Presentamos a nuestros lectores este documento que es una respuesta a las posiciones revisionistas y burguesas que tratan de rebajar o negar la importancia actual de la clase obrera en el modo de producción capitalista y en la lucha por la transformación socialista de la sociedad. Este trabajo está basado en un documento anterior escrito por el mismo autor, que apareció publicado el año 2001 con el título La fuerza de la clase obrera hoy.
INTRODUCCIÓN
Presentamos a nuestros lectores este trabajo escrito por David Rey, que está basado en un documento anterior escrito por el mismo autor en octubre del año 2000, y que apareció publicado impreso en enero del 2001 en España por la revista El Militante, con el título La fuerza de la clase obrera hoy.
La actualidad del tema que aborda este trabajo no ofrece dudas. Cuando apareció publicada la primera versión de este documento a comienzos del 2001, asistíamos a la fase ascendente del último gran boom de la economía capitalista mundial, que concluyó de manera catastrófica a fines del año 2008 en lo que todos los economistas burgueses han calificado como la mayor crisis del capitalismo desde los años 30 del siglo pasado.
Como sucede en los períodos prolongados de auge económico capitalista, el gran festín de negocios de la burguesía en aquellos momentos vino acompañado de una ofensiva ideológica feroz contra las ideas del socialismo y del marxismo, preparada por el derrumbe estrepitoso unos años antes de la ex-Unión Soviética y de los antiguos países estalinistas del Este de Europa.
El eje central de este ataque era insistir en la decadencia de la clase obrera como sujeto histórico en condiciones de ofrecer una alternativa revolucionaria para la transformación de la sociedad. Algunos llegaban tan lejos como para negar la propia existencia de los trabajadores como clase. Sus tesis se apoyaban en una vulgarización grosera del marxismo, a dos niveles. En primer lugar, negaban el papel central de la industria en la economía capitalista y enfatizaban la importancia creciente del denominado Sector Servicios; hablaban de una sociedad postindustrial que devenía en una sociedad de servicios, cualquier cosa que esto signifique. De ahí se colegía que si la industria pasaba a un segundo plano en la economía capitalista, tanto más lo hacían los obreros que aquélla empleaba: la clase obrera industrial, que históricamente jugó el papel de vanguardia en todos los movimientos revolucionarios habidos en la historia del capitalismo. En segundo lugar, explicaban que las nuevas técnicas de producción y métodos de trabajo en las fábricas le habían dado el golpe de gracia a la fuerza, a la organización y a la cohesión de que gozaba tradicionalmente la clase obrera hasta los años 70 del siglo pasado, dando lugar a una clase obrera reducida en número, atomizada, precarizada, con intereses divergentes en el seno de sus diferentes capas y categorías.
Respuesta:
La clase obrera y el Socialismo
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David Rey 17 October 2011
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Presentamos a nuestros lectores este documento que es una respuesta a las posiciones revisionistas y burguesas que tratan de rebajar o negar la importancia actual de la clase obrera en el modo de producción capitalista y en la lucha por la transformación socialista de la sociedad. Este trabajo está basado en un documento anterior escrito por el mismo autor, que apareció publicado el año 2001 con el título La fuerza de la clase obrera hoy.
INTRODUCCIÓN
Presentamos a nuestros lectores este trabajo escrito por David Rey, que está basado en un documento anterior escrito por el mismo autor en octubre del año 2000, y que apareció publicado impreso en enero del 2001 en España por la revista El Militante, con el título La fuerza de la clase obrera hoy.
La actualidad del tema que aborda este trabajo no ofrece dudas. Cuando apareció publicada la primera versión de este documento a comienzos del 2001, asistíamos a la fase ascendente del último gran boom de la economía capitalista mundial, que concluyó de manera catastrófica a fines del año 2008 en lo que todos los economistas burgueses han calificado como la mayor crisis del capitalismo desde los años 30 del siglo pasado.
Como sucede en los períodos prolongados de auge económico capitalista, el gran festín de negocios de la burguesía en aquellos momentos vino acompañado de una ofensiva ideológica feroz contra las ideas del socialismo y del marxismo, preparada por el derrumbe estrepitoso unos años antes de la ex-Unión Soviética y de los antiguos países estalinistas del Este de Europa.
El eje central de este ataque era insistir en la decadencia de la clase obrera como sujeto histórico en condiciones de ofrecer una alternativa revolucionaria para la transformación de la sociedad. Algunos llegaban tan lejos como para negar la propia existencia de los trabajadores como clase. Sus tesis se apoyaban en una vulgarización grosera del marxismo, a dos niveles. En primer lugar, negaban el papel central de la industria en la economía capitalista y enfatizaban la importancia creciente del denominado Sector Servicios; hablaban de una sociedad postindustrial que devenía en una sociedad de servicios, cualquier cosa que esto signifique. De ahí se colegía que si la industria pasaba a un segundo plano en la economía capitalista, tanto más lo hacían los obreros que aquélla empleaba: la clase obrera industrial, que históricamente jugó el papel de vanguardia en todos los movimientos revolucionarios habidos en la historia del capitalismo. En segundo lugar, explicaban que las nuevas técnicas de producción y métodos de trabajo en las fábricas le habían dado el golpe de gracia a la fuerza, a la organización y a la cohesión de que gozaba tradicionalmente la clase obrera hasta los años 70 del siglo pasado, dando lugar a una clase obrera reducida en número, atomizada, precarizada, con intereses divergentes en el seno de sus diferentes capas y categorías.
Explicación:
En sí, el socialismo está basado por y para el obrero.
Es una ideología pensada en ellos (proletariado). Para favorecer sus derechos y que sean iguales que los ciudadanos normales.
En resumen, los beneficiaría en 100%