Seis ensayos en busca de nuestra expresión es, sin duda alguna, la obra capital para comprender la dirección del pensamiento de Henríquez Ureña en sus primeros años argentinos. La expresión –aquel hecho maravilloso, con connotaciones de milagro en la obra de Ernest Cassirer, porque unía lo material y físico del sonido con lo inmaterial y espiritual del pensamiento– va a ser la preocupación fundamental de Pedro Henríquez Ureña.
Pero no la expresión en abstracto, que era motivo de estudio de muchos filósofos europeos, sino circunscrita a un área geográfica y cultural determinada: los países hispanoamericanos de lengua española. De los Seis ensayos en busca de nuestra expresión solamente cuatro pertenecen a estas fechas, pero lo importante es que, la gran mayoría de sus artículos escritos posteriores a este libro (1927-1930), plantean el tema de la expresión desde ángulos distintos que conducen a soluciones parecidas.
La expresión hispanoamericana posee inicialmente formas extranjeras pero espíritu propio. Dicho espíritu irá gradualmente transformando a la forma –aunque no completamente– en sus matices y acentos especiales.
Aunque el libro se inicia con “El descontento y la promesa”, este artículo no es el primero desde el punto de vista cronológico; pero podemos decir que es la reflexión más acabada de “Caminos de nuestra historia” y “Hacia el nuevo teatro”. “Caminos de nuestra historia literaria” es una premonitoria reflexión sobre los aspectos que debe afincar u olvidar una futura historia de la literatura hispanoamericana. Premonitoria, porque él mismo la escribirá después: “Todos los que en América sentimos el interés de la historia literaria hemos pensado en escribir la nuestra” ( Obra crítica, 255).
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Seis ensayos en busca de nuestra expresión es, sin duda alguna, la obra capital para comprender la dirección del pensamiento de Henríquez Ureña en sus primeros años argentinos. La expresión –aquel hecho maravilloso, con connotaciones de milagro en la obra de Ernest Cassirer, porque unía lo material y físico del sonido con lo inmaterial y espiritual del pensamiento– va a ser la preocupación fundamental de Pedro Henríquez Ureña.
Pero no la expresión en abstracto, que era motivo de estudio de muchos filósofos europeos, sino circunscrita a un área geográfica y cultural determinada: los países hispanoamericanos de lengua española. De los Seis ensayos en busca de nuestra expresión solamente cuatro pertenecen a estas fechas, pero lo importante es que, la gran mayoría de sus artículos escritos posteriores a este libro (1927-1930), plantean el tema de la expresión desde ángulos distintos que conducen a soluciones parecidas.
La expresión hispanoamericana posee inicialmente formas extranjeras pero espíritu propio. Dicho espíritu irá gradualmente transformando a la forma –aunque no completamente– en sus matices y acentos especiales.
Aunque el libro se inicia con “El descontento y la promesa”, este artículo no es el primero desde el punto de vista cronológico; pero podemos decir que es la reflexión más acabada de “Caminos de nuestra historia” y “Hacia el nuevo teatro”. “Caminos de nuestra historia literaria” es una premonitoria reflexión sobre los aspectos que debe afincar u olvidar una futura historia de la literatura hispanoamericana. Premonitoria, porque él mismo la escribirá después: “Todos los que en América sentimos el interés de la historia literaria hemos pensado en escribir la nuestra” ( Obra crítica, 255).