Culminada su escritura en 1918 y publicado un año más tarde, Los heraldos negros se distingue, como lo señalan Villanueva y Martos, por ser "el primer libro peruano de poesía que no rinde tributo a una estética colonial y que tampoco podemos llamar cosmopolita", y porque sus páginas están transidas de "esa sensibilidad peruana, fundada en un lenguaje que bajo el ropaje modernista, es no un modernismo más o menos anquilosado, o más o menos renovado, sino una manera de ver el mundo que ha caracterizado al hombre peruano del ande: una vivencia del dolor, con una angustia por un más allá desconocido". Un libro fundamental que, próximo a cumplir un siglo de haber sido escrito, sigue conmo viendo a sus lectores.
Culminada su escritura en 1918 y publicado un año más tarde, Los heraldos negros se distingue, como lo señalan Villanueva y Martos, por ser "el primer libro peruano de poesía que no rinde tributo a una estética colonial y que tampoco podemos llamar cosmopolita", y porque sus páginas están transidas de "esa sensibilidad peruana, fundada en un lenguaje que bajo el ropaje modernista, es no un modernismo más o menos anquilosado, o más o menos renovado, sino una manera de ver el mundo que ha caracterizado al hombre peruano del ande: una vivencia del dolor, con una angustia por un más allá desconocido". Un libro fundamental que, próximo a cumplir un siglo de haber sido escrito, sigue conmo viendo a sus lectores.