Podríamos decir que la historia no es una fotografía estática sino que es una película, ya que en ella se van produciendo cambios según los distintos descubrimientos que el hombre fue haciendo (por ejemplo los metales, la agricultura, etc.) pero también se observan continuidades o permanencias a través de muchos siglos (por ejemplo las religiones como el judaísmo, el cristianismo, formas de vida, tradiciones de algunos pueblos, etc.).
La vitalidad de la historia: renovación de temas y protagonistas:
La ciencia histórica se renueva constantemente incorporando temas nuevos, expresando distintas opiniones y enriqueciendo la mirada que se tenía de un hecho determinado.
La historia se ocupa del pasado para comprender mejor el presente.
En otros tiempos los historiadores se ocupaban solo de los héroes o grandes hombres del pasado, en cambio en la actualidad se considera importante las transformaciones históricas, las discontinuidades y las contradicciones de la condición humana, descubrir como vivían los diferentes sectores de la sociedad en otros tiempos, sus manifestaciones artísticas, que lugar ocupaba la mujer, etc.
O sea que estudiar historia no es acumular información sobre el pasado sino que uno pueda reflexionar sobre los hechos para comprender el presente y pensar en los principales problemas de la humanidad actual.
Simplificando, se pueden homologar con los estudios de la estructura, de la coyuntura y del acontecimiento, recpectivamente. Depende del objeto de estudio, puede ser más fructífero comenzar el análisis por alguno de estos tiempos. Algunos fenómenos sólo pueden ser apreciados a lo largo de las décadas, otros en lustros, y otros fenómenos se manifiestan durante períodos relativamente cortos. Una “larga duración” que corresponde a aquellas estructuras que cambian muy lentamente, pudiendo mantenerse durante cientos y cientos de años. Los fenómenos de la larga duración, se inscriben así casi por fuera de la historia y del tiempo. Ciertos elementos de la geografía y el medio, o las mentalidades, o concepciones espirituales se sitúan en esta duración. Sobre este tiempo de cambios muy lentos, se sitúan los fenómenos de "mediana duración", cuyo desarrollo puede medirse en décadas. Muchos procesos económicos, sociales y hasta culturales pueden incluirse aquí. Por ejemplo, hacia mediados del siglo XIX el país tenía baja densidad de población, en general criolla; tres décadas después la estructura social de la Argentina había cambiado completamente como consecuencia del aluvión de migrantes extranjeros que llegaron al país. Otro ejemplo podrían ser las transformaciones que en el ámbito cultural produjo la expansión del rock en la Argentina en las décadas de 1960 y 1970, ligado a la recepción de modas culturales de otras latitudes, a la difusión de cierto tipo de protesta contra el sistema y al mayor protagonismo de la juventud en el mundo de la segunda posguerra. Finalmente el tiempo breve, el del acontecimiento, en general explicable sólo a través del análisis de las temporalidades más profundas reseñadas antes. Los fenómenos de corta duración, los acontecimientos, en general dejan poco rastro en la historia y son rápidamente olvidados, pero algunos se convierten en momentos de clivaje, inaugurando transformaciones.
CAMBIOS Y CONTINUIDADES
Podríamos decir que la historia no es una fotografía estática sino que es una película, ya que en ella se van produciendo cambios según los distintos descubrimientos que el hombre fue haciendo (por ejemplo los metales, la agricultura, etc.) pero también se observan continuidades o permanencias a través de muchos siglos (por ejemplo las religiones como el judaísmo, el cristianismo, formas de vida, tradiciones de algunos pueblos, etc.).
La vitalidad de la historia: renovación de temas y protagonistas:
La ciencia histórica se renueva constantemente incorporando temas nuevos, expresando distintas opiniones y enriqueciendo la mirada que se tenía de un hecho determinado.
La historia se ocupa del pasado para comprender mejor el presente.
En otros tiempos los historiadores se ocupaban solo de los héroes o grandes hombres del pasado, en cambio en la actualidad se considera importante las transformaciones históricas, las discontinuidades y las contradicciones de la condición humana, descubrir como vivían los diferentes sectores de la sociedad en otros tiempos, sus manifestaciones artísticas, que lugar ocupaba la mujer, etc.
O sea que estudiar historia no es acumular información sobre el pasado sino que uno pueda reflexionar sobre los hechos para comprender el presente y pensar en los principales problemas de la humanidad actual.
Simplificando, se pueden homologar con los estudios de la estructura, de la coyuntura y del acontecimiento, recpectivamente.
Depende del objeto de estudio, puede ser más fructífero comenzar el análisis por alguno de estos tiempos. Algunos fenómenos sólo pueden ser apreciados a lo largo de las décadas, otros en lustros, y otros fenómenos se manifiestan durante períodos relativamente cortos.
Una “larga duración” que corresponde a aquellas estructuras que cambian muy lentamente, pudiendo mantenerse durante cientos y cientos de años. Los fenómenos de la larga duración, se inscriben así casi por fuera de la historia y del tiempo. Ciertos elementos de la geografía y el medio, o las mentalidades, o concepciones espirituales se sitúan en esta duración.
Sobre este tiempo de cambios muy lentos, se sitúan los fenómenos de "mediana duración", cuyo desarrollo puede medirse en décadas. Muchos procesos económicos, sociales y hasta culturales pueden incluirse aquí. Por ejemplo, hacia mediados del siglo XIX el país tenía baja densidad de población, en general criolla; tres décadas después la estructura social de la Argentina había cambiado completamente como consecuencia del aluvión de migrantes extranjeros que llegaron al país. Otro ejemplo podrían ser las transformaciones que en el ámbito cultural produjo la expansión del rock en la Argentina en las décadas de 1960 y 1970, ligado a la recepción de modas culturales de otras latitudes, a la difusión de cierto tipo de protesta contra el sistema y al mayor protagonismo de la juventud en el mundo de la segunda posguerra.
Finalmente el tiempo breve, el del acontecimiento, en general explicable sólo a través del análisis de las temporalidades más profundas reseñadas antes. Los fenómenos de corta duración, los acontecimientos, en general dejan poco rastro en la historia y son rápidamente olvidados, pero algunos se convierten en momentos de clivaje, inaugurando transformaciones.