La identidad personal es un proceso psicosocial en el que un “yo”, es la acción de la persona frente a la situación social que existe dentro de su propia conducta, y se incorpora a su experiencia cuando lleva a cabo algún acto; es entonces cuando al contemplar su deber y observar con orgullo lo ya hecho, el “mí” surge.
Una de las características de la identidad es que es evolutiva y está en proceso de cambio permanente, lo que implica la afirmación de particularidades, pero también de diferencias y relaciones con los demás.
En términos simples, las identificaciones son aquellos rasgos de carácter que una persona toma de otra que en algún punto admira idealiza, o en el peor de los casos teme. Sucede que muchas veces un sujeto no encuentra en su ambiente personas-modelos de las cuales puede identificarse.
Conformar una identidad es establecer un centro de gravedad en torno al “mí”, que implica que más allá de los cambios internos y externos, más allá de los nuevos conocimientos y saberes que una persona incorpora hay un “Yo” relativamente unificado, esto implica que el sujeto construye en casi dos décadas de existencia una posición básica de ser en el mundo.
También tenemos determinados tipos de necesidades, impulsos, motivaciones que satisfacer para sentirnos básicamente felices y realizadas/osa la vez, y aquí es donde se arman grandes problemas, esto es: armar en base a esa identidad un proyecto de vida lo cual incluye: vocación, profesión, ocupación (estudio y trabajo), vida afectiva (formar pareja, consolidar una familia,...) a un conocimiento acerca de quién soy, qué necesito, implica además autoevaluación y autoestima.
Por tanto, el consolidar nuestra identidad tiene una doble finalidad, por un lado encontrar un sentimiento interno de unidad, y por otro desde nuestras relaciones con el mundo el de singularizarnos, esto es diferenciarnos desde algún punto de la alteridad, no por algo la sociedad premia o destaca aquello que es creativo, aquello que se convierte
en “marca registrada”.
Cuando reconocemos a alguien por su manera de hablar, de
escribir, de caminar, de hacer sobre otras personas es porque algo de la identidad se
“puso en juego” allí.
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Respuesta:
espero que te ayude (∩^o^)⊃━☆
Explicación:
La identidad personal es un proceso psicosocial en el que un “yo”, es la acción de la persona frente a la situación social que existe dentro de su propia conducta, y se incorpora a su experiencia cuando lleva a cabo algún acto; es entonces cuando al contemplar su deber y observar con orgullo lo ya hecho, el “mí” surge.
Una de las características de la identidad es que es evolutiva y está en proceso de cambio permanente, lo que implica la afirmación de particularidades, pero también de diferencias y relaciones con los demás.
En términos simples, las identificaciones son aquellos rasgos de carácter que una persona toma de otra que en algún punto admira idealiza, o en el peor de los casos teme. Sucede que muchas veces un sujeto no encuentra en su ambiente personas-modelos de las cuales puede identificarse.
Conformar una identidad es establecer un centro de gravedad en torno al “mí”, que implica que más allá de los cambios internos y externos, más allá de los nuevos conocimientos y saberes que una persona incorpora hay un “Yo” relativamente unificado, esto implica que el sujeto construye en casi dos décadas de existencia una posición básica de ser en el mundo.
También tenemos determinados tipos de necesidades, impulsos, motivaciones que satisfacer para sentirnos básicamente felices y realizadas/osa la vez, y aquí es donde se arman grandes problemas, esto es: armar en base a esa identidad un proyecto de vida lo cual incluye: vocación, profesión, ocupación (estudio y trabajo), vida afectiva (formar pareja, consolidar una familia,...) a un conocimiento acerca de quién soy, qué necesito, implica además autoevaluación y autoestima.
Por tanto, el consolidar nuestra identidad tiene una doble finalidad, por un lado encontrar un sentimiento interno de unidad, y por otro desde nuestras relaciones con el mundo el de singularizarnos, esto es diferenciarnos desde algún punto de la alteridad, no por algo la sociedad premia o destaca aquello que es creativo, aquello que se convierte en “marca registrada”.
Cuando reconocemos a alguien por su manera de hablar, de escribir, de caminar, de hacer sobre otras personas es porque algo de la identidad se “puso en juego” allí.