Entre las herencias dejadas por la primera guerra mundial, se cuentan una serie de transformaciones, paradojas y contradicciones que hicieron sentir la fragilidad del nuevo orden internacional. El signo de cambio más evidente, aparte de la desaparición de los imperios centroeuropeos, fue la transformación de los estados unidos en primera potencia mundial. En 1914, este país debía a Europa 3000 millones de dólares; mientras que en 1918, el viejo continente debía a estados unidos entre 12000 y 14000 millones de dólares. De gran deudor, se transformo en la principal potencia acreedora del mundo. Sus aliados en Europa, Inglaterra y Francia, no habían logrado traducir en la misma proporción la victoria militar y los avances económicos; por el contrario, algunos investigadores sostienen que fueron sus economías las más perjudicadas con la guerra. La millonaria deuda contraida con EE.UU y la difícil reconversasion de la industria de guerra en una industria verdaderamente productiva, terminaron por obligar a ingleses y galos a reducir el monto de las indemnizaciones de la guerra impuestas a Alemania en 1921. De otra forma, la destruida economía alemana no habría podido saldar sus obligaciones con las potencias triunfantes.
Gran parte de la deuda Europea se pago con nuevos prestamos norteamericanos y así, a partir de 1924, la inversión, el consumo y la reactivación económica lograda basándose en créditos, aparentaban haber llegado a niveles de normalidad. En tan paradójica situación, la sociedad de naciones admitió la presencia de Alemania en el entendido de que la restauración de la economía internacional se lograría sobre bases de consenso y colaboración. En esta ilusoria época de prosperidad, los franceses solían decir “París esta de fiesta”. Una prosperidad, sin embargo que sería bastante efímera.
La caída de la bolsa de Nueva York, en 1929, fue el punto de partida de una crisis económica que se convirtió en una larga depresión, la mayor trascendencia que el capitalismo había sufrido hasta entonces. Afecto a todo los países, a todos los sectores económicos, a todas las clases sociales. Su intensidad fue de tal magnitud que provoco una profunda transportación en el sistema capitalista. La catatrosfe no solo adquirió dimensiones económicas y sociales, sino también emocionales e ideológicas y desintegro la confianza de la prosperidad americana. Además con la depresión agravo la crisis del estado liberal y favoreció el ascenso del nazismo, que condujo a la segunda guerra mundial.
Trabajo Investigación
Materia: “La depresión de los Años treinta”
Asignatura: Historia y Geografía.
Introducción
La depresión económica de los años 30'.
Entre las herencias dejadas por la primera guerra mundial, se cuentan una serie de transformaciones, paradojas y contradicciones que hicieron sentir la fragilidad del nuevo orden internacional. El signo de cambio más evidente, aparte de la desaparición de los imperios centroeuropeos, fue la transformación de los estados unidos en primera potencia mundial. En 1914, este país debía a Europa 3000 millones de dólares; mientras que en 1918, el viejo continente debía a estados unidos entre 12000 y 14000 millones de dólares. De gran deudor, se transformo en la principal potencia acreedora del mundo. Sus aliados en Europa, Inglaterra y Francia, no habían logrado traducir en la misma proporción la victoria militar y los avances económicos; por el contrario, algunos investigadores sostienen que fueron sus economías las más perjudicadas con la guerra. La millonaria deuda contraida con EE.UU y la difícil reconversasion de la industria de guerra en una industria verdaderamente productiva, terminaron por obligar a ingleses y galos a reducir el monto de las indemnizaciones de la guerra impuestas a Alemania en 1921. De otra forma, la destruida economía alemana no habría podido saldar sus obligaciones con las potencias triunfantes.
Gran parte de la deuda Europea se pago con nuevos prestamos norteamericanos y así, a partir de 1924, la inversión, el consumo y la reactivación económica lograda basándose en créditos, aparentaban haber llegado a niveles de normalidad. En tan paradójica situación, la sociedad de naciones admitió la presencia de Alemania en el entendido de que la restauración de la economía internacional se lograría sobre bases de consenso y colaboración. En esta ilusoria época de prosperidad, los franceses solían decir “París esta de fiesta”. Una prosperidad, sin embargo que sería bastante efímera.
La caída de la bolsa de Nueva York, en 1929, fue el punto de partida de una crisis económica que se convirtió en una larga depresión, la mayor trascendencia que el capitalismo había sufrido hasta entonces. Afecto a todo los países, a todos los sectores económicos, a todas las clases sociales. Su intensidad fue de tal magnitud que provoco una profunda transportación en el sistema capitalista. La catatrosfe no solo adquirió dimensiones económicas y sociales, sino también emocionales e ideológicas y desintegro la confianza de la prosperidad americana. Además con la depresión agravo la crisis del estado liberal y favoreció el ascenso del nazismo, que condujo a la segunda guerra mundial.