El valor de la prudencia es fundamental en una vida plenamente consciente porque la persona prudente es aquella que reflexiona sobre las consecuencias de sus actos antes de realizarlos.
La prudencia requiere un buen sentido, un buen juicio, templanza, cordura, sabiduría, discernimiento, aplomo y ser precavido. Si no se tiene una buena conducta o no se actúa con prudencia, por ejemplo, conduciendo, se coloca en peligro o en riesgo la vida de otras personas y la suya propia.
Generalmente quien es prudente en sus acciones, es discreto y confiable ante los otros.
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El valor de la prudencia es fundamental en una vida plenamente consciente porque la persona prudente es aquella que reflexiona sobre las consecuencias de sus actos antes de realizarlos.
La prudencia requiere un buen sentido, un buen juicio, templanza, cordura, sabiduría, discernimiento, aplomo y ser precavido. Si no se tiene una buena conducta o no se actúa con prudencia, por ejemplo, conduciendo, se coloca en peligro o en riesgo la vida de otras personas y la suya propia.
Generalmente quien es prudente en sus acciones, es discreto y confiable ante los otros.