La señorita Paz era la joven más bella y deseada en el mundo de los pensamientos. Era tan buena y bonita, que todos se morían por casarse con ella. Pero había nacido con una maldición, y el más mínimo problema o dificultad podía transformarla en una horrible bruja llamada Guerra, tan malvada que destrozaba todo cuanto tocaba. Por eso tenía que tener mucho cuidado con sus novios, para evitar que pasara lo que en su primera cita con el poderoso señor Venganza, donde nada más verlo sufrió una transformación horrorosa, y arrasó el país durante semanas. O como ocurrió con el señor Ira, que la transformó con solo besarla.
Aunque no todas sus historias de amor fracasaron tan pronto. Con el serio señor Justicia llegaron a pensar en la boda, pero un día la señorita Paz se equivocó, don Justicia aplicó su justo castigo, y poco después una espantosa bruja corría tras el justo novio para arrancarle hasta el último de sus pelos.
Fue otro antiguo novio, el señor Miedo, quien convenció a todos de que lo mejor sería olvidarse de ella y su peligrosa belleza, aislándola en la más profunda mazmorra. La joven no se opuso, y durante mucho tiempo su única compañía fue un pequeño carcelero cuyo nombre nadie se atrevía a pronunciar. Era un tipo tan distinto a otros pensamientos que Orgullo y Vanidad, la pareja más famosa del cine, a menudo se burlaban de él en sus películas.
Pero algo tenía de especial el pequeño carcelero porque, pasara lo que pasara, junto a él la bella Paz nunca se transformaba. En aquella mazmorra se hicieron amigos, se enamoraron y se casaron. Y tiempo después regresaron felices al país de los pensamientos, donde Paz jamás volvió a transformarse y brilló como nunca. Tanto, que doña Envidia hizo desear a todo el mundo haber vivido una historia tan bonita.
Al final, resultó que hasta Orgullo y Vanidad rodaron una película sobre sus vidas. Pero fue un fracaso, porque cambiaron el nombre de los personajes, sin saber que la magia que había acabado con la maldición residía precisamente en aquel nombre que nadie se atrevía a pronunciar: se llamaba Perdón.
Así que ya sabes: evita romper la Paz, y llena el mundo de amor, sabiendo decir "Perdón".
La señorita Paz era la joven más bella y deseada en el mundo de los pensamientos. Era tan buena y bonita, que todos se morían por casarse con ella. Pero había nacido con una maldición, y el más mínimo problema o dificultad podía transformarla en una horrible bruja llamada Guerra, tan malvada que destrozaba todo cuanto tocaba. Por eso tenía que tener mucho cuidado con sus novios, para evitar que pasara lo que en su primera cita con el poderoso señor Venganza, donde nada más verlo sufrió una transformación horrorosa, y arrasó el país durante semanas. O como ocurrió con el señor Ira, que la transformó con solo besarla.
Aunque no todas sus historias de amor fracasaron tan pronto. Con el serio señor Justicia llegaron a pensar en la boda, pero un día la señorita Paz se equivocó, don Justicia aplicó su justo castigo, y poco después una espantosa bruja corría tras el justo novio para arrancarle hasta el último de sus pelos.
Fue otro antiguo novio, el señor Miedo, quien convenció a todos de que lo mejor sería olvidarse de ella y su peligrosa belleza, aislándola en la más profunda mazmorra. La joven no se opuso, y durante mucho tiempo su única compañía fue un pequeño carcelero cuyo nombre nadie se atrevía a pronunciar. Era un tipo tan distinto a otros pensamientos que Orgullo y Vanidad, la pareja más famosa del cine, a menudo se burlaban de él en sus películas.
Pero algo tenía de especial el pequeño carcelero porque, pasara lo que pasara, junto a él la bella Paz nunca se transformaba. En aquella mazmorra se hicieron amigos, se enamoraron y se casaron. Y tiempo después regresaron felices al país de los pensamientos, donde Paz jamás volvió a transformarse y brilló como nunca. Tanto, que doña Envidia hizo desear a todo el mundo haber vivido una historia tan bonita.
Al final, resultó que hasta Orgullo y Vanidad rodaron una película sobre sus vidas. Pero fue un fracaso, porque cambiaron el nombre de los personajes, sin saber que la magia que había acabado con la maldición residía precisamente en aquel nombre que nadie se atrevía a pronunciar: se llamaba Perdón.
Así que ya sabes: evita romper la Paz, y llena el mundo de amor, sabiendo decir "Perdón".