Para Marx, el hombre es, ante todo, un ser trabajador. El trabajo es la esencia del hombre, es la condición básica y esencial de la vida humana. Mediante él, el hombre transforma la naturaleza y se construye a sí mismo.
Por eso, el hombre, más que dedicarse a contemplar e interpretar el mundo, debe lanzarse a transformarlo efectivamente. Y en esta actividad transformadora, el hombre, por medio de su trabajo, puede expresar lo que es, lo que siente, lo que piensa.
Pero, en la sociedad capitalista, el trabajo, que debía ser el valor por excelencia, ha perdido su dignidad porque se ha puesto al servicio del capital. Hoy en día vale más el dinero que el trabajo de un hombre. Este es solo un gasto más para la producción y, por eso, a cambio de un cierto número de horas de trabajo se le remunera con un mísero salario.
Para Marx, el hombre es, ante todo, un ser trabajador. El trabajo es la esencia del hombre, es la condición básica y esencial de la vida humana. Mediante él, el hombre transforma la naturaleza y se construye a sí mismo.
Por eso, el hombre, más que dedicarse a contemplar e interpretar el mundo, debe lanzarse a transformarlo efectivamente. Y en esta actividad transformadora, el hombre, por medio de su trabajo, puede expresar lo que es, lo que siente, lo que piensa.
Pero, en la sociedad capitalista, el trabajo, que debía ser el valor por excelencia, ha perdido su dignidad porque se ha puesto al servicio del capital. Hoy en día vale más el dinero que el trabajo de un hombre. Este es solo un gasto más para la producción y, por eso, a cambio de un cierto número de horas de trabajo se le remunera con un mísero salario.