Se puede considerar la salud financiera como un estado de ser de la persona, el cual le permite cumplir perfectamente con sus obligaciones financieras, se encuentra en una situación de tranquilidad ante su futuro financiero y es capaz de tomar decisiones que le permitan disfrutar de su vida.
La salud financiera va más allá del concepto de inclusión financiera, que se entiende por el acceso de los consumidores al sistema financiero formal a través, por ejemplo, de cuentas bancarias y de préstamos bancarios. La salud financiera se centra, además, en el uso más apropiado y adecuado a las necesidades y condiciones del cliente. Alfonso Arellano, de BBVA Research, explica cuál es su significado.
¿Cómo es posible medir la salud financiera?
Se necesitan datos referentes al consumidor asociados a sus gastos, a sus ingresos, a sus ahorros, tanto a corto plazo, con cuentas a la vista, como a largo plazo, como por ejemplo fondos de pensiones. También es necesaria información sobre su capacidad de endeudamiento, así como datos asociados a su planificación financiera y a su tenencia de seguros.
Esta información se puede obtener a través de encuestas y de datos de cliente que ayuden a cuantificar su comportamiento. Por este motivo, la salud financiera incide en la importancia de los datos y en la necesidad de buscar soluciones a partir de estos microdatos donde el objetivo es el consumidor.
¿Qué factores impulsan la salud financiera?
Los resultados indican dos factores que pueden ser destacados. En primer lugar, la educación financiera, es decir, conocimiento sobre conceptos como la inflación o el tipo de interés, y sobre cómo usar esas nociones en ámbitos como el ahorro y el préstamo.
Un segundo factor es la estructura de los ingresos del hogar. Ésta es medida por la cuantía, ya que cuanta mayor cantidad, mayor salud financiera, y también por la frecuencia, pues cuanto más cerca esté la frecuencia de los flujos de gasto, mayor va a ser la salud financiera.
Respuesta:
Se puede considerar la salud financiera como un estado de ser de la persona, el cual le permite cumplir perfectamente con sus obligaciones financieras, se encuentra en una situación de tranquilidad ante su futuro financiero y es capaz de tomar decisiones que le permitan disfrutar de su vida.
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La salud financiera va más allá del concepto de inclusión financiera, que se entiende por el acceso de los consumidores al sistema financiero formal a través, por ejemplo, de cuentas bancarias y de préstamos bancarios. La salud financiera se centra, además, en el uso más apropiado y adecuado a las necesidades y condiciones del cliente. Alfonso Arellano, de BBVA Research, explica cuál es su significado.
¿Cómo es posible medir la salud financiera?
Se necesitan datos referentes al consumidor asociados a sus gastos, a sus ingresos, a sus ahorros, tanto a corto plazo, con cuentas a la vista, como a largo plazo, como por ejemplo fondos de pensiones. También es necesaria información sobre su capacidad de endeudamiento, así como datos asociados a su planificación financiera y a su tenencia de seguros.
Esta información se puede obtener a través de encuestas y de datos de cliente que ayuden a cuantificar su comportamiento. Por este motivo, la salud financiera incide en la importancia de los datos y en la necesidad de buscar soluciones a partir de estos microdatos donde el objetivo es el consumidor.
¿Qué factores impulsan la salud financiera?
Los resultados indican dos factores que pueden ser destacados. En primer lugar, la educación financiera, es decir, conocimiento sobre conceptos como la inflación o el tipo de interés, y sobre cómo usar esas nociones en ámbitos como el ahorro y el préstamo.
Un segundo factor es la estructura de los ingresos del hogar. Ésta es medida por la cuantía, ya que cuanta mayor cantidad, mayor salud financiera, y también por la frecuencia, pues cuanto más cerca esté la frecuencia de los flujos de gasto, mayor va a ser la salud financiera.