PERSONAJE Tapada imena Desobe como era la vestment Responde: ¿Por qué se denominaba Tapada limefia? S ¿ Qué autor escrbia en sus obras sobre este penonaje? ¿Cómo se originó esta costumbre y hasta cuando duro? porfa doy coronitas
El atuendo característico de la tapada connotaba insinuación, coquetería, prohibición y juego de seducción.[cita requerida] Con todo, no dejaba de ser un vestido: la saya contorneaba las caderas y el manto cubría la cabeza y el rostro, excepto, por supuesto, un único ojo. Tras el manto podía habitar una abuela desdentada así como una mujer tuerta picada por la viruela.[cita requerida] Las posibilidades eran muchas como muchos debieron ser las ocasiones en que muchachos galantes o "viejos verdes" derrocharon piropos antes esposas, cuñadas, suegras, madres o hijas que podían ocultar su verdadera identidad tras los mantos.[cita requerida]
La saya era una falda de seda grande y larga, de colores azul, castaño, verde o negro. Para asegurarla se usaba un cinturón que la ceñía al talle de la mujer. No era extraño que algunas menos agraciadas usaran caderas postizas que exageraban sus dotes naturales. Por debajo de esta falda se podía ver el pequeño pie (calzado con un zapato de raso bordado) que también hizo famosas a las antiguas limeñas. El manto también era de seda, se ataba a la cintura y subía por la espalda hasta cubrir la cabeza y el rostro, dejando al descubierto tan sólo un ojo y acaso los brazos.
Uso político de la saya Editar
Una Señora de paseo en la saya nueva llamada obregosina. Acuarela de Pancho Fierro.
Con el tiempo, las variedades de los trajes fueron de la mano con el clima político, que las tapadas aprovechaban para favorecer a sus caudillos. A Felipe Santiago Salaverry con la saya salaverrina, a Agustín Gamarra con la saya gamarrina, a Luis José de Orbegoso y Moncada con la saya orbegosina.
Las tapadas limeñas fueron un ícono en la Lima antigua, una presencia original que no existió en ninguna otra ciudad de la América hispana.[cita requerida] El juego de insinuación, el símbolo de clandestinidad, acaso de una incipiente libertad femenina, llamaron la atención de los visitantes que pasaron por la ciudad capital durante los trescientos años en que se usó el traje. En el siglo XIX fueron pintadas por el francés Leonce Angrand, el alemán Johann Moritz Rugendas y el mulato limeño Pancho Fierro, así como llevadas a escena por Manuel Ascencio Segura en su obra satírica La saya y el manto
Tapada limeña era la denominación que se usaba en la época del virreinato del Perú y de los primeros años de la República para designar a la mujeres limeñas que tapaban sus cabezas y caras con cómodos mantones de seda, dejando al descubierto tan sólo un ojo. Su uso comenzó a partir del siglo XVI y se extendió hasta bien entrado el siglo XIX, es decir, su uso se extendió durante tres siglos y no sólo se circunscribió a la Ciudad de los Reyes, sino también a otras ciudades importantes de la región. En Lima, la costumbre permaneció hasta bien entrada la República, cuando fue relegada por las modas francesas.
por q nose no es visto pero eso
Explicación:
El atuendo característico de la tapada connotaba insinuación, coquetería, prohibición y juego de seducción.[cita requerida] Con todo, no dejaba de ser un vestido: la saya contorneaba las caderas y el manto cubría la cabeza y el rostro, excepto, por supuesto, un único ojo. Tras el manto podía habitar una abuela desdentada así como una mujer tuerta picada por la viruela.[cita requerida] Las posibilidades eran muchas como muchos debieron ser las ocasiones en que muchachos galantes o "viejos verdes" derrocharon piropos antes esposas, cuñadas, suegras, madres o hijas que podían ocultar su verdadera identidad tras los mantos.[cita requerida]
La saya era una falda de seda grande y larga, de colores azul, castaño, verde o negro. Para asegurarla se usaba un cinturón que la ceñía al talle de la mujer. No era extraño que algunas menos agraciadas usaran caderas postizas que exageraban sus dotes naturales. Por debajo de esta falda se podía ver el pequeño pie (calzado con un zapato de raso bordado) que también hizo famosas a las antiguas limeñas. El manto también era de seda, se ataba a la cintura y subía por la espalda hasta cubrir la cabeza y el rostro, dejando al descubierto tan sólo un ojo y acaso los brazos.
Uso político de la saya Editar
Una Señora de paseo en la saya nueva llamada obregosina. Acuarela de Pancho Fierro.
Con el tiempo, las variedades de los trajes fueron de la mano con el clima político, que las tapadas aprovechaban para favorecer a sus caudillos. A Felipe Santiago Salaverry con la saya salaverrina, a Agustín Gamarra con la saya gamarrina, a Luis José de Orbegoso y Moncada con la saya orbegosina.
Las tapadas limeñas fueron un ícono en la Lima antigua, una presencia original que no existió en ninguna otra ciudad de la América hispana.[cita requerida] El juego de insinuación, el símbolo de clandestinidad, acaso de una incipiente libertad femenina, llamaron la atención de los visitantes que pasaron por la ciudad capital durante los trescientos años en que se usó el traje. En el siglo XIX fueron pintadas por el francés Leonce Angrand, el alemán Johann Moritz Rugendas y el mulato limeño Pancho Fierro, así como llevadas a escena por Manuel Ascencio Segura en su obra satírica La saya y el manto
Tapada limeña era la denominación que se usaba en la época del virreinato del Perú y de los primeros años de la República para designar a la mujeres limeñas que tapaban sus cabezas y caras con cómodos mantones de seda, dejando al descubierto tan sólo un ojo. Su uso comenzó a partir del siglo XVI y se extendió hasta bien entrado el siglo XIX, es decir, su uso se extendió durante tres siglos y no sólo se circunscribió a la Ciudad de los Reyes, sino también a otras ciudades importantes de la región. En Lima, la costumbre permaneció hasta bien entrada la República, cuando fue relegada por las modas francesas.