El problema del sentido de la vida, el problema de Dios, compromete a todos los hombres sin distinción de cultura o de clase social.
Para dar una respuesta a este problema, el hombre tiene ante sí dos vías: la razón y la autoridad.
La vía de la razón es insuficiente porque:
Muy pocos hombres disponen de tiempo suficiente para una profunda investigación debido a las exigencias de la vida material y profesional.
Además, muy pocos poseen la suficiente capacidad intelectual, de reflexión, de análisis y de síntesis, para formarse una opinión personal de las cosas.
Asimismo, muy pocos tienen la fuerza de voluntad suficiente para lograrlo. Las empresas difíciles son para minorías.
La búsqueda científica de Dios requiere la solución previa del problema metafísico referente a la naturaleza de las cosas, de un prolongado período de estudio, y una preparación moral sólida.
La vía de la autoridad tampoco resuelve el problema porque al apoyarse en los filósofos, amigos de la sabiduría e investigadores de las últimas causas de las cosas, encontramos que:
Los filósofos a través de la historia han dado opiniones opuestas y contradictorias sobre la naturaleza de Dios, el destino del alma y los principios fundamentales de la ética.
Por otra parte, los filósofos nunca se han complacido en ser los maestros de la humanidad, y, conscientes de su preponderancia intelectual, han escrito siempre en un estilo difícil de comprender incluso por las personas cultas.
Aún cuando los filósofos nos dieran una respuesta clara y precisa sobre la existencia de Dios y sobre la ley moral, no podrían ser nuestros modelos y maestros para enseñarnos a vivir la verdad y a practicar el bien, ya que muchísimos de ellos han llevado vidas poco edificantes dando mal ejemplo.
Así, podemos concluir que, para conocer con certeza las cosas de Dios es necesaria la intervención o revelación del mismo Dios.
Hace veinte siglos apareció en Palestina un hombre llamado Jesucristo quien se proclamó hijo de Dios y afirmó haber sido enviado por Dios para enseñarnos, con su autoridad divina, la verdad sobre nuestro origen y destino. Podemos creerle porque nos proporcionó las pruebas que ratifican su afirmación, y también podemos demostrar cómo estas pruebas resisten la crítica del hombre de hoy.
LOS EVANGELIOS
Existen numerosos documentos de valor excepcional para probar la existencia histórica de Jesucristo:
I ) En primer lugar están fuentes paganas, tales como:
1. Cornelio Tácito, historiador latino, que dedicó a Jesús una página en sus "Anales" (116 DC.). Escribe en el libro XV, 44:
2. "El fundador de esta secta ("cristianos") de nombre Cristo, fue condenado a muerte por el Procurador Poncio Pilato bajo el imperio de Tiberio. Reprimida de momento esta superstición nociva, brotó de nuevo no sólo en Judea, punto de origen de tal calamidad, sino en la misma Roma donde convergen y hallan buena acogida las cosas más groseras y vergonzosas."
3. Suetonio, en su obra "Vida de Claudio" en el 120 d.c. dice que este emperador "expulsó de Roma a los judíos en continua agitación a causa de Cretos (Cristo)."
4. Hacia el 112, Plinio el Joven, gobernador de Bitinia, en una carta a Trajano escribe que los cristianos "tienen por costumbre reunirse un día determinado, al amanecer, para alabar a Cristo a quien consideran su Dios."
II) Las fuentes judías son escasas por la vasta conjura de silencio y de desprestigio calumnioso a la figura de Jesús; aunque nunca ponen en duda su realidad histórica. El único autor que presenta a Jesús es Flavio Josefo, historiador judío que escribe: "Apareció en este tiempo un hombre prudente llamado Jesús, si es que se le puede llamar hombre. Porque realizó obras maravillosas y se hizo maestro de los hombres que reciben con alegría la verdad." "Antigüedades Judías", XVIII.
III) Las fuentes cristianas para conocer la vida y doctrina de Jesús son:
A) Las Cartas de los Apóstoles, especialmente San Pablo, que aluden con frecuencia a Jesús.
B) Los Cuatro Evangelios.
EVANGELIO, del griego "evaggelíon", significa "buena nueva". Es el anuncio del Mesías y su Reino (Mt. 4, 23: Mc. 1, 14).
Al multiplicarse las comunidades cristianas se hizo necesario escribir lo que los Apóstoles enseñaban oralmente. De las colecciones de hechos y dichos del Señor, la Iglesia eligió y aprobó Cuatro Evangelios.
Respuesta:
El hombre y sus problemas
Los Evangelios
Autenticidad
Integridad
Historicidad
La gran revelación
La personalidad de Cristo
Los milagros de Jesús
La Resurrección de Cristo
Señor de la Historia
EL HOMBRE Y SUS PROBLEMAS
El problema del sentido de la vida, el problema de Dios, compromete a todos los hombres sin distinción de cultura o de clase social.
Para dar una respuesta a este problema, el hombre tiene ante sí dos vías: la razón y la autoridad.
La vía de la razón es insuficiente porque:
Muy pocos hombres disponen de tiempo suficiente para una profunda investigación debido a las exigencias de la vida material y profesional.
Además, muy pocos poseen la suficiente capacidad intelectual, de reflexión, de análisis y de síntesis, para formarse una opinión personal de las cosas.
Asimismo, muy pocos tienen la fuerza de voluntad suficiente para lograrlo. Las empresas difíciles son para minorías.
La búsqueda científica de Dios requiere la solución previa del problema metafísico referente a la naturaleza de las cosas, de un prolongado período de estudio, y una preparación moral sólida.
La vía de la autoridad tampoco resuelve el problema porque al apoyarse en los filósofos, amigos de la sabiduría e investigadores de las últimas causas de las cosas, encontramos que:
Los filósofos a través de la historia han dado opiniones opuestas y contradictorias sobre la naturaleza de Dios, el destino del alma y los principios fundamentales de la ética.
Por otra parte, los filósofos nunca se han complacido en ser los maestros de la humanidad, y, conscientes de su preponderancia intelectual, han escrito siempre en un estilo difícil de comprender incluso por las personas cultas.
Aún cuando los filósofos nos dieran una respuesta clara y precisa sobre la existencia de Dios y sobre la ley moral, no podrían ser nuestros modelos y maestros para enseñarnos a vivir la verdad y a practicar el bien, ya que muchísimos de ellos han llevado vidas poco edificantes dando mal ejemplo.
Así, podemos concluir que, para conocer con certeza las cosas de Dios es necesaria la intervención o revelación del mismo Dios.
Hace veinte siglos apareció en Palestina un hombre llamado Jesucristo quien se proclamó hijo de Dios y afirmó haber sido enviado por Dios para enseñarnos, con su autoridad divina, la verdad sobre nuestro origen y destino. Podemos creerle porque nos proporcionó las pruebas que ratifican su afirmación, y también podemos demostrar cómo estas pruebas resisten la crítica del hombre de hoy.
LOS EVANGELIOS
Existen numerosos documentos de valor excepcional para probar la existencia histórica de Jesucristo:
I ) En primer lugar están fuentes paganas, tales como:
1. Cornelio Tácito, historiador latino, que dedicó a Jesús una página en sus "Anales" (116 DC.). Escribe en el libro XV, 44:
2. "El fundador de esta secta ("cristianos") de nombre Cristo, fue condenado a muerte por el Procurador Poncio Pilato bajo el imperio de Tiberio. Reprimida de momento esta superstición nociva, brotó de nuevo no sólo en Judea, punto de origen de tal calamidad, sino en la misma Roma donde convergen y hallan buena acogida las cosas más groseras y vergonzosas."
3. Suetonio, en su obra "Vida de Claudio" en el 120 d.c. dice que este emperador "expulsó de Roma a los judíos en continua agitación a causa de Cretos (Cristo)."
4. Hacia el 112, Plinio el Joven, gobernador de Bitinia, en una carta a Trajano escribe que los cristianos "tienen por costumbre reunirse un día determinado, al amanecer, para alabar a Cristo a quien consideran su Dios."
II) Las fuentes judías son escasas por la vasta conjura de silencio y de desprestigio calumnioso a la figura de Jesús; aunque nunca ponen en duda su realidad histórica. El único autor que presenta a Jesús es Flavio Josefo, historiador judío que escribe: "Apareció en este tiempo un hombre prudente llamado Jesús, si es que se le puede llamar hombre. Porque realizó obras maravillosas y se hizo maestro de los hombres que reciben con alegría la verdad." "Antigüedades Judías", XVIII.
III) Las fuentes cristianas para conocer la vida y doctrina de Jesús son:
A) Las Cartas de los Apóstoles, especialmente San Pablo, que aluden con frecuencia a Jesús.
B) Los Cuatro Evangelios.
EVANGELIO, del griego "evaggelíon", significa "buena nueva". Es el anuncio del Mesías y su Reino (Mt. 4, 23: Mc. 1, 14).
Al multiplicarse las comunidades cristianas se hizo necesario escribir lo que los Apóstoles enseñaban oralmente. De las colecciones de hechos y dichos del Señor, la Iglesia eligió y aprobó Cuatro Evangelios.
Explicación:
corona porfabor