Existen muchas diferencias entre la harina integral y la harina blanca y lo que vamos a hacer en este artículo es explicarlas porque el hecho de consumir una u otra harina va a influir mucho en nuestro peso, bastante más de lo que podamos llegar a pensar.
La harina integral es obtenida al moler el grano de trigo entero y para obtenerla básicamente se tritura el grano entero del trigo y formar una harina.
La harina refinada por su parte, es un producto alterado que es malo para nuestra salud y lo curioso es que mucha gente no lo sabe y no solo afecta al peso, sino a la salud.
La harina integral es aquella que se obtiene cuando se muelen los granos de trigo entero, simplemente para que pueda ser más comestible y digerible. Tiene un color café no homogéneo y se pueden hacer todo tipo de preparaciones tales como panes, pastas, galletas o tortillas. Al comer alimentos con base en harina integral aportamos a nuestro cuerpo fibras, vitaminas B y E, ácidos grasos, magnesio, hierro, potasio, zinc y manganeso. Además, no tiene un alto índice glicémico, favoreciendo a una saciedad más prolongada y evitando el exceso de glucosa o insulina en sangre.
Por el otro lado, la harina refinada (o también llamada harina blanca), se fabrica removiendo salvado y germen de trigo, moliendo únicamente el endospermo. Se utiliza para la gran mayoría de las preparaciones que consumimos o que venden a diario: pasteles, pastas, galletas, panes, etc. Su popularidad se debe a que dura más, su color en homogéneo e “inmaculado” y es más redituable para la venta. En cuánto a la nutrición, la harina refinada es puro almidón, o sea, carbohidrato alto en calorías, sin fibras ni micronutrientes.
Existen muchas diferencias entre la harina integral y la harina blanca y lo que vamos a hacer en este artículo es explicarlas porque el hecho de consumir una u otra harina va a influir mucho en nuestro peso, bastante más de lo que podamos llegar a pensar.
La harina integral es obtenida al moler el grano de trigo entero y para obtenerla básicamente se tritura el grano entero del trigo y formar una harina.
La harina refinada por su parte, es un producto alterado que es malo para nuestra salud y lo curioso es que mucha gente no lo sabe y no solo afecta al peso, sino a la salud.
La harina integral es aquella que se obtiene cuando se muelen los granos de trigo entero, simplemente para que pueda ser más comestible y digerible. Tiene un color café no homogéneo y se pueden hacer todo tipo de preparaciones tales como panes, pastas, galletas o tortillas. Al comer alimentos con base en harina integral aportamos a nuestro cuerpo fibras, vitaminas B y E, ácidos grasos, magnesio, hierro, potasio, zinc y manganeso. Además, no tiene un alto índice glicémico, favoreciendo a una saciedad más prolongada y evitando el exceso de glucosa o insulina en sangre.
Por el otro lado, la harina refinada (o también llamada harina blanca), se fabrica removiendo salvado y germen de trigo, moliendo únicamente el endospermo. Se utiliza para la gran mayoría de las preparaciones que consumimos o que venden a diario: pasteles, pastas, galletas, panes, etc. Su popularidad se debe a que dura más, su color en homogéneo e “inmaculado” y es más redituable para la venta. En cuánto a la nutrición, la harina refinada es puro almidón, o sea, carbohidrato alto en calorías, sin fibras ni micronutrientes.