Se destaca por altos registros lluviosos que son resultado de los vientos húmedos provenientes del Océano Atlántico. La humedad media relativa varía del 75% al 100% con importantes rocíos nocturnos.
Las temperaturas oscilan los 19 ºC promedio para la estación "invernal" y 29 ºC promedio para los meses de enero, febrero y marzo, alcanzando temperaturas bastante elevadas durante el día, de casi 10°C por encima del promedio diario.
Hasta mediados del siglo XX la selva cubría la totalidad de la actual provincia de Misiones, aunque en latitudes tropicales, la selva misionense o misionera mantenía gran parte de las características de una pluvisilva tropical con zonas semejantes a la laurisilva y abundantes latifoliadas, en efecto: la selva misionera es la prolongación más meridional de la Selva Paranaense que hasta mediados del siglo XX abarcaba gran parte de los actualmente estados brasileños de Paraná, Santa Catarina, extremo norte de Río Grande del Sur y el este del Paraguay; en la provincia argentina de Misiones hacia 1950 la superficie forestal autóctona cubría 2.700.000 ha, durante los 1990s la superficie forestal se había reducido en un 44%.
La selva misionera se trata de una formación vegetal beneficiada por suelos muy ricos en materia orgánica, mucha heliofanía (mucho sol) y clima a más de cálido, perhúmedo (más de 1000 mm de precipitaciones al año), sin embargo pese a que la humedad es lo más común, en ciertos años el déficit de lluvias y de humedad en general puede ser tal que la foresta puede muy fácilmente sufrir incendios. Foresta densa y exuberante antes de la irrupción de los cultivos y los aserraderos, empero, paulatinamente tal selva fue siendo talada para dar lugar a plantaciones de té, tabaco y yerba mate, si bien la yerba mate es un arbusto (en estado silvestre adquiere casi un porte de árbol) que integra la flora autóctona de la selva misionera. En efecto, los yerbales naturales cubrían como densos boscajes la parte centro-occidental de la provincia.
Posee desde valles bajos muy cálidos y húmedos recorridos por los principales ríos hasta un conjunto montañoso de sierras con clima húmedo aunque notoriamente más fresco. Excepcionalmente las cumbres de tales Sierras de Misiones, que además de a la sierra de Misiones propiamente dicha incluye al ramal llamado la Sierra del Imán, alcanza altitudes en la provincia de hasta 850 msnm. Debido a este relieve, la formación vegetal tiene pisos altitudinales. En el piso más elevado, el de la meseta misionera (que ocupa el este de la provincia) predominaban genuinos bosques de una conífera de gran porte: el gran cury (Araucaria angustifolia), pero de tales interesantes bosques quedan apenas unos relictos tras la deforestación que en ellos se ha llevado a cabo.
De las zonas altas también es típico el acayú o cedro paranaense (Cedrela odorata) y el ygary (Cedrela fissilis) también llamado cedro misionero; en pisos intermedios prosperan otros árboles gigantes: los gigantes perobás o palos rosas (Dalbergia nigra), pero todos los árboles citados han sido las primeras presas de los aserraderos precisamente por la gran cantidad y calidad de sus maderas. La selva misionera puede ser llamada propiamente selva en las partes más bajas de los valles al aumentar la variedad de especies.
Se destaca por altos registros lluviosos que son resultado de los vientos húmedos provenientes del Océano Atlántico. La humedad media relativa varía del 75% al 100% con importantes rocíos nocturnos.
Las temperaturas oscilan los 19 ºC promedio para la estación "invernal" y 29 ºC promedio para los meses de enero, febrero y marzo, alcanzando temperaturas bastante elevadas durante el día, de casi 10°C por encima del promedio diario.
Hasta mediados del siglo XX la selva cubría la totalidad de la actual provincia de Misiones, aunque en latitudes tropicales, la selva misionense o misionera mantenía gran parte de las características de una pluvisilva tropical con zonas semejantes a la laurisilva y abundantes latifoliadas, en efecto: la selva misionera es la prolongación más meridional de la Selva Paranaense que hasta mediados del siglo XX abarcaba gran parte de los actualmente estados brasileños de Paraná, Santa Catarina, extremo norte de Río Grande del Sur y el este del Paraguay; en la provincia argentina de Misiones hacia 1950 la superficie forestal autóctona cubría 2.700.000 ha, durante los 1990s la superficie forestal se había reducido en un 44%.
La selva misionera se trata de una formación vegetal beneficiada por suelos muy ricos en materia orgánica, mucha heliofanía (mucho sol) y clima a más de cálido, perhúmedo (más de 1000 mm de precipitaciones al año), sin embargo pese a que la humedad es lo más común, en ciertos años el déficit de lluvias y de humedad en general puede ser tal que la foresta puede muy fácilmente sufrir incendios. Foresta densa y exuberante antes de la irrupción de los cultivos y los aserraderos, empero, paulatinamente tal selva fue siendo talada para dar lugar a plantaciones de té, tabaco y yerba mate, si bien la yerba mate es un arbusto (en estado silvestre adquiere casi un porte de árbol) que integra la flora autóctona de la selva misionera. En efecto, los yerbales naturales cubrían como densos boscajes la parte centro-occidental de la provincia.
Posee desde valles bajos muy cálidos y húmedos recorridos por los principales ríos hasta un conjunto montañoso de sierras con clima húmedo aunque notoriamente más fresco. Excepcionalmente las cumbres de tales Sierras de Misiones, que además de a la sierra de Misiones propiamente dicha incluye al ramal llamado la Sierra del Imán, alcanza altitudes en la provincia de hasta 850 msnm. Debido a este relieve, la formación vegetal tiene pisos altitudinales. En el piso más elevado, el de la meseta misionera (que ocupa el este de la provincia) predominaban genuinos bosques de una conífera de gran porte: el gran cury (Araucaria angustifolia), pero de tales interesantes bosques quedan apenas unos relictos tras la deforestación que en ellos se ha llevado a cabo.
De las zonas altas también es típico el acayú o cedro paranaense (Cedrela odorata) y el ygary (Cedrela fissilis) también llamado cedro misionero; en pisos intermedios prosperan otros árboles gigantes: los gigantes perobás o palos rosas (Dalbergia nigra), pero todos los árboles citados han sido las primeras presas de los aserraderos precisamente por la gran cantidad y calidad de sus maderas. La selva misionera puede ser llamada propiamente selva en las partes más bajas de los valles al aumentar la variedad de especies.