Los azucares simples, que son los que contienen las golosinas, son llamadas “calorías vacías”, es decir que pueden producir aumento de peso sin aportar ningún nutriente de calidad que sea aprovechable por el cuerpo. Por ejemplo, un caramelo, en promedio, puede tener entre 50 y 100 calorías, dependiendo el tipo y tamaño, mientras que una manzana mediana aporta 70 u 80 calorías, aproximadamente, pero las diferencias en nutrientes son abismales, pues la fruta aporta fibras, vitaminas, minerales, mayor saciedad, y no contiene sodio, ni grasas, ni aditivos artificiales. Recordemos que no todo pasa por las calorías, sino por la calidad de los nutrientes.
Además, puede provocar aparición de caries dentales, hiperactividad en los niños, aumento de los triglicéridos sanguíneos, reduce el apetito, lo cual perjudica la incorporación de alimentos de mejor calidad nutricional que son necesarios para el crecimiento y desarrollo.
Respecto al sodio, debemos saber que, a pesar de que la mayoría de las golosinas tienen sabor dulce, contienen cantidades significativas de sodio, caso similar al de las gaseosas. El exceso de sodio diario produce un aumento de la presión arterial, sobrecargando al corazón en sus funciones, con la posible consecuencia de padecer hipertensión crónica, que incluso se puede desarrollar en la niñez u adolescencia.
Las grasas trans y saturadas, producen daños en el sistema cardiovascular, aumentando el colesterol, y de esta manera, predispone a enfermedades cardiovasculares, incluyendo el accidente cerebrovascular (ACV), que actualmente es la primera causa de muerte en el mundo.
Por último, respecto a los aditivos artificiales como colorantes, saborizantes, conservantes, entre otros, varios estudios los relacionan con reacciones alérgicas, efectos sobre el sistema nervioso, lo cual se traduce en hiperactividad en los niños, falta de concentración, ansiedad, debilitación del sistema inmunológico o de defensas.
Respuesta:
verdadero
Explicación:
Los azucares simples, que son los que contienen las golosinas, son llamadas “calorías vacías”, es decir que pueden producir aumento de peso sin aportar ningún nutriente de calidad que sea aprovechable por el cuerpo. Por ejemplo, un caramelo, en promedio, puede tener entre 50 y 100 calorías, dependiendo el tipo y tamaño, mientras que una manzana mediana aporta 70 u 80 calorías, aproximadamente, pero las diferencias en nutrientes son abismales, pues la fruta aporta fibras, vitaminas, minerales, mayor saciedad, y no contiene sodio, ni grasas, ni aditivos artificiales. Recordemos que no todo pasa por las calorías, sino por la calidad de los nutrientes.
Además, puede provocar aparición de caries dentales, hiperactividad en los niños, aumento de los triglicéridos sanguíneos, reduce el apetito, lo cual perjudica la incorporación de alimentos de mejor calidad nutricional que son necesarios para el crecimiento y desarrollo.
Respecto al sodio, debemos saber que, a pesar de que la mayoría de las golosinas tienen sabor dulce, contienen cantidades significativas de sodio, caso similar al de las gaseosas. El exceso de sodio diario produce un aumento de la presión arterial, sobrecargando al corazón en sus funciones, con la posible consecuencia de padecer hipertensión crónica, que incluso se puede desarrollar en la niñez u adolescencia.
Las grasas trans y saturadas, producen daños en el sistema cardiovascular, aumentando el colesterol, y de esta manera, predispone a enfermedades cardiovasculares, incluyendo el accidente cerebrovascular (ACV), que actualmente es la primera causa de muerte en el mundo.
Por último, respecto a los aditivos artificiales como colorantes, saborizantes, conservantes, entre otros, varios estudios los relacionan con reacciones alérgicas, efectos sobre el sistema nervioso, lo cual se traduce en hiperactividad en los niños, falta de concentración, ansiedad, debilitación del sistema inmunológico o de defensas.