¿Por qué crees que usamos la violencia en vez del amor para resolver nuestras diferencias?
lisbec27
La violencia se origina en la Posición de querer tener el Poder y Control de una determinada situación, en este sentido usamos la violencia porque queremos hacer prevalecer nuestra propias ideas, pensamientos y sentimientos; aunque estas sean equivocadas, y no sabemos tolerar y aceptar las opiniones de los demás.
El hecho de que muchos conflictos se resuelvan por la vía violenta tiene su origen, primero, en lo que llamamos la cultura del machismo, predominante aún en nuestra sociedad y que se entiende, en forma extendida, como la demostración del uso de la fuerza para imponerse ante otros y no solo respecto a la mujer.
El machismo está contenido dentro de otra cultura más general que se ha conocido en nuestro medio como cultura de la violencia y que, según el filósofo y pedagogo colombiano Estanislao Zuleta (q.e.p.d.), es una mezcla de creencias, de formas de sociabilidad y de regulaciones sociales de la vida cotidiana, donde cualquier conflicto va adquiriendo expresiones violentas.
Hemos estado acostumbrados por generaciones a que las cosas se resuelven por la vía de la agresión y con posiciones machistas.
El problema se ha incrementado a partir de todas las guerras que hemos sufrido, que no solamente tienen efectos nocivos en los combatientes sino en la población civil. En la medida en que haya conflictos armados se incrementa también, por una forma de efecto de demostración social, la agresión entre la gente directa o indirectamente afectada. Esto se convierte en una segunda condición.
En tercer lugar la existencia y estímulo al predominio de una cultura de la competencia por encima de la cooperación. A pesar de que se dice que hay una competencia buena o sana, por ejemplo en fútbol, de todas maneras estos encuentros generan ánimos de choques.
Hay tiempos en los cuales se acentúan las agresiones. Por ejemplo cuando las necesidades y compromisos sociales se hacen más grandes: en momentos festivos como Carnaval o fiestas navideñas, por la costumbre de darles juguetes o ropa nueva a los niños, entre otras; ante la imposibilidad económica de responder a estas obligaciones, entonces aumentan las riñas, atracos, fleteos y hechos similares. También inciden situaciones como el alcoholismo y la drogadicción.
Otra cuestión que no puede dejar de tratarse son las teorías que hasta cierto punto justifican la agresión por cuanto la naturalizan. Sin embargo algunos antropólogos, entre ellos Margaret Mead, han demostrado a partir de evidencias que en algunas sociedades indígenas en lugar de formas de sociabilidad agresivas predominan la ayuda mutua y la filantropía.
Todo esto nos lleva a pensar que hay formas diferentes a las agresivas de resolver los conflictos y que si bien la agresión puede ser un instinto natural, el hombre es capaz de controlarlo, así como controla a partir del conocimiento y la tecnología, las leyes de la naturaleza, para el bienestar de la sociedad humana. Aunque ya existen instituciones para resolver conflictos en forma pacífica y civilizada, como las casas de justicia, las comisarías de familia, entre otras, estas pueden actuar para resolver un conflicto no inmediato si no algo que se está produciendo pero que lleva tiempo para dirimirse. Sin embargo no son las más expeditas para esto, por ejemplo en escenarios de bares, deportivos, vecinales o casos imprevistos que generan discusiones rápidas. La serenidad y ecuanimidad necesaria para resolver conflictos en estas situaciones solo pueden ser adquiridas a partir de una pedagogía de la paz inculcada desde la niñez. Debemos aprovechar la circunstancia de los acuerdos de paz para reflexionar sobre proyectos pedagógicos e innovadores tendientes a la construcción de una cultura de paz.^^
Respuesta:
espero ayudarte
Explicación:
El hecho de que muchos conflictos se resuelvan por la vía violenta tiene su origen, primero, en lo que llamamos la cultura del machismo, predominante aún en nuestra sociedad y que se entiende, en forma extendida, como la demostración del uso de la fuerza para imponerse ante otros y no solo respecto a la mujer.
El machismo está contenido dentro de otra cultura más general que se ha conocido en nuestro medio como cultura de la violencia y que, según el filósofo y pedagogo colombiano Estanislao Zuleta (q.e.p.d.), es una mezcla de creencias, de formas de sociabilidad y de regulaciones sociales de la vida cotidiana, donde cualquier conflicto va adquiriendo expresiones violentas.
Hemos estado acostumbrados por generaciones a que las cosas se resuelven por la vía de la agresión y con posiciones machistas.
El problema se ha incrementado a partir de todas las guerras que hemos sufrido, que no solamente tienen efectos nocivos en los combatientes sino en la población civil. En la medida en que haya conflictos armados se incrementa también, por una forma de efecto de demostración social, la agresión entre la gente directa o indirectamente afectada. Esto se convierte en una segunda condición.
En tercer lugar la existencia y estímulo al predominio de una cultura de la competencia por encima de la cooperación. A pesar de que se dice que hay una competencia buena o sana, por ejemplo en fútbol, de todas maneras estos encuentros generan ánimos de choques.
Hay tiempos en los cuales se acentúan las agresiones. Por ejemplo cuando las necesidades y compromisos sociales se hacen más grandes: en momentos festivos como Carnaval o fiestas navideñas, por la costumbre de darles juguetes o ropa nueva a los niños, entre otras; ante la imposibilidad económica de responder a estas obligaciones, entonces aumentan las riñas, atracos, fleteos y hechos similares. También inciden situaciones como el alcoholismo y la drogadicción.
Otra cuestión que no puede dejar de tratarse son las teorías que hasta cierto punto justifican la agresión por cuanto la naturalizan. Sin embargo algunos antropólogos, entre ellos Margaret Mead, han demostrado a partir de evidencias que en algunas sociedades indígenas en lugar de formas de sociabilidad agresivas predominan la ayuda mutua y la filantropía.
Todo esto nos lleva a pensar que hay formas diferentes a las agresivas de resolver los conflictos y que si bien la agresión puede ser un instinto natural, el hombre es capaz de controlarlo, así como controla a partir del conocimiento y la tecnología, las leyes de la naturaleza, para el bienestar de la sociedad humana. Aunque ya existen instituciones para resolver conflictos en forma pacífica y civilizada, como las casas de justicia, las comisarías de familia, entre otras, estas pueden actuar para resolver un conflicto no inmediato si no algo que se está produciendo pero que lleva tiempo para dirimirse. Sin embargo no son las más expeditas para esto, por ejemplo en escenarios de bares, deportivos, vecinales o casos imprevistos que generan discusiones rápidas. La serenidad y ecuanimidad necesaria para resolver conflictos en estas situaciones solo pueden ser adquiridas a partir de una pedagogía de la paz inculcada desde la niñez. Debemos aprovechar la circunstancia de los acuerdos de paz para reflexionar sobre proyectos pedagógicos e innovadores tendientes a la construcción de una cultura de paz.^^