santiago1913
El encuentro que tuvo Saulo camino de Damasco truncó su campaña de represión. Habiendo identificado al Mesías, Saulo podía ver cómo se cumplían en Jesús muchos conceptos y profecías de las Escrituras Hebreas. Comprender que Jesús se le había aparecido y que ‘lo había asido’ y comisionado como “apóstol a las naciones” transformó la vida de Saulo (Filipenses 3:12; Romanos 11:13). A partir de entonces, con el nombre de apóstol Pablo, tuvo un privilegio y autoridad que no solo moldearía el resto de su vida en la Tierra, sino también encauzaría el curso de la historia cristiana. En el siglo primero, muchas personas, entre quienes se contaban algunas que decían ser cristianas, manifestaron falta de humildad y tropezaron a raíz de lo que Pablo les reveló sobre el propósito de Dios. Pablo llegó a ser “apóstol a las naciones”, pero no debido a su nacionalidad, educación, edad o su largo historial de buenas obras (Romanos 11:13). Las personas de mentalidad carnal consideran que son estas las características en las que Jehová se fija para determinar quién puede serle útil (1 Corintios 1:26-29; 3:1; Colosenses 2:18). No obstante, fue a causa de Su bondad amorosa y justos propósitos que Dios eligió al apóstol (1 Corintios 15:8-10). Aquellos hombres a quienes Pablo llamó “apóstoles superfinos”, al igual que otros opositores, lo rechazaron tanto a él como a sus razonamientos basados en las Escrituras. Su falta de humildad les impidió conocer y entender de qué forma gloriosa realiza Jehová su propósito. Por lo tanto, nunca subestimemos ni prejuzguemos a quienes Jehová usa para efectuar su voluntad (2 Corintios 11:4-6). PEDRO SI=Si a los cristianos judíos no les resultaba sencillo amar a los samaritanos, que eran, de hecho, sus parientes lejanos, mucho más tuvo que costarles amar a los no judíos, o gentiles, a quienes el pueblo judío despreciaba y odiaba. No obstante, tras la muerte de Jesús podría eliminarse la barrera existente entre los cristianos judíos y los gentiles (Efesios 2:13, 14). Con el fin de ayudar a Pedro a aceptar esta nueva situación, Jehová le mostró una visión en la que le mandó que ‘dejara de llamar contaminadas las cosas que Él había limpiado’. Entonces, el espíritu de Dios lo condujo hasta un gentil de nombre Cornelio. Cuando el apóstol comprendió el punto de vista divino —que no debía considerar contaminado a este hombre de las naciones, pues Jehová lo había limpiado—, dijo bajo inspiración: “Con certeza percibo que Dios no es parcial, sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto” (Hechos 10:9-35). Pedro se quedó atónito cuando Dios demostró que aceptaba a Cornelio y a su familia derramando sobre ellos el espíritu santo.
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kenneth43
La personalidad de Pablo aparece en diversos pasajes de los Hechos de los Apóstoles. Lucas estima necesario presentar sus datos personales como elemento conveniente para situar su actividad y transcendencia en el origen de la Iglesia. En el discurso que pronunció Pablo en hebreo dirigiéndose el pueblo en presencia del tribuno hizo, según el texto de Lucas, una autopresentación en datos concretos: “Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, educado en esta ciudad a los pies de Gamaliel según la exacta doctrina de la ley patria, celoso de Dios como sois todos vosotros en el día de hoy” (Hch 22,3). Recordó que había perseguido a muerte la doctrina cristiana, lo que también recuerda en 1 Cor 15,9 y en Gál 1,13, dos cartas consideradas auténticas de Pablo.
En el siglo primero, muchas personas, entre quienes se contaban algunas que decían ser cristianas, manifestaron falta de humildad y tropezaron a raíz de lo que Pablo les reveló sobre el propósito de Dios. Pablo llegó a ser “apóstol a las naciones”, pero no debido a su nacionalidad, educación, edad o su largo historial de buenas obras (Romanos 11:13). Las personas de mentalidad carnal consideran que son estas las características en las que Jehová se fija para determinar quién puede serle útil (1 Corintios 1:26-29; 3:1; Colosenses 2:18). No obstante, fue a causa de Su bondad amorosa y justos propósitos que Dios eligió al apóstol (1 Corintios 15:8-10). Aquellos hombres a quienes Pablo llamó “apóstoles superfinos”, al igual que otros opositores, lo rechazaron tanto a él como a sus razonamientos basados en las Escrituras. Su falta de humildad les impidió conocer y entender de qué forma gloriosa realiza Jehová su propósito. Por lo tanto, nunca subestimemos ni prejuzguemos a quienes Jehová usa para efectuar su voluntad (2 Corintios 11:4-6).
PEDRO SI=Si a los cristianos judíos no les resultaba sencillo amar a los samaritanos, que eran, de hecho, sus parientes lejanos, mucho más tuvo que costarles amar a los no judíos, o gentiles, a quienes el pueblo judío despreciaba y odiaba. No obstante, tras la muerte de Jesús podría eliminarse la barrera existente entre los cristianos judíos y los gentiles (Efesios 2:13, 14). Con el fin de ayudar a Pedro a aceptar esta nueva situación, Jehová le mostró una visión en la que le mandó que ‘dejara de llamar contaminadas las cosas que Él había limpiado’. Entonces, el espíritu de Dios lo condujo hasta un gentil de nombre Cornelio. Cuando el apóstol comprendió el punto de vista divino —que no debía considerar contaminado a este hombre de las naciones, pues Jehová lo había limpiado—, dijo bajo inspiración: “Con certeza percibo que Dios no es parcial, sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto” (Hechos 10:9-35). Pedro se quedó atónito cuando Dios demostró que aceptaba a Cornelio y a su familia derramando sobre ellos el espíritu santo.