La historia trata de un viejo y solitario pescador agobiado por muchos años de trabajo llamado Santiago, cuyo único amigo es un muchacho al cuál enseño a pescar a muy temprana edad conocido por todos como Manolín. Santiago hacia varios años que perdió a su esposa de la que conservaba una foto que guardaba en un cajón para no recordar lo viejo y solo que estaba. La gente del pueblo conocía a Santiago de muchos años atrás cuando el era joven, y le llamaban Santiago El Campeón, por su hazaña en un pulso contra un negro sudamericano que duró dos días pero por lo que realmente era conocido Santiago era por su mala suerte en el mar, sobre todo a la hora de pescar ya que llevaba 84 días sin recoger ningún.
Todo el pueblo sabía que Santiago era un buen pescador quizá el mejor a pesar de su avanzada edad pero no era por su fuerza ni por otros atributos que hacen a un pescador sino por sus ganas de pescar y su ímpetu, coraje y valentía puesto que a pesar de no pescar ningún pez en todas las salidas que hacia cada mañana al mar, allí estaba cada mañana al salir los primeros rayos del sol sobre su bote esperando con la misma ilusión y ganas que el primer día que cogió su primer pez.
Aunque su vida estaba tocando el fin, Santiago sabia que no le quedaba mucho de vida. Su última voluntad antes de morir era poder retirarse con una buena presa y demostrar a todos que aún seguía siendo un gran pescador. El muchacho que aprendió todo sobre la pesca del viejo le ayudaba siempre a desmontar y llevar los aparejos de pesca y también a montarlos. En el camino de ida hacia la casa del viejo y una vez allí el viejo y el muchacho hablaban de béisbol.
En una de esas charlas Santiago y el muchacho hablaron sobre los mejores jugadores de béisbol y como de uno de ellos tenia un padre pescador que Santiago había conocido, al despedirse esa noche el muchacho le prometió que por la mañana iría ayudarle aunque sus padres no estuvieran de acuerdo ya que ahora el muchacho afanaba en otro barco, con otro pescador por que al ver que Santiago estaba negado para la pesca sus padres lo decidieron así. Aún así el muchacho continuaba ayudando al viejo y era el único que confiaba y daba ánimos al viejo diciéndole que algún día pescaría un gran pez con el que por fin podría retirarse y morir en paz.
A la mañana siguiente el viejo fue a casa del muchacho a despertarle para cargar los aparejos de pesca en el bote, así lo hicieron y al remontar el bote hacia la orilla del mar el joven le dio ánimos al como solía hacer. Por alguna extraña razón el viejo al observar a los peces y su comportamiento, el tiempo, el cielo y todo su alrededor sabia que esta vez pescaría algún pez. Primero pescó un bonito con el que se podría alimentar durante el tiempo que estuviera en el mar pero pasadas unas horas al atardecer sus ojos no podían dar crédito al enorme pez que había mordido el anzuelo, sólo con observar la gran fuerza que este poseía se impresionó.
A partir de ese instante entabla la que sin duda será su última gran batalla con un pez enorme. Esta batalla terminará con la derrota de alguno de los dos hasta que uno se rinda por el cansancio finalmente el pez sale a flote y el viejo observando su gran tamaño dos veces superior a su bote siente mucho que tenga que matarlo pero no por eso se arrepiente de ello pero finalmente lo hace y coloca el cuerpo fallecido del pez a la proa de su bote pero después de una tremenda lucha el pescador, regresa al puerto con el gigantesco pez atado a su bote, pero antes de llegar a tierra firme los tiburones atacan y devoran al pez. Santiago intenta defender su trofeo y premio pero los tiburones le dejan solo la cabeza con el esqueleto del pez. Santiago se siente vencido pero el muchacho que ha sido su fiel compañero le dice: “No, no has sido derrotado. El pez no te ha derrotado. Tú has vencido”.
Por haber sabido enfrentarse a esa dura experiencia, ha obtenido en rigor una gran victoria: la de templar su ánimo y el de toda la comunidad, a la que ha dado ejemplo de voluntad y de valentía poco comunes. Al final el viejo consigue un triunfo pese al resultado final. Al retornar al puerto sólo con el esqueleto de su presa, pero ese símbolo de su voluntad, de su esfuerzo y de su valentía, es el símbolo de su propia superación.
La historia trata de un viejo y solitario pescador agobiado por muchos años de trabajo llamado Santiago, cuyo único amigo es un muchacho al cuál enseño a pescar a muy temprana edad conocido por todos como Manolín. Santiago hacia varios años que perdió a su esposa de la que conservaba una foto que guardaba en un cajón para no recordar lo viejo y solo que estaba. La gente del pueblo conocía a Santiago de muchos años atrás cuando el era joven, y le llamaban Santiago El Campeón, por su hazaña en un pulso contra un negro sudamericano que duró dos días pero por lo que realmente era conocido Santiago era por su mala suerte en el mar, sobre todo a la hora de pescar ya que llevaba 84 días sin recoger ningún.
Todo el pueblo sabía que Santiago era un buen pescador quizá el mejor a pesar de su avanzada edad pero no era por su fuerza ni por otros atributos que hacen a un pescador sino por sus ganas de pescar y su ímpetu, coraje y valentía puesto que a pesar de no pescar ningún pez en todas las salidas que hacia cada mañana al mar, allí estaba cada mañana al salir los primeros rayos del sol sobre su bote esperando con la misma ilusión y ganas que el primer día que cogió su primer pez.
Aunque su vida estaba tocando el fin, Santiago sabia que no le quedaba mucho de vida. Su última voluntad antes de morir era poder retirarse con una buena presa y demostrar a todos que aún seguía siendo un gran pescador. El muchacho que aprendió todo sobre la pesca del viejo le ayudaba siempre a desmontar y llevar los aparejos de pesca y también a montarlos. En el camino de ida hacia la casa del viejo y una vez allí el viejo y el muchacho hablaban de béisbol.
En una de esas charlas Santiago y el muchacho hablaron sobre los mejores jugadores de béisbol y como de uno de ellos tenia un padre pescador que Santiago había conocido, al despedirse esa noche el muchacho le prometió que por la mañana iría ayudarle aunque sus padres no estuvieran de acuerdo ya que ahora el muchacho afanaba en otro barco, con otro pescador por que al ver que Santiago estaba negado para la pesca sus padres lo decidieron así. Aún así el muchacho continuaba ayudando al viejo y era el único que confiaba y daba ánimos al viejo diciéndole que algún día pescaría un gran pez con el que por fin podría retirarse y morir en paz.
A la mañana siguiente el viejo fue a casa del muchacho a despertarle para cargar los aparejos de pesca en el bote, así lo hicieron y al remontar el bote hacia la orilla del mar el joven le dio ánimos al como solía hacer. Por alguna extraña razón el viejo al observar a los peces y su comportamiento, el tiempo, el cielo y todo su alrededor sabia que esta vez pescaría algún pez. Primero pescó un bonito con el que se podría alimentar durante el tiempo que estuviera en el mar pero pasadas unas horas al atardecer sus ojos no podían dar crédito al enorme pez que había mordido el anzuelo, sólo con observar la gran fuerza que este poseía se impresionó.
A partir de ese instante entabla la que sin duda será su última gran batalla con un pez enorme. Esta batalla terminará con la derrota de alguno de los dos hasta que uno se rinda por el cansancio finalmente el pez sale a flote y el viejo observando su gran tamaño dos veces superior a su bote siente mucho que tenga que matarlo pero no por eso se arrepiente de ello pero finalmente lo hace y coloca el cuerpo fallecido del pez a la proa de su bote pero después de una tremenda lucha el pescador, regresa al puerto con el gigantesco pez atado a su bote, pero antes de llegar a tierra firme los tiburones atacan y devoran al pez. Santiago intenta defender su trofeo y premio pero los tiburones le dejan solo la cabeza con el esqueleto del pez. Santiago se siente vencido pero el muchacho que ha sido su fiel compañero le dice: “No, no has sido derrotado. El pez no te ha derrotado. Tú has vencido”.
Por haber sabido enfrentarse a esa dura experiencia, ha obtenido en rigor una gran victoria: la de templar su ánimo y el de toda la comunidad, a la que ha dado ejemplo de voluntad y de valentía poco comunes. Al final el viejo consigue un triunfo pese al resultado final. Al retornar al puerto sólo con el esqueleto de su presa, pero ese símbolo de su voluntad, de su esfuerzo y de su valentía, es el símbolo de su propia superación.