2La relación de los movimientos sociales y la política ha sido objeto de muchas controversias. Ya en los orígenes de la discusión sociológica sobre el tema, el vínculo de las acciones colectivas con el sistema político fue un punto de análisis privilegiado por gran parte de los estudiosos. Especialmente por aquellos preocupados por los déficit de participación ciudadana y por la estabilidad de las democracias liberales frente a un conjunto de demandas insatisfechas que se expresaban mediante acciones de protesta. Los estudios sistémicos, particularmente, les otorgaron una función a estos actores como respuesta al agotamiento de las formas de representación basadas en los partidos políticos (Offe, 1985 y 1988). La tematización de problemas sociales a los que el sistema político resultaba insensible pareció ser la función de los movimientos de protesta, especialmente verdes, pacifistas o feministas.
3En América Latina por su parte, en la década del setenta, los estudios sobre los movimientos sociales, encontraron ciertas dificultades para desarrollarse como en los países centrales puesto que mientras la idea de “nuevos” movimientos proliferó para designar a acciones colectivas con demandas ciudadanas y posmateriales, en la región seguían predominando movimientos de viejo cuño: obreros y campesinos que establecían también relación con otros movimientos como los estudiantiles o los grupos armados. En la década del ochenta, en el contexto de las transiciones a la democracia en varios países del subcontinente, la preocupación por los movimientos sociales se reinstaló de la mano de la pregonada idea del “resurgimiento de la sociedad civil” como instancia a fortalecer para obtener democracias representativas estables. (Calderón, 1986 y 1995; Calderón y Jelin, 1987)
2 La insumisa presencia de los movimientos sociales en América Latina puso a las ciencias sociales f (...)
4Hacia la década del noventa, en los momentos de consolidación de las políticas neoliberales que reestructuraron el orden social, emergieron o se visibilizaron diversos movimientos que pusieron en cuestión situaciones de subordinación producidas en las sociedades latinoamericanas. Algunos de estos movimientos pueden considerarse nuevos pero otros venían gestándose subterráneamente (y no tanto) a lo largo de la historia como los movimientos indígenas y campesinos2. En este contexto Argentina fue escenario de una heterogénea gama de experiencias de resistencias que adquirieron visibilidad en los años neoliberales.
5En esta perspectiva nuestro trabajo propone, específicamente, un análisis de las condiciones de acción de los movimientos sociales en los tiempos neoliberales, los acontecimientos de diciembre de 2001 así como el lugar de los movimientos bajo el gobierno de Néstor Kirchner. Para ello asumimos una perspectiva basada en la “metodología de la reconstrucción” (De la Garza, 1988) que implica concebir la construcción de conocimiento en un proceso que incorpora el movimiento concreto-abstracto-concreto. En tal sentido presentamos una primera parte de reconstrucción de esa totalidad concreta denominada neoliberalismo, para luego observar las resistencias que desde la negatividad se fueron produciendo y cristalizando en movimientos sociales, así como los alcances y limitaciones de estos movimientos en el “devenir-otro” del orden, es decir bajo el gobierno de Néstor Kirchner y luego Cristina Fernández de Kirchner
Explicación:
2La relación de los movimientos sociales y la política ha sido objeto de muchas controversias. Ya en los orígenes de la discusión sociológica sobre el tema, el vínculo de las acciones colectivas con el sistema político fue un punto de análisis privilegiado por gran parte de los estudiosos. Especialmente por aquellos preocupados por los déficit de participación ciudadana y por la estabilidad de las democracias liberales frente a un conjunto de demandas insatisfechas que se expresaban mediante acciones de protesta. Los estudios sistémicos, particularmente, les otorgaron una función a estos actores como respuesta al agotamiento de las formas de representación basadas en los partidos políticos (Offe, 1985 y 1988). La tematización de problemas sociales a los que el sistema político resultaba insensible pareció ser la función de los movimientos de protesta, especialmente verdes, pacifistas o feministas.
3En América Latina por su parte, en la década del setenta, los estudios sobre los movimientos sociales, encontraron ciertas dificultades para desarrollarse como en los países centrales puesto que mientras la idea de “nuevos” movimientos proliferó para designar a acciones colectivas con demandas ciudadanas y posmateriales, en la región seguían predominando movimientos de viejo cuño: obreros y campesinos que establecían también relación con otros movimientos como los estudiantiles o los grupos armados. En la década del ochenta, en el contexto de las transiciones a la democracia en varios países del subcontinente, la preocupación por los movimientos sociales se reinstaló de la mano de la pregonada idea del “resurgimiento de la sociedad civil” como instancia a fortalecer para obtener democracias representativas estables. (Calderón, 1986 y 1995; Calderón y Jelin, 1987)
2 La insumisa presencia de los movimientos sociales en América Latina puso a las ciencias sociales f (...)
4Hacia la década del noventa, en los momentos de consolidación de las políticas neoliberales que reestructuraron el orden social, emergieron o se visibilizaron diversos movimientos que pusieron en cuestión situaciones de subordinación producidas en las sociedades latinoamericanas. Algunos de estos movimientos pueden considerarse nuevos pero otros venían gestándose subterráneamente (y no tanto) a lo largo de la historia como los movimientos indígenas y campesinos2. En este contexto Argentina fue escenario de una heterogénea gama de experiencias de resistencias que adquirieron visibilidad en los años neoliberales.
5En esta perspectiva nuestro trabajo propone, específicamente, un análisis de las condiciones de acción de los movimientos sociales en los tiempos neoliberales, los acontecimientos de diciembre de 2001 así como el lugar de los movimientos bajo el gobierno de Néstor Kirchner. Para ello asumimos una perspectiva basada en la “metodología de la reconstrucción” (De la Garza, 1988) que implica concebir la construcción de conocimiento en un proceso que incorpora el movimiento concreto-abstracto-concreto. En tal sentido presentamos una primera parte de reconstrucción de esa totalidad concreta denominada neoliberalismo, para luego observar las resistencias que desde la negatividad se fueron produciendo y cristalizando en movimientos sociales, así como los alcances y limitaciones de estos movimientos en el “devenir-otro” del orden, es decir bajo el gobierno de Néstor Kirchner y luego Cristina Fernández de Kirchner