Que aportaciones tuvo el gobierno de Lazaro Cardenas? (positivas y negativas) 54ptos
¡Notificar abuso!Gaby, con Lázaro Cárdenas en la Presidencia de la República se inició un cambio radical de la estructura de la tenencia de la tierra. Durante su sexenio el ejido fue concebido como el eje principal para emprender una transformación de fondo. En este sexenio la tenencia de la tierra sufrió una gran transformación Mediante sus resoluciones presidenciales Cárdenas entregó casi 18 millones de hectáreas. El reparto efectivo, sin embargo , fue de 20 074 704 hectáreas, lo que significó prácticamente el doble de las tierras repartidas en los 19 años anteriores.
Dentro de los aspectos positivos encontramos: Durante su primer informe de gobierno, en septiembre de 1935, el presidente Cárdenas señaló: “…por el hecho de solicitar ejidos, el campesino rompe su liga económica con el patrón, y en esas condiciones el papel del ejido no es el producir el complemento económico de un salario, sino que el ejido, por su extensión, calidad y sistema de explotación debe bastar para la liberación económica absoluta del trabajador, creando un nuevo sistema económico/agrícola, en un todo diferente al régimen anterior, para sustituir el régimen de los asalariados del campo y liquidar el capitalismo agrario de la República”. En 1937 se modificó el Código Agrario con el objeto de plasmar las directrices cardenistas: en el Artículo 139 se estableció que en los cultivos que requiriesen un proceso de industrialización, y por lo tanto inversiones superiores a la capacidad económica individual de los ejidatarios, “la explotación se organizará en forma colectiva, sin perjuicio de adoptar este sistema en todos los casos en que sea conveniente para el mejor desarrollo de la comunidad”. El artículo 148 otorgó facultades al Departamento Agrario y al Banco Ejidal para organizar los ejidos y las sociedades de crédito ejerciendo funciones de dirección y vigilancia de la economía ejidal.
Sin embargo, las reformas introducidas en dicho año también dejaron claro que el régimen no se proponía eliminar la pequeña propiedad, como lo muestra el reconocimiento a las áreas de inafectabilidad ganadera. De esa manera, en 1938, la Oficina de la Pequeña Propiedad rindió dictámenes en favor de pequeños propietarios en Querétaro, Tlaxcala, Michoacán, Jalisco, Guanajuato y el estado de México. Lázaro Cárdenas efectuó el mayor reparto agrario hasta entonces y en su gestión se afectaron las haciendas de las zonas de agricultura más prósperas del país. De manera paralela, los hacendados y rancheros hicieron su propio reparto agrario entre amigos y familiares, e incluso con sus trabajadores. Muchos de los propietarios prefirieron fragmentar sus tierras antes que permitir la afectación agraria. En el sector ejidal existió, por otra parte, un pequeño núcleo organizado colectivamente en sociedades de crédito, al lado de un sector mayoritario que careció de apoyo y cuyos ejidatarios sólo contaron con su parcela, que por sí misma resultó insuficiente. Esa situación dio origen a que en el propio 1940 el 30% e los campesinos beneficiados se dirigieran a otras regiones para trabajar en diversas actividades para complementar así los ingresos para su sustento. Al luchar para que el ejido se constituyera en la fuente única de recursos para cada ejidatario, convirtiéndolo en base de la economía agrícola, el cardenismo obtuvo la justificación de su política agraria.
Dentro de los aspectos positivos encontramos:
Durante su primer informe de gobierno, en septiembre de 1935, el presidente Cárdenas señaló: “…por el hecho de solicitar ejidos, el campesino rompe su liga económica con el patrón, y en esas condiciones el papel del ejido no es el producir el complemento económico de un salario, sino que el ejido, por su extensión, calidad y sistema de explotación debe bastar para la liberación económica absoluta del trabajador, creando un nuevo sistema económico/agrícola, en un todo diferente al régimen anterior, para sustituir el régimen de los asalariados del campo y liquidar el capitalismo agrario de la República”.
En 1937 se modificó el Código Agrario con el objeto de plasmar las directrices cardenistas: en el Artículo 139 se estableció que en los cultivos que requiriesen un proceso de industrialización, y por lo tanto inversiones superiores a la capacidad económica individual de los ejidatarios, “la explotación se organizará en forma colectiva, sin perjuicio de adoptar este sistema en todos los casos en que sea conveniente para el mejor desarrollo de la comunidad”. El artículo 148 otorgó facultades al Departamento Agrario y al Banco Ejidal para organizar los ejidos y las sociedades de crédito ejerciendo funciones de dirección y vigilancia de la economía ejidal.
Sin embargo, las reformas introducidas en dicho año también dejaron claro que el régimen no se proponía eliminar la pequeña propiedad, como lo muestra el reconocimiento a las áreas de inafectabilidad ganadera. De esa manera, en 1938, la Oficina de la Pequeña Propiedad rindió dictámenes en favor de pequeños propietarios en Querétaro, Tlaxcala, Michoacán, Jalisco, Guanajuato y el estado de México.
Lázaro Cárdenas efectuó el mayor reparto agrario hasta entonces y en su gestión se afectaron las haciendas de las zonas de agricultura más prósperas del país.
De manera paralela, los hacendados y rancheros hicieron su propio reparto agrario entre amigos y familiares, e incluso con sus trabajadores. Muchos de los propietarios prefirieron fragmentar sus tierras antes que permitir la afectación agraria.
En el sector ejidal existió, por otra parte, un pequeño núcleo organizado colectivamente en sociedades de crédito, al lado de un sector mayoritario que careció de apoyo y cuyos ejidatarios sólo contaron con su parcela, que por sí misma resultó insuficiente. Esa situación dio origen a que en el propio 1940 el 30% e los campesinos beneficiados se dirigieran a otras regiones para trabajar en diversas actividades para complementar así los ingresos para su sustento.
Al luchar para que el ejido se constituyera en la fuente única de recursos para cada ejidatario, convirtiéndolo en base de la economía agrícola, el cardenismo obtuvo la justificación de su política agraria.