Al preparar esta presentación pensaba en que seguramente muchos de Uds. se habrán preguntado acerca de la relación entre adolescencia e identidad. Todos hemos oído alguna vez frases como: la “adolescencia es un período de crisis” o “la tarea principal de la adolescencia es la de definir una identidad” o incluso “los adolescentes padecen de una identidad en crisis”. Pero ¿cómo se asocia la moda a estos dos conceptos? ¿Y al de narcisismo?
Que nuestra cultura y sociedad en general, estén cargadas de elementos narcisistas es algo que a nadie le sorprende. Las personas y especialmente los jóvenes están muy pendientes de sí mismos, de sus éxitos y placeres egocéntricos, de su aspecto y logros.
A todos les interesa destacarse visiblemente, ser reconocidos y en alguna medida ser admirados. El valor desmesurado del amor al cuerpo bello, la sobrestimulación de los sentidos que conduce a una excitación sensual, las desenfrenadas y desquiciadas actividades por evitar el envejecimiento y el anhelo de una eterna juventud se han convertido en objetivos vitales para muchos. Las acciones sorprendentes en las que se involucran las personas para conseguir estas metas son llamativas. Pasar horas en los gimnasios, sufriendo molestias y aceptando sacrificios que por otras razones más sublimes pocos estarían dispuestos a padecer, gastar tiempo y grandes cantidades de dinero en producir una cierta imagen, muchas veces más parecida a una máscara, que a una genuina identidad, son algunos de los fenómenos cotidianos de la actualidad, vinculados a los rasgos narcisistas de nuestra cultura.
El fenómeno de la moda asume en este escenario social un significado nada despreciable. La moda pasa a ser un tema digno de estudio por disciplinas como la psicología, la psiquiatría o la antropología. No se trata por lo tanto de un tema exclusivo de las pasarelas, los diseñadores de alta costura, las modelos y la estética. Vestirse y aparecer de un determinado modo y con un cierto estilo es algo más que un problema de gusto personal.
Que la imagen y apariencia personal dicen algo acerca de la persona es un lugar común. Sin embargo nuestro interés es profundizar en la relación de todos estos conceptos. ¿Qué tipo de comunicación se realiza a través de la moda? ¿Qué “cosas” dicen nuestras ropas acerca de nosotros mismos? Hay apariencias que atraen por su belleza, finura, armonía y elegancia. Otras chocan, producen rechazo e incluso temor.
Considerando que el ser humano expresa su intimidad y su identidad, a través de su cuerpo, del lenguaje corporal y de la acción, podemos afirmar que todos los aspectos vinculados con el modo en que nos relacionamos con él, son relevantes y manifiestan quiénes somos verdaderamente. De hecho, el hombre desde muy temprano en la historia ha manifestado inquietud por la moda y la vestimenta que cubre su cuerpo. Este afán ha sido permanente e inmutable, a pesar de que la moda en sí misma es efímera y siempre cambiante.
Las diversas épocas históricas han puesto de relieve valores estéticos e ideales de belleza corporal muy diferentes. Baste recordar y comparar, los cuerpos redondeados y curvilíneos de antaño con los actuales cuerpos de líneas rectas y de una delgadez inaugurada hace ya años por Twiggy .
Hoy somos testigos y algunos esclavos de la dictadura de la delgadez y de la tiranía de la línea recta. Los regímenes alimentarios restrictivos están a la orden del día y los productos light y de belleza que ofrecen conseguir estos anhelados ideales también lo están. Asimismo, los trastornos de la alimentación por todos conocidos, cuya prevalencia ha ido en aumento.
Al preparar esta presentación pensaba en que seguramente muchos de Uds. se habrán preguntado acerca de la relación entre adolescencia e identidad. Todos hemos oído alguna vez frases como: la “adolescencia es un período de crisis” o “la tarea principal de la adolescencia es la de definir una identidad” o incluso “los adolescentes padecen de una identidad en crisis”. Pero ¿cómo se asocia la moda a estos dos conceptos? ¿Y al de narcisismo?
Que nuestra cultura y sociedad en general, estén cargadas de elementos narcisistas es algo que a nadie le sorprende. Las personas y especialmente los jóvenes están muy pendientes de sí mismos, de sus éxitos y placeres egocéntricos, de su aspecto y logros.
A todos les interesa destacarse visiblemente, ser reconocidos y en alguna medida ser admirados. El valor desmesurado del amor al cuerpo bello, la sobrestimulación de los sentidos que conduce a una excitación sensual, las desenfrenadas y desquiciadas actividades por evitar el envejecimiento y el anhelo de una eterna juventud se han convertido en objetivos vitales para muchos. Las acciones sorprendentes en las que se involucran las personas para conseguir estas metas son llamativas. Pasar horas en los gimnasios, sufriendo molestias y aceptando sacrificios que por otras razones más sublimes pocos estarían dispuestos a padecer, gastar tiempo y grandes cantidades de dinero en producir una cierta imagen, muchas veces más parecida a una máscara, que a una genuina identidad, son algunos de los fenómenos cotidianos de la actualidad, vinculados a los rasgos narcisistas de nuestra cultura.
El fenómeno de la moda asume en este escenario social un significado nada despreciable. La moda pasa a ser un tema digno de estudio por disciplinas como la psicología, la psiquiatría o la antropología. No se trata por lo tanto de un tema exclusivo de las pasarelas, los diseñadores de alta costura, las modelos y la estética. Vestirse y aparecer de un determinado modo y con un cierto estilo es algo más que un problema de gusto personal.
Que la imagen y apariencia personal dicen algo acerca de la persona es un lugar común. Sin embargo nuestro interés es profundizar en la relación de todos estos conceptos. ¿Qué tipo de comunicación se realiza a través de la moda? ¿Qué “cosas” dicen nuestras ropas acerca de nosotros mismos? Hay apariencias que atraen por su belleza, finura, armonía y elegancia. Otras chocan, producen rechazo e incluso temor.
Considerando que el ser humano expresa su intimidad y su identidad, a través de su cuerpo, del lenguaje corporal y de la acción, podemos afirmar que todos los aspectos vinculados con el modo en que nos relacionamos con él, son relevantes y manifiestan quiénes somos verdaderamente. De hecho, el hombre desde muy temprano en la historia ha manifestado inquietud por la moda y la vestimenta que cubre su cuerpo. Este afán ha sido permanente e inmutable, a pesar de que la moda en sí misma es efímera y siempre cambiante.
Las diversas épocas históricas han puesto de relieve valores estéticos e ideales de belleza corporal muy diferentes. Baste recordar y comparar, los cuerpos redondeados y curvilíneos de antaño con los actuales cuerpos de líneas rectas y de una delgadez inaugurada hace ya años por Twiggy .
Hoy somos testigos y algunos esclavos de la dictadura de la delgadez y de la tiranía de la línea recta. Los regímenes alimentarios restrictivos están a la orden del día y los productos light y de belleza que ofrecen conseguir estos anhelados ideales también lo están. Asimismo, los trastornos de la alimentación por todos conocidos, cuya prevalencia ha ido en aumento.