Este apartado surgió de mi conflicto personal con el dinero, y es bastante curiosa mi propia evolución. De jovencita me gustaba o creía que lo necesitaba, aunque nunca fui consumista en exceso, alguna amiga se reía de mí en la adolescencia porque siempre repetía ropa y creo que nunca compré un móvil, siempre me lo regalaron. Cuando fui consciente del sufrimiento global y personal causado por el dinero, me fui al extremo y empecé a odiarlo, también a la gente que acumula dinero sin pensar en las consecuencias de sus actos. Ahora he dado un paso más y ya no culpo directamente al dinero, sino a la falta de conciencia de los que lo utilizan. Igual que la religión, el problema no es rezar sino matar o controlar a personas en nombre de Dios, en este caso el dios dinero. Si sacrificas tu felicidad para trabajar por dinero en algo que odias, si gastas tu dinero en empresas que explotan a personas, animales o al planeta, si pones tus ahorros en bancos que invierten en la industria armamentística como la mayoría hemos hecho por ignorancia, el dinero es dañino. Pero también puedes utilizar el dinero para crear proyectos alternativos, comunidades, ecoaldeas, energia limpia, apoyar la cultura, ayudar a quien lo necesite.
Tener una vida sana y saludable, es cierto que con el dinero lo hacemos todo, pero hay formas de sobrevivir.
Por ejemplo podemos cultivar plantas o comida como zanahorias.
Trabajar
Se puede echar la culpa de todo al dinero, pero en realidad solo es una herramienta, que se puede usar con fines positivos o negativos. Su propósito original es facilitar el intercambio entre los hombres. Antes se usaba el trueque, pero era una solución con muchas limitaciones. Entonces se inventó un valor de referencia, que permitiese mediante precios cambiar productos o servicios por otros, siendo el trabajo uno de estos servicios.
El problema llega cuando el uso de esta herramienta se hace cada vez más complejo. Y eso ha ido sucediendo en las últimas décadas. Todo empezó hace siglos con el crédito y los interese. Después aparecieron otros mecanismos que tenían sus usos y justificaciones, como las acciones, o los bonos. Pero parece que el proceso finalmente culmina en productos financieros tan complicados que nadie llega a entender realmente ni lo que son ni cuanto valen. Eso mismo ocurrió con los famosos productos estructurados basados en las hipotecas basura de EEUU.
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Este apartado surgió de mi conflicto personal con el dinero, y es bastante curiosa mi propia evolución. De jovencita me gustaba o creía que lo necesitaba, aunque nunca fui consumista en exceso, alguna amiga se reía de mí en la adolescencia porque siempre repetía ropa y creo que nunca compré un móvil, siempre me lo regalaron. Cuando fui consciente del sufrimiento global y personal causado por el dinero, me fui al extremo y empecé a odiarlo, también a la gente que acumula dinero sin pensar en las consecuencias de sus actos. Ahora he dado un paso más y ya no culpo directamente al dinero, sino a la falta de conciencia de los que lo utilizan. Igual que la religión, el problema no es rezar sino matar o controlar a personas en nombre de Dios, en este caso el dios dinero. Si sacrificas tu felicidad para trabajar por dinero en algo que odias, si gastas tu dinero en empresas que explotan a personas, animales o al planeta, si pones tus ahorros en bancos que invierten en la industria armamentística como la mayoría hemos hecho por ignorancia, el dinero es dañino. Pero también puedes utilizar el dinero para crear proyectos alternativos, comunidades, ecoaldeas, energia limpia, apoyar la cultura, ayudar a quien lo necesite.
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Tener una vida sana y saludable, es cierto que con el dinero lo hacemos todo, pero hay formas de sobrevivir.
Por ejemplo podemos cultivar plantas o comida como zanahorias.
Trabajar
Se puede echar la culpa de todo al dinero, pero en realidad solo es una herramienta, que se puede usar con fines positivos o negativos. Su propósito original es facilitar el intercambio entre los hombres. Antes se usaba el trueque, pero era una solución con muchas limitaciones. Entonces se inventó un valor de referencia, que permitiese mediante precios cambiar productos o servicios por otros, siendo el trabajo uno de estos servicios.
El problema llega cuando el uso de esta herramienta se hace cada vez más complejo. Y eso ha ido sucediendo en las últimas décadas. Todo empezó hace siglos con el crédito y los interese. Después aparecieron otros mecanismos que tenían sus usos y justificaciones, como las acciones, o los bonos. Pero parece que el proceso finalmente culmina en productos financieros tan complicados que nadie llega a entender realmente ni lo que son ni cuanto valen. Eso mismo ocurrió con los famosos productos estructurados basados en las hipotecas basura de EEUU.