a las células individuales como a los organismos pluricelulares y a las poblaciones de seres vivos.
El gran bagaje de conocimientos acumulados, que globalmente configuran lo que se ha dado en llamar genética clásica, no sólo ha elevado nuestro nivel de comprensión de los sistemas vivos hasta cotas insospechadas pocos años antes, sino que su aplicación en campos como la agricultura y la medicina ha resultado enormemente beneficiosa para la humanidad. Sin embargo, durante todo este período, que abarca la primera mitad del S.
El redescubrimiento de los trabajos de Gregor Mendel en el año 1900 y la amplia generalización de sus conclusiones a la que condujeron los trabajos de genetistas como Morgan, Sturtevant y Muller en las primeras décadas del S. XX, trajeron como consecuencia la aceptación prácticamente universal de los principios mendelianos de la herencia biológica. Esta aceptación propició grandes avances en el conocimiento de los procesos genéticos que afectan tanto a las células individuales como a los organismos pluricelulares y a las poblaciones de seres vivos.
El gran bagaje de conocimientos acumulados, que globalmente configuran lo que se ha dado en llamar genética clásica, no sólo ha elevado nuestro nivel de comprensión de los sistemas vivos hasta cotas insospechadas pocos años antes, sino que su aplicación en campos como la agricultura y la medicina ha resultado enormemente beneficiosa para la humanidad. Sin embargo, durante todo este período, que abarca la primera mitad del S.