Asiento el juicio emitido por José Mújica, presidente de la República de Uruguay en un discurso a los intelectuales "Aquí todos aprendimos que es preferible la peor democracia a la mejor dictadura". Lo que no quita el someterla a una crítica constructiva. Que la democracia está pasando unos momentos críticos en España es una obviedad, como consecuencia del dominio del neoliberalismo. Uno de los principios básicos de este sistema político es la soberanía nacional. Nuestra Carta Magna la establece en su artículo 1.2. "La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado". El incumplimiento de tal principio es claro, ya que las más trascendentales decisiones que afectan al pueblo español, se toman en otras instituciones, sin haber sido consultado por ello. Véase la reforma del artículo 135 de nuestra Constitución, el ataque brutal a nuestro Estado de bienestar-¿Qué decidimos realmente los españoles?
Otro principio básico en una democracia, es la separación de poderes. Ya lo dijo Montesquieu en 1748 en su libro El Espíritu de las Leyes, "El poder corrompe y si el poder es absoluto corrompe absolutamente". Nuestra Constitución refleja tal separación de los tres poderes: el legislativo, el ejecutivo, y el judicial. En el artículo 66.2 "Las Cortes Generales, ejercen la potestad legislativa y controlan la acción del Gobierno". En el 97 "El Gobierno ejerce la potestad ejecutiva". Y en el 117 "La justicia emana del pueblo y se administra por Jueces independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la ley". Es cierto también el incumplimiento de tal principio. Las sentencias de los jueces del Tribunal Constitucional se conocen de antemano, por la procedencia política de su nombramiento, ya que hay jueces progresistas o conservadores; la subordinación del Ministerio Fiscal al poder ejecutivo, tal como observamos en recientes juicios vinculados con la corrupción- El poder legislativo no ejerce un control efectivo al ejecutivo, porque los diputados de la mayoría se doblegan a la disciplina del partido.
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Asiento el juicio emitido por José Mújica, presidente de la República de Uruguay en un discurso a los intelectuales "Aquí todos aprendimos que es preferible la peor democracia a la mejor dictadura". Lo que no quita el someterla a una crítica constructiva. Que la democracia está pasando unos momentos críticos en España es una obviedad, como consecuencia del dominio del neoliberalismo. Uno de los principios básicos de este sistema político es la soberanía nacional. Nuestra Carta Magna la establece en su artículo 1.2. "La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado". El incumplimiento de tal principio es claro, ya que las más trascendentales decisiones que afectan al pueblo español, se toman en otras instituciones, sin haber sido consultado por ello. Véase la reforma del artículo 135 de nuestra Constitución, el ataque brutal a nuestro Estado de bienestar-¿Qué decidimos realmente los españoles?
Otro principio básico en una democracia, es la separación de poderes. Ya lo dijo Montesquieu en 1748 en su libro El Espíritu de las Leyes, "El poder corrompe y si el poder es absoluto corrompe absolutamente". Nuestra Constitución refleja tal separación de los tres poderes: el legislativo, el ejecutivo, y el judicial. En el artículo 66.2 "Las Cortes Generales, ejercen la potestad legislativa y controlan la acción del Gobierno". En el 97 "El Gobierno ejerce la potestad ejecutiva". Y en el 117 "La justicia emana del pueblo y se administra por Jueces independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la ley". Es cierto también el incumplimiento de tal principio. Las sentencias de los jueces del Tribunal Constitucional se conocen de antemano, por la procedencia política de su nombramiento, ya que hay jueces progresistas o conservadores; la subordinación del Ministerio Fiscal al poder ejecutivo, tal como observamos en recientes juicios vinculados con la corrupción- El poder legislativo no ejerce un control efectivo al ejecutivo, porque los diputados de la mayoría se doblegan a la disciplina del partido.