Se perdió el Centro del Mundo, se perdió esa vitalidad de un pueblo que no perdonaba a los malos gobernantes, se perdió una clase de gente que hacía de la cultura su centro, del conocimiento una base para su cultura, y de la lucha el sostén de ese conocimiento.
Se perdió una civilización que había nacido para propagar el conocimiento cristiano y para contener el avance musulmán, una clase de personas que luchaba todo el tiempo para mantener sus creencias y extenderlas hacia todo el mundo conocido mientras trataba de que no la exterminaran los bárbaros.
Se perdió una civilización que sin distinguir entre etnias o idiomas consiguió ser la primera y la más valiosa durante toda su existencia en la lucha contra el infiel, y esto a pesar de la incomprensión de occidente.
Finalmente, con la pérdida de Constantinopla la civilización occidental se quedó sin la ciudad que la creó, haciendo una incomparable fusión de lo romano, lo helénico y lo cristiano que aún hoy pervive en todo país que se crea civilizado y occidental, o sea que se perdió la madre de la identidad del mundo moderno.
Se perdió el Centro del Mundo, se perdió esa vitalidad de un pueblo que no perdonaba a los malos gobernantes, se perdió una clase de gente que hacía de la cultura su centro, del conocimiento una base para su cultura, y de la lucha el sostén de ese conocimiento.
Se perdió una civilización que había nacido para propagar el conocimiento cristiano y para contener el avance musulmán, una clase de personas que luchaba todo el tiempo para mantener sus creencias y extenderlas hacia todo el mundo conocido mientras trataba de que no la exterminaran los bárbaros.
Se perdió una civilización que sin distinguir entre etnias o idiomas consiguió ser la primera y la más valiosa durante toda su existencia en la lucha contra el infiel, y esto a pesar de la incomprensión de occidente.
Finalmente, con la pérdida de Constantinopla la civilización occidental se quedó sin la ciudad que la creó, haciendo una incomparable fusión de lo romano, lo helénico y lo cristiano que aún hoy pervive en todo país que se crea civilizado y occidental, o sea que se perdió la madre de la identidad del mundo moderno.