Tengo derecho a ser tratado con respeto y dignidad. Si sientes que no eres tratado con el respeto y la dignidad que mereces tienes derecho a reclamarlo.
Tengo derecho a expresar críticas y a protestar por un trato injusto. Pero siempre de forma respetuosa a los demás.
Algunas veces, tengo derecho a ser el primero. Ceder siempre a los demás, no comunicar tus deseos o preferencias no te hace más cortés. No digas “lo que quieras” cuando tengas una preferencia.
Tengo derecho a elegir entre responder o no hacerlo.
Tengo derecho a tener y expresar mis propias opiniones. Que a veces no coincidan con las de la mayoría o con lo establecido no significa que estés equivocado.
Tengo derecho a sentir y expresar el dolor. Todos sentimos dolor, y tienes derecho a expresarlo ante aquellas personas que son importantes para ti, si lo necesitas.
Tengo derecho a ignorar los consejos de los demás. Cuando alguien te da un consejo es precisamente eso, no una orden de actuación.
Tengo derecho a pedir lo que quiero y a aceptar un NO por respuesta.
Tengo derecho a gozar, disfrutar y ser feliz.
Tengo derecho a descansar y a estar solo cuando así lo decida, aunque los demás deseen mi compañía o atención.
Tengo derecho a tener éxito y superarme, aun superando a los demás.
Tengo derecho a recibir el reconocimiento por un trabajo bien hecho. Esto se aplica a los demás, pero sobre todo a ti mismo. Reconoce tus méritos.
Tengo derecho a intentar cambiar lo que no me satisface. No te digas a ti mismo que no lo has intentado.
Tengo derecho a hacer menos de lo que soy capaz de hacer. No siempre podemos rendir al máximo. Todos tenemos días malos.
Tengo derecho a decidir qué hacer con mi cuerpo, mi tiempo y mi propiedad.
Tengo derecho a experimentar y expresar mis propios sentimientos, así como a ser mi único juez.
Tengo derecho a pedir ayuda o apoyo emocional si lo necesito.
Tengo derecho a detenerme y pensar antes de actuar.
Tengo derecho a interrumpir, a pedir información y aclaraciones.
Tengo derecho a tener mis propias necesidades y que estas necesidades sean tan importantes como las de los demás. Anteponer tus necesidades a las de los demás no te hace egoísta o desconsiderado, no siempre podemos contentar a todo el mundo.
Tengo derecho a no satisfacer las necesidades y expectativas de otras personas y comportarme siguiendo mis propios intereses.
Tengo derecho a no responsabilizarme de los problemas de los demás.
Tengo derecho a no anticiparme a los deseos y necesidades de los demás y a no tener que intuirlos.
Tengo derecho a decir que NO sin sentirme culpable o egoísta.
Tengo derecho a cometer errores y a equivocarme. Los errores forman parte de la vida y son necesarios para el aprendizaje. No te avergüences por ellos y defiende tu derecho a cometerlos.
Tengo derecho a cambiar de opinión, cambiar mi forma de actuar y a decir “no lo sé”. Cambiar de opinión no es una traición a ti mismo y no saber algo no te hace menos válido. Es evolucionar, aprender y ser flexible.
Tengo derecho a no necesitar la aprobación de los demás. Cada persona es válida por el hecho de ser persona, no por lo que los demás piensen de ella.
Tengo derecho a no tener que justificarme y a tomar mis propias decisiones. A veces con un “no gracias” es suficiente, no tienes por qué dar excusas y menos si no son sinceras.
Recuerda que todos ellos se supeditan a uno principal, que es el derecho a decidir si deseas hacerlos servir o no, y el criterio para tomar tal decisión será siempre personal.
Pero no olvides que todos cuantos te rodean tienen estos mismos derechos.
Ejerce tus derechos en libertad y respetando los derechos de quienes te rodean.
Respuesta:
Tengo derecho a ser tratado con respeto y dignidad. Si sientes que no eres tratado con el respeto y la dignidad que mereces tienes derecho a reclamarlo.
Tengo derecho a expresar críticas y a protestar por un trato injusto. Pero siempre de forma respetuosa a los demás.
Algunas veces, tengo derecho a ser el primero. Ceder siempre a los demás, no comunicar tus deseos o preferencias no te hace más cortés. No digas “lo que quieras” cuando tengas una preferencia.
Tengo derecho a elegir entre responder o no hacerlo.
Tengo derecho a tener y expresar mis propias opiniones. Que a veces no coincidan con las de la mayoría o con lo establecido no significa que estés equivocado.
Tengo derecho a sentir y expresar el dolor. Todos sentimos dolor, y tienes derecho a expresarlo ante aquellas personas que son importantes para ti, si lo necesitas.
Tengo derecho a ignorar los consejos de los demás. Cuando alguien te da un consejo es precisamente eso, no una orden de actuación.
Tengo derecho a pedir lo que quiero y a aceptar un NO por respuesta.
Tengo derecho a gozar, disfrutar y ser feliz.
Tengo derecho a descansar y a estar solo cuando así lo decida, aunque los demás deseen mi compañía o atención.
Tengo derecho a tener éxito y superarme, aun superando a los demás.
Tengo derecho a recibir el reconocimiento por un trabajo bien hecho. Esto se aplica a los demás, pero sobre todo a ti mismo. Reconoce tus méritos.
Tengo derecho a intentar cambiar lo que no me satisface. No te digas a ti mismo que no lo has intentado.
Tengo derecho a hacer menos de lo que soy capaz de hacer. No siempre podemos rendir al máximo. Todos tenemos días malos.
Tengo derecho a decidir qué hacer con mi cuerpo, mi tiempo y mi propiedad.
Tengo derecho a experimentar y expresar mis propios sentimientos, así como a ser mi único juez.
Tengo derecho a pedir ayuda o apoyo emocional si lo necesito.
Tengo derecho a detenerme y pensar antes de actuar.
Tengo derecho a interrumpir, a pedir información y aclaraciones.
Tengo derecho a tener mis propias necesidades y que estas necesidades sean tan importantes como las de los demás. Anteponer tus necesidades a las de los demás no te hace egoísta o desconsiderado, no siempre podemos contentar a todo el mundo.
Tengo derecho a no satisfacer las necesidades y expectativas de otras personas y comportarme siguiendo mis propios intereses.
Tengo derecho a no responsabilizarme de los problemas de los demás.
Tengo derecho a no anticiparme a los deseos y necesidades de los demás y a no tener que intuirlos.
Tengo derecho a decir que NO sin sentirme culpable o egoísta.
Tengo derecho a cometer errores y a equivocarme. Los errores forman parte de la vida y son necesarios para el aprendizaje. No te avergüences por ellos y defiende tu derecho a cometerlos.
Tengo derecho a cambiar de opinión, cambiar mi forma de actuar y a decir “no lo sé”. Cambiar de opinión no es una traición a ti mismo y no saber algo no te hace menos válido. Es evolucionar, aprender y ser flexible.
Tengo derecho a no necesitar la aprobación de los demás. Cada persona es válida por el hecho de ser persona, no por lo que los demás piensen de ella.
Tengo derecho a no tener que justificarme y a tomar mis propias decisiones. A veces con un “no gracias” es suficiente, no tienes por qué dar excusas y menos si no son sinceras.
Recuerda que todos ellos se supeditan a uno principal, que es el derecho a decidir si deseas hacerlos servir o no, y el criterio para tomar tal decisión será siempre personal.
Pero no olvides que todos cuantos te rodean tienen estos mismos derechos.
Ejerce tus derechos en libertad y respetando los derechos de quienes te rodean.
Explicación paso a paso: