Respuesta:
Explicación:La igualdad fue concebida desde el pensamiento político clásico
como un hecho y no como un valor. Desde Aristóteles hasta
gran parte del pensamiento ilustrado, la tesis de la igualdad fue
razonada con argumentos de hecho: los hombres, decía Hobbes, son
iguales porque todos mueren; o porque, escribía Locke, tienen
las mismas inclinaciones y facultades; o como decía Rousseau, la
igualdad se mide en relación a las capacidades y méritos de cada
individuo. Desde entonces, a las personas que sufren desigualdad
y discriminación se les exige demostrar que son “iguales”, en el
sentido de “similares”, a aquellos que ya gozan de los derechos
que buscamos. Es por esto que las luchas de las mujeres por
alcanzar la ciudadanía plena, se presentan como luchas de las
mujeres por ser iguales (idénticas) a los hombres.
Desde la perspectiva de los derechos humanos, la igualdad no
se refiere a la semejanza de capacidades y méritos o a cualidades
físicas de los seres humanos, sino que es un derecho humano
autónomo. Este derecho, tal como ha quedado plasmado en la
casi totalidad de instrumentos legales de derechos humanos,
no es descriptivo de la realidad, es decir, no se presenta en
términos de ser, sino de deber ser. Es más, la gran innovación
introducida por la doctrina de los derechos humanos es haber
hecho del principio de igualdad una norma jurídica. Esto quiere
decir que la igualdad no es un hecho, sino un valor establecido
precisamente ante el reconocimiento de la diversidad humana.
Eliminar siglos de entender la igualdad como semejanza, no ha
sido fácil. Es más, hasta algunas feministas se pronuncian en
contra de que el movimiento tenga como objetivo el logro de
la igualdad de género, ya sea porque no quieren que se borren
las diferencias entre hombres y mujeres, confundiendo de este
modo el concepto de igualdad con el concepto de semejanza
Porque creían que eran inferiores.
" Life is not a problem to be solved but a reality to be experienced! "
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Respuesta:
Explicación:La igualdad fue concebida desde el pensamiento político clásico
como un hecho y no como un valor. Desde Aristóteles hasta
gran parte del pensamiento ilustrado, la tesis de la igualdad fue
razonada con argumentos de hecho: los hombres, decía Hobbes, son
iguales porque todos mueren; o porque, escribía Locke, tienen
las mismas inclinaciones y facultades; o como decía Rousseau, la
igualdad se mide en relación a las capacidades y méritos de cada
individuo. Desde entonces, a las personas que sufren desigualdad
y discriminación se les exige demostrar que son “iguales”, en el
sentido de “similares”, a aquellos que ya gozan de los derechos
que buscamos. Es por esto que las luchas de las mujeres por
alcanzar la ciudadanía plena, se presentan como luchas de las
mujeres por ser iguales (idénticas) a los hombres.
Desde la perspectiva de los derechos humanos, la igualdad no
se refiere a la semejanza de capacidades y méritos o a cualidades
físicas de los seres humanos, sino que es un derecho humano
autónomo. Este derecho, tal como ha quedado plasmado en la
casi totalidad de instrumentos legales de derechos humanos,
no es descriptivo de la realidad, es decir, no se presenta en
términos de ser, sino de deber ser. Es más, la gran innovación
introducida por la doctrina de los derechos humanos es haber
hecho del principio de igualdad una norma jurídica. Esto quiere
decir que la igualdad no es un hecho, sino un valor establecido
precisamente ante el reconocimiento de la diversidad humana.
Eliminar siglos de entender la igualdad como semejanza, no ha
sido fácil. Es más, hasta algunas feministas se pronuncian en
contra de que el movimiento tenga como objetivo el logro de
la igualdad de género, ya sea porque no quieren que se borren
las diferencias entre hombres y mujeres, confundiendo de este
modo el concepto de igualdad con el concepto de semejanza
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Porque creían que eran inferiores.