Panamá no se se-paró de Colombia el 3 de noviembre de 1903. La separación había comenzado mucho antes y de manera silenciosa.
El itsmo había sido dejado a su suerte: sin salud, educación, sin que se cons-truyeran caminos y vías de penetración, sin proyectos de acueducto o alcantari-llado. Apenas se le veía como el lugar donde algún día habría de construirse un canal, que uniera a los dos océanos.
Los istmeños, mayor-mente de convicciones liberales y federalistas, vie-ron de la noche a la mañana transformado su Estado Federal (1855-1885) en un Departamento más de la República de Colombia, cercenados sus derechos políticos, y con un Gobernador elegido en Bogotá al frente de sus destinos. Ello, sin contar las permanentes guerras civiles que asolaron el territorio istmeño, así como el restablecimiento de las aduanas y el incremento de la carga impositiva, en momentos en que se especulaba fuertemente con la ruina de los franceses.
Panamá no se se-paró de Colombia el 3 de noviembre de 1903. La separación había comenzado mucho antes y de manera silenciosa.
El itsmo había sido dejado a su suerte: sin salud, educación, sin que se cons-truyeran caminos y vías de penetración, sin proyectos de acueducto o alcantari-llado. Apenas se le veía como el lugar donde algún día habría de construirse un canal, que uniera a los dos océanos.
Los istmeños, mayor-mente de convicciones liberales y federalistas, vie-ron de la noche a la mañana transformado su Estado Federal (1855-1885) en un Departamento más de la República de Colombia, cercenados sus derechos políticos, y con un Gobernador elegido en Bogotá al frente de sus destinos. Ello, sin contar las permanentes guerras civiles que asolaron el territorio istmeño, así como el restablecimiento de las aduanas y el incremento de la carga impositiva, en momentos en que se especulaba fuertemente con la ruina de los franceses.