Casi dos décadas de políticas neoliberales provocaron cambios dramáticos y de largo aliento en los medios de comunicación. De forma simultánea a la revolución que supuso la introducción de la informática en las comunicaciones, se realizó la operación más ambiciosa de concentración de los medios, a tal punto que los verdaderamente independientes y con amplia circulación, son excepcionales.
Desde el punto de vista de la circulación de la información, las nuevas tecnologías permitieron algo verdaderamente novedoso, que supone un cambio cultural: la simultaneidad entre los hechos y su difusión a millones de personas en todo el mundo. Esto provocó, como lo atestigua la guerra en Irak, que podemos seguir los hechos mientras los hechos están sucediendo, cosa que ni siquiera durante la primera guerra del Golfo fue tan evidente. Hoy, un periodista mundo de un teléfono celular puede trasmitir desde cualquier lugar del mundo, en cualquier momento, lo que está sucediendo ante sus ojos. Su mirada será, de forma inmediata, la mirada con la que millones de personas observan los hechos. Esto tiene enormes implicancias éticas en las que vale la pena detenerse. La responsabilidad del periodista ha devenido enorme. Y, por lo tanto, se requiere de él la capacidad de insertar los hechos de los que es testigo en su contexto histórico, social, cultural y político. De alguna manera, debemos exigirle al periodista de hoy no sólo su capacidad de informar sino la de formar, por lo que la tarea periodística está cada vez más cercana a la del intelectual o el docente. No sólo le debemos exigir que informe con veracidad (que no con objetividad), sino que sea capaz de entresacar del inabarcable volúmen de información que circula aquellas porciones imprescindibles para comprender la realidad, toda vez que el sistema pretende embotarnos con enormes cantidades de información sin jerarquizar. Los periodistas de hoy no podemos olvidar, como señala Fritjof Capra, que "la mente humana piensa con ideas, no con información" y que, por el contrario, son las ideas las que crean información; las ideas derivan de la experiencia (1).
Respuesta:
Casi dos décadas de políticas neoliberales provocaron cambios dramáticos y de largo aliento en los medios de comunicación. De forma simultánea a la revolución que supuso la introducción de la informática en las comunicaciones, se realizó la operación más ambiciosa de concentración de los medios, a tal punto que los verdaderamente independientes y con amplia circulación, son excepcionales.
Desde el punto de vista de la circulación de la información, las nuevas tecnologías permitieron algo verdaderamente novedoso, que supone un cambio cultural: la simultaneidad entre los hechos y su difusión a millones de personas en todo el mundo. Esto provocó, como lo atestigua la guerra en Irak, que podemos seguir los hechos mientras los hechos están sucediendo, cosa que ni siquiera durante la primera guerra del Golfo fue tan evidente. Hoy, un periodista mundo de un teléfono celular puede trasmitir desde cualquier lugar del mundo, en cualquier momento, lo que está sucediendo ante sus ojos. Su mirada será, de forma inmediata, la mirada con la que millones de personas observan los hechos. Esto tiene enormes implicancias éticas en las que vale la pena detenerse. La responsabilidad del periodista ha devenido enorme. Y, por lo tanto, se requiere de él la capacidad de insertar los hechos de los que es testigo en su contexto histórico, social, cultural y político. De alguna manera, debemos exigirle al periodista de hoy no sólo su capacidad de informar sino la de formar, por lo que la tarea periodística está cada vez más cercana a la del intelectual o el docente. No sólo le debemos exigir que informe con veracidad (que no con objetividad), sino que sea capaz de entresacar del inabarcable volúmen de información que circula aquellas porciones imprescindibles para comprender la realidad, toda vez que el sistema pretende embotarnos con enormes cantidades de información sin jerarquizar. Los periodistas de hoy no podemos olvidar, como señala Fritjof Capra, que "la mente humana piensa con ideas, no con información" y que, por el contrario, son las ideas las que crean información; las ideas derivan de la experiencia (1).
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