Los bosques secos por historia han sido la cuna de las civilizaciones, que a lo largo del tiempo han establecido allí su vivienda y sus cultivos. «Los bosques secos son ecosistemas muy frágiles que estacionalmente pierden sus hojas», explica Zhofre Aguirre, docente e investigador de la Universidad Nacional de Loja, en Ecuador. «Cuando estamos en temporadas de lluvia son selvas y es difícil pensar que se trata de bosques secos. » Según cifras oficiales del Ministerio del Ambiente , se calcula que hay alrededor de 41 000 hectáreas de bosque seco deciduo ─que pierde hojas con facilidad─ en el Ecuador.
Según Santiago Silva, director de Biodiversidad del MAE, estos bosques se encuentran en su mayoría en la costa, la región con más impacto ambiental, la más afectada por el cambio climático y la más poblada del país. Silva asegura que muchos creen que el bosque seco no tiene el valor biológico del bosque tropical, pero que este ecosistema alberga especies que no se encuentran en otra parte del país. «Por eso hemos tratado de que conservarlo sea una prioridad», asegura y agrega que «los remanentes de bosque seco que no están dentro de las áreas protegidas casi que han desaparecido». A pesar de las cifras oficiales, este ecosistema también se puede encontrar a lo largo del callejón interandino con buenas representaciones, sobre todo en la provincia de Loja, al sur de Ecuador, donde hay alrededor de 185 550 hectáreas de bosque deciduo y semideciduo.
Los bosques del sur están dominados por los guayacanes y los ceibos , estos últimos son árboles grandes que tienen formas de barriles y son típicos de la zona.
Los bosques semiáridos contribuyen al cambio climático
Los investigadores explican que los bosques semiáridos que cubren cerca del 18 por ciento de la superficie terrestre del planeta no han recibido la misma atención de los científicos del clima que otros tipos de bosques. Los científicos, dirigidos por Eyal Rotenberg, estudiaron el bosque de pinos de Yatir en el sur de Israel durante nueve años. Sus descubrimientos sugieren que el crecimiento vegetal en bosques como este podría eliminar grandes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera, produciendo enfriamiento. Sin embargo, los investigadores señalan que a medida que los árboles crecen se vuelven más densos y podrían absorber más radiación solar en vez de reflejarla, como sucede en los desiertos, lo que contribuiría al calentamiento. De forma global, este último efecto tendría lugar más rápidamente y serían necesarias varias décadas de acumulación de carbono para contrarrestar el calentamiento. Según explica David Schimel del Observatorio Ecológico Nacional en Boulder (Estados Unidos) en un artículo que acompaña al de los investigadores de Israel, se cree que las tierras áridas tienen menores tasas de actividad biológica que otros ecosistemas.
Los bosques secos por historia han sido la cuna de las civilizaciones, que a lo largo del tiempo han establecido allí su vivienda y sus cultivos. «Los bosques secos son ecosistemas muy frágiles que estacionalmente pierden sus hojas», explica Zhofre Aguirre, docente e investigador de la Universidad Nacional de Loja, en Ecuador. «Cuando estamos en temporadas de lluvia son selvas y es difícil pensar que se trata de bosques secos. » Según cifras oficiales del Ministerio del Ambiente , se calcula que hay alrededor de 41 000 hectáreas de bosque seco deciduo ─que pierde hojas con facilidad─ en el Ecuador.
Según Santiago Silva, director de Biodiversidad del MAE, estos bosques se encuentran en su mayoría en la costa, la región con más impacto ambiental, la más afectada por el cambio climático y la más poblada del país. Silva asegura que muchos creen que el bosque seco no tiene el valor biológico del bosque tropical, pero que este ecosistema alberga especies que no se encuentran en otra parte del país. «Por eso hemos tratado de que conservarlo sea una prioridad», asegura y agrega que «los remanentes de bosque seco que no están dentro de las áreas protegidas casi que han desaparecido». A pesar de las cifras oficiales, este ecosistema también se puede encontrar a lo largo del callejón interandino con buenas representaciones, sobre todo en la provincia de Loja, al sur de Ecuador, donde hay alrededor de 185 550 hectáreas de bosque deciduo y semideciduo.
Los bosques del sur están dominados por los guayacanes y los ceibos , estos últimos son árboles grandes que tienen formas de barriles y son típicos de la zona.
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Los bosques semiáridos contribuyen al cambio climático
Los investigadores explican que los bosques semiáridos que cubren cerca del 18 por ciento de la superficie terrestre del planeta no han recibido la misma atención de los científicos del clima que otros tipos de bosques. Los científicos, dirigidos por Eyal Rotenberg, estudiaron el bosque de pinos de Yatir en el sur de Israel durante nueve años. Sus descubrimientos sugieren que el crecimiento vegetal en bosques como este podría eliminar grandes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera, produciendo enfriamiento. Sin embargo, los investigadores señalan que a medida que los árboles crecen se vuelven más densos y podrían absorber más radiación solar en vez de reflejarla, como sucede en los desiertos, lo que contribuiría al calentamiento. De forma global, este último efecto tendría lugar más rápidamente y serían necesarias varias décadas de acumulación de carbono para contrarrestar el calentamiento. Según explica David Schimel del Observatorio Ecológico Nacional en Boulder (Estados Unidos) en un artículo que acompaña al de los investigadores de Israel, se cree que las tierras áridas tienen menores tasas de actividad biológica que otros ecosistemas.
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