Martes. Reconozco que me ha costado levantarme… Vaya, que me he quedado dormida y he tenido que ducharme y desayunar a toda prisa para poder cumplir con mi horario de estudio. ¡Qué agobiada estoy!, ¡qué digo!, ¡AGOBIADÍÍÍSIIIMAAAA!
He comido con los niños y con la nunú (como llaman aquí a la persona que cuida a los niños, y que en este caso es una señora mayor). Hoy hemos tenido una invitada (Rocío, colombiana, ¡habla español!) y gracias a sus traducciones he conseguido comunicarme con Cristal (la nunú). Hemos hablado tanto que Rocío y yo hemos perdido el autobús para llegar a las clases de francés… ¡Mal empezamos! Como no hemos podido entrar en clase, hemos tomado un cafecito… (Aviso para navegantes: los mejores cafés de Grenoble en la segunda cafetería a la izquierda de la placita, enfrente del Notre-Dame Musée). ¡Y qué ilusión! He montado en el tram (el tranvía de aquí) y he conocido a dos españoles. El único problema es que ha sido todo tan rápido que no recuerdo sus nombres… ¿Lo último que me han dicho? “Ven este viernes por la tarde a la Casa de España. ¡Te esperamos!”. Ya he estado algunas veces pero no los he visto nunca. Si digo que os echo de menos, ¿me repito mucho?