Esta subregión incluye a los países Bálticos, Polonia, los países del Centro y Sur de Europa y Turquía; un área de 210 m de ha y sustenta a una población rural de 67 m, de los cuales 38 m se dedican a la agricultura. En promedio la densidad poblacional es de 90 habitantes/kilómetro cuadrado; no obstante, existe una variación significativa, dependiendo, entre otras cosas, de la latitud. El área agrícola más productiva se encuentra en la zona agroecológica subhúmeda; en la parte meridional de esta subregión es generalizada la presencia de áreas montañosas y colinas con una gradiente de más del 30 por ciento.
En promedio la agricultura aportó con 17% al PIB en términos de valor agregado durante 1998; sin embargo, las cifras por país fluctúan entre el 5% para la República Checa y Polonia hasta 54% en Albania. La República Checa y Albania representan los extremos en términos de la importancia de la mano de obra agrícola. En 1990 la agricultura constituía el 11 y 55% respectivamente de su fuerza laboral nacional. El aporte promedio de la agricultura a las exportaciones se ubicó en el 11%. Además de las tendencias globales que han influido sobre los sistemas de producción agropecuaria durante la última década, los países clasificados dentro de la subregión CSEE han venido experimentando complejas reformas en su sistema político y económico.
Cada uno de estos países enfrentaba desafíos subyacentes similares e inicialmente, por lo menos, adoptó los mismos objetivos generales; no obstante, iniciaron sus procesos de reforma con diferencias substanciales, tanto en lo relacionado al grado del desarrollo anterior de mercado, como al nivel de compromisos políticos referente al proceso de transformación en sí. Debido a esto, la implementación de las reformas ha variado en su ritmo de aplicación y contenidos específicos. Como resultado de estos, los avances alcanzados en el establecimiento de una agricultura basada en el mercado difieren substancialmente según el país. En términos generales, no obstante, el cambio de los sistemas políticos y económicos que se han llevado a cabo durante la última década ha conducido a un descenso dramático de la producción y a un incremento marcado de la inequidad, acompañado por un incremento sustancial del número de habitantes afectados por la pobreza.
Respuesta:
Esta subregión incluye a los países Bálticos, Polonia, los países del Centro y Sur de Europa y Turquía; un área de 210 m de ha y sustenta a una población rural de 67 m, de los cuales 38 m se dedican a la agricultura. En promedio la densidad poblacional es de 90 habitantes/kilómetro cuadrado; no obstante, existe una variación significativa, dependiendo, entre otras cosas, de la latitud. El área agrícola más productiva se encuentra en la zona agroecológica subhúmeda; en la parte meridional de esta subregión es generalizada la presencia de áreas montañosas y colinas con una gradiente de más del 30 por ciento.
En promedio la agricultura aportó con 17% al PIB en términos de valor agregado durante 1998; sin embargo, las cifras por país fluctúan entre el 5% para la República Checa y Polonia hasta 54% en Albania. La República Checa y Albania representan los extremos en términos de la importancia de la mano de obra agrícola. En 1990 la agricultura constituía el 11 y 55% respectivamente de su fuerza laboral nacional. El aporte promedio de la agricultura a las exportaciones se ubicó en el 11%. Además de las tendencias globales que han influido sobre los sistemas de producción agropecuaria durante la última década, los países clasificados dentro de la subregión CSEE han venido experimentando complejas reformas en su sistema político y económico.
Cada uno de estos países enfrentaba desafíos subyacentes similares e inicialmente, por lo menos, adoptó los mismos objetivos generales; no obstante, iniciaron sus procesos de reforma con diferencias substanciales, tanto en lo relacionado al grado del desarrollo anterior de mercado, como al nivel de compromisos políticos referente al proceso de transformación en sí. Debido a esto, la implementación de las reformas ha variado en su ritmo de aplicación y contenidos específicos. Como resultado de estos, los avances alcanzados en el establecimiento de una agricultura basada en el mercado difieren substancialmente según el país. En términos generales, no obstante, el cambio de los sistemas políticos y económicos que se han llevado a cabo durante la última década ha conducido a un descenso dramático de la producción y a un incremento marcado de la inequidad, acompañado por un incremento sustancial del número de habitantes afectados por la pobreza.
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