La causalidad histórica es uno de los conceptos estructurantes de la historia. ... En este capítulo se habla de las relaciones de causa y afecto, las cadenas que se generan a partir de este fenómeno y plantea algunos interrogantes de futuro a partir de la reflexión de los hechos del pasado y del presente
Hace unos años Peter Gay, el principal exponente de la psicohistoria, se quejó del asedio sufrido por la Historia "después de que los mercaderes posmodernos del subjetivismo invadieran el terreno y, en lugar de ensanchar el horizonte de los historiadores, arrojaran dudas totalmente irracionales sobre la búsqueda de la verdad del pasado" (2002: 17). De hecho, no sólo han puesto en entredicho su estatuto científico y la pretensión de verdad que la acompaña, sino su existencia como disciplina autónoma. En primer lugar, las preguntas han girado del terreno historiográfico hacia el filosófico, particularmente cuando la indagación referente al sentido está ahora en el foco del análisis. En segundo término, porque el deslinde entre Historia y literatura, que parecía consumado en el siglo XIX, tiende a difuminarse, perdiendo relevancia los controles empíricos asociados con la disciplina desde su nacimiento. La disolución de la frontera que separaba la literatura de la Historia también vino de la mano de la pulverización de ésta en múltiples historias, con minúscula, cada vez menos distantes del relato. Por último, la comprensión (con Dilthey) y la interpretación (con Nietzsche, quien pensaba que no existían los hechos sino tan sólo interpretaciones), ambas asumidas como propósitos del saber histórico, marginan cada vez más cualquier tentativa de explicación del pasado.
mediana duración, referida sobre todo a los procesos sociales, y la historia episódica o historia de los acontecimientos, la que nos dice Suárez Molnar ha sido el objeto privilegiado del análisis epistémico (p. 11).
Con una argumentación refinada e inteligente, el autor entra de lleno a los grandes temas de la explicación histórica que, más que nada, son las objeciones que recurrentemente se hacen a la Historia como saber positivo. Sobre estos aspectos centraré mi comentario. Hayden White y sus seguidores han insistido en que toda Historia, con mayúscula, supone una teleología: como el historiador ya conoce lo que sucedió, la operación que realiza consiste básicamente en seleccionar los acontecimientos que permiten llegar a este final anunciado de antemano y articularlos a través de una narración. Incluso esto sucede en los metarrelatos en que la secuencia de los hechos aparece regida por la necesidad. Suárez Molnar recurre a Braudel y su caracterización de la larga duración para enfocar el problema desde otra posición teórica: sin perspectiva no hay Historia, porque ésta justamente permite discernir lo relevante de lo que no es, la significación histórica de la experiencia cotidiana.
¿Pero qué es lo realmente significativo? A Braudel le parecía importante analizar los hechos que se repetían, es decir, los que marcaban regularidades, colocándose en el extremo opuesto de la historia episódica. En sentido estricto, y trivial agrega Suárez Molnar, todos los hechos son únicos e irrepetibles. Sin embargo, si se emplea un nivel mayor de abstracción es posible encontrar figuras unitarias que los agrupen en conceptos y categorías más generales. Lo plantea de la siguiente manera:
[...] hablamos de un acontecimiento histórico cuando su lugar en el tiempo puede fijarse de manera independiente de la fecha de su ocurrencia, y cuando ciertas condiciones y características que lo hacen específico se presentan como las razones objetivas que justifican su inserción en una figura unitaria. (p. 67)
Aceptar que existen constantes históricas, sin embargo, no lo conducen a adoptar el modelo nomológico–deductivo desarrollado por Hempel, donde las leyes universales expresan las regularidades. La pregunta sería entonces si los hechos históricos son necesarios, es decir, si habrían de ocurrir de cualquier manera. Aquí el autor es cauto, y recula un poco:
[...] la idea tampoco obliga a suponer que la regularidad que lo social implica al nivel de los acontecimientos sea tal que los contenidos específicos
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La causalidad histórica es uno de los conceptos estructurantes de la historia. ... En este capítulo se habla de las relaciones de causa y afecto, las cadenas que se generan a partir de este fenómeno y plantea algunos interrogantes de futuro a partir de la reflexión de los hechos del pasado y del presente
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Explicación:
eso fue lo que encontré espero que te sirva
Hace unos años Peter Gay, el principal exponente de la psicohistoria, se quejó del asedio sufrido por la Historia "después de que los mercaderes posmodernos del subjetivismo invadieran el terreno y, en lugar de ensanchar el horizonte de los historiadores, arrojaran dudas totalmente irracionales sobre la búsqueda de la verdad del pasado" (2002: 17). De hecho, no sólo han puesto en entredicho su estatuto científico y la pretensión de verdad que la acompaña, sino su existencia como disciplina autónoma. En primer lugar, las preguntas han girado del terreno historiográfico hacia el filosófico, particularmente cuando la indagación referente al sentido está ahora en el foco del análisis. En segundo término, porque el deslinde entre Historia y literatura, que parecía consumado en el siglo XIX, tiende a difuminarse, perdiendo relevancia los controles empíricos asociados con la disciplina desde su nacimiento. La disolución de la frontera que separaba la literatura de la Historia también vino de la mano de la pulverización de ésta en múltiples historias, con minúscula, cada vez menos distantes del relato. Por último, la comprensión (con Dilthey) y la interpretación (con Nietzsche, quien pensaba que no existían los hechos sino tan sólo interpretaciones), ambas asumidas como propósitos del saber histórico, marginan cada vez más cualquier tentativa de explicación del pasado.
mediana duración, referida sobre todo a los procesos sociales, y la historia episódica o historia de los acontecimientos, la que nos dice Suárez Molnar ha sido el objeto privilegiado del análisis epistémico (p. 11).
Con una argumentación refinada e inteligente, el autor entra de lleno a los grandes temas de la explicación histórica que, más que nada, son las objeciones que recurrentemente se hacen a la Historia como saber positivo. Sobre estos aspectos centraré mi comentario. Hayden White y sus seguidores han insistido en que toda Historia, con mayúscula, supone una teleología: como el historiador ya conoce lo que sucedió, la operación que realiza consiste básicamente en seleccionar los acontecimientos que permiten llegar a este final anunciado de antemano y articularlos a través de una narración. Incluso esto sucede en los metarrelatos en que la secuencia de los hechos aparece regida por la necesidad. Suárez Molnar recurre a Braudel y su caracterización de la larga duración para enfocar el problema desde otra posición teórica: sin perspectiva no hay Historia, porque ésta justamente permite discernir lo relevante de lo que no es, la significación histórica de la experiencia cotidiana.
¿Pero qué es lo realmente significativo? A Braudel le parecía importante analizar los hechos que se repetían, es decir, los que marcaban regularidades, colocándose en el extremo opuesto de la historia episódica. En sentido estricto, y trivial agrega Suárez Molnar, todos los hechos son únicos e irrepetibles. Sin embargo, si se emplea un nivel mayor de abstracción es posible encontrar figuras unitarias que los agrupen en conceptos y categorías más generales. Lo plantea de la siguiente manera:
[...] hablamos de un acontecimiento histórico cuando su lugar en el tiempo puede fijarse de manera independiente de la fecha de su ocurrencia, y cuando ciertas condiciones y características que lo hacen específico se presentan como las razones objetivas que justifican su inserción en una figura unitaria. (p. 67)
Aceptar que existen constantes históricas, sin embargo, no lo conducen a adoptar el modelo nomológico–deductivo desarrollado por Hempel, donde las leyes universales expresan las regularidades. La pregunta sería entonces si los hechos históricos son necesarios, es decir, si habrían de ocurrir de cualquier manera. Aquí el autor es cauto, y recula un poco:
[...] la idea tampoco obliga a suponer que la regularidad que lo social implica al nivel de los acontecimientos sea tal que los contenidos específicos
espero y te sirva