Estas «bolas de nieve sucia», cuyos diámetros pueden superar los 100 km, están compuestas sobre todo de agua y, en menor proporción, de monóxido y dióxido de carbono, cianuro, silicatos, etc. Alejado del Sol, el cometa se reduce a su núcleo. Pero conforme el cometa se acerca al Sol, los gases helados que contiene se evaporan originando alrededor del núcleo un halo esférico al que llamamos «cabellera» o «coma». A medida que la distancia al Sol disminuye, la cabellera aumenta, hasta alcanzar millones de km. Simultáneamente, el viento solar empuja a las partículas de ésta en sentido opuesto al Sol, haciendo que de la cabellera brote una larga cola que puede llegar a medir decenas o, en casos excepcionales, cientos de millones de kilómetros.
Cuando de nuevo se aleje del Sol, adentrándose en las gélidas temperaturas del Sistema Solar exterior, volverá a ser una fría bola de gases, pero un poco más pequeña, pues parte de su cuerpo habrá quedado, como una huella, flotando sobre la zona caliente de su órbita.
Estas «bolas de nieve sucia», cuyos diámetros pueden superar los 100 km, están compuestas sobre todo de agua y, en menor proporción, de monóxido y dióxido de carbono, cianuro, silicatos, etc. Alejado del Sol, el cometa se reduce a su núcleo. Pero conforme el cometa se acerca al Sol, los gases helados que contiene se evaporan originando alrededor del núcleo un halo esférico al que llamamos «cabellera» o «coma». A medida que la distancia al Sol disminuye, la cabellera aumenta, hasta alcanzar millones de km. Simultáneamente, el viento solar empuja a las partículas de ésta en sentido opuesto al Sol, haciendo que de la cabellera brote una larga cola que puede llegar a medir decenas o, en casos excepcionales, cientos de millones de kilómetros.
Cuando de nuevo se aleje del Sol, adentrándose en las gélidas temperaturas del Sistema Solar exterior, volverá a ser una fría bola de gases, pero un poco más pequeña, pues parte de su cuerpo habrá quedado, como una huella, flotando sobre la zona caliente de su órbita.