Recuerdo las obras de teatro de Bertolt Brecht sobre Galileo Galilei y sobre Giordano Bruno, escritas en medio de las grandes purgas estalinistas y en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, que leí en el alemán original para entender mejor los matices del autor. Brecht fue un comunista activo pero no dogmático y en sus dramas revela la figura de Bruno como un hombre de pensamiento libre.
Como se conoce en la historia y en la biografía de Galileo, sus descubrimientos científicos le valieron persecución de la Inquisición en el siglo XVI. Galileo era un físico y matemático, un astrónomo que potenció el uso del telescopio y superó las teorías geocéntricas.
Giordano Bruno era astrónomo y filósofo. Era un monje crítico de dogmas y disciplinas de la poderosa Iglesia Católica del Renacimiento. Había descubierto desde joven que las teorías aristotélicas sobre el cielo podían ser discutidas.
Galileo fue perseguido durante años por el Santo Oficio y ni el Papa pudo protegerlo, fue procesado y al final se vio obligado a retractarse. Aunque cada vez se duda más sobre la veracidad de su famosa frase "eppur si movue”, aquella cita expresa la reacción del científico. Qué le interesa demostrar a los ignorantes (todo dogmático es sobre todo un ignorante y soberbio) si la Tierra gira alrededor del Sol y el péndulo se mueve, aun cuando éste niegue sus descubrimientos.
En cambio, para Giordano Bruno, filósofo más que astrónomo, no es suficiente el dato de la realidad. Él sabía que tenía razón y que las interpretaciones de la Biblia en su época eran equivocadas. Necesitaba defender la verdad, así fuese con su vida.
Como describe Brecht y otros de sus biógrafos, Giordano Bruno no murió por hereje sino porque se negó hasta el final a aceptar que se le condicione su libertad de pensamiento y de expresión. Pasó siete años en la cárcel, se negó a confesarse y murió en la hoguera sin un quejido.
Siglos más tarde, en el lugar del sacrificio fue colocado un monumento con su famoso manto, tema de la obra de Brecht, con un mensaje que lo reconoce como el primer mártir moderno de la libertad de pensar.
No en vano ésa es la libertad divina que separa a los humanos de los animales: pensar, hablar, escribir. En nuestra época muchos bolivianos prefieren silenciar las verdades que conocen (hay que hacer buena letra, me comentó hace poco un antiguo luchador). Tampoco faltan los giordanos, dispuestos a difundir los datos que conocieron, así sea con el peligro de enfrentar a los nuevos inquisidores.
Recuerdo las obras de teatro de Bertolt Brecht sobre Galileo Galilei y sobre Giordano Bruno, escritas en medio de las grandes purgas estalinistas y en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, que leí en el alemán original para entender mejor los matices del autor. Brecht fue un comunista activo pero no dogmático y en sus dramas revela la figura de Bruno como un hombre de pensamiento libre.
Como se conoce en la historia y en la biografía de Galileo, sus descubrimientos científicos le valieron persecución de la Inquisición en el siglo XVI. Galileo era un físico y matemático, un astrónomo que potenció el uso del telescopio y superó las teorías geocéntricas.
Giordano Bruno era astrónomo y filósofo. Era un monje crítico de dogmas y disciplinas de la poderosa Iglesia Católica del Renacimiento. Había descubierto desde joven que las teorías aristotélicas sobre el cielo podían ser discutidas.
Galileo fue perseguido durante años por el Santo Oficio y ni el Papa pudo protegerlo, fue procesado y al final se vio obligado a retractarse. Aunque cada vez se duda más sobre la veracidad de su famosa frase "eppur si movue”, aquella cita expresa la reacción del científico. Qué le interesa demostrar a los ignorantes (todo dogmático es sobre todo un ignorante y soberbio) si la Tierra gira alrededor del Sol y el péndulo se mueve, aun cuando éste niegue sus descubrimientos.
En cambio, para Giordano Bruno, filósofo más que astrónomo, no es suficiente el dato de la realidad. Él sabía que tenía razón y que las interpretaciones de la Biblia en su época eran equivocadas. Necesitaba defender la verdad, así fuese con su vida.
Como describe Brecht y otros de sus biógrafos, Giordano Bruno no murió por hereje sino porque se negó hasta el final a aceptar que se le condicione su libertad de pensamiento y de expresión. Pasó siete años en la cárcel, se negó a confesarse y murió en la hoguera sin un quejido.
Siglos más tarde, en el lugar del sacrificio fue colocado un monumento con su famoso manto, tema de la obra de Brecht, con un mensaje que lo reconoce como el primer mártir moderno de la libertad de pensar.
No en vano ésa es la libertad divina que separa a los humanos de los animales: pensar, hablar, escribir. En nuestra época muchos bolivianos prefieren silenciar las verdades que conocen (hay que hacer buena letra, me comentó hace poco un antiguo luchador). Tampoco faltan los giordanos, dispuestos a difundir los datos que conocieron, así sea con el peligro de enfrentar a los nuevos inquisidores.
espero q te sirva